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sábado, 20 abril, 2024

La Escuela Agrotécnica de Casilda, camino a sus 122 años: “Aprender haciendo”

(Por Mónica Gómez)

La escuela, las aulas, los maestros, los compañeros y las charlas en los recreos son los tesoros que guardamos en la memoria, ese espacio imborrable para todos los que transcurrieron su infancia entre libros, tizas, carpetas y borradores. La escuela dice mucho, es nuestro segundo hogar, y mucho más si en esa casa nos enseñan a trabajar con la tierra, a cuidar animales, a preservar el ambiente y a ser parte de la gran familia agraria.

En la Escuela Agrotécnica Libertador General San Martín de Casilda, al sur de la Provincia de Santa Fe, se vive de esta manera: Fundada en el año 1900, la más antigua en la actualidad, en septiembre cumplirá 122 años. Fue la escuela Nacional de Agricultura hasta la década del 50: entonces llegaban estudiantes y profesores y autoridades de toda Latinoamérica relacionadas con el campo.  “Pasaron por nuestras aulas ministros de Agricultura, presidentes, diputados y jóvenes que venían a estudiar y se quedaron en la ciudad formando su familia y hoy son parte de la población casildense”, cuenta Giselle Bilesio, profesora y coordinadora del sector Industrialización de alimentos.

El predio  está conformado por 300 ha dentro de las cuales se encuentra el Área Natural Protegida Florindo Donati (ANPFD), 240 hectáreas utilizadas con fines científicos, de docencia, extensión y educación ambiental, abierta también a la comunidad local. “En esta escuela hay mucho sentido de pertenencia, por parte de todos los que formamos la comunidad educativa”, afirma la Directora del establecimiento Lic. Graciela Mandolini. El Bosque de los Egresados es la prueba de ese cariño hacia la institución, fue en marco de la acción de participación y representantes de cada promoción que finalizaron sus estudios plantaron un árbol: “Hay personas que viven lejos y volvieron para esta actividad, que ya tienen 80 años y que aman este lugar”, cuenta Giselle.

La Directora Mandolini relata que a partir de 1977 la Universidad Nacional de Rosario emplaza a la Facultad de Ciencias Veterinarias, en el mismo predio, y a partir de 1983 pasa a depender de esa casa de altos estudios cambiando el nombre por Escuela Pre Universitaria: «la escuela tiene una matrícula de 400 alumnos, 100 bajo el régimen de internado», cuenta. La producción que es el resultado de las prácticas de los estudiantes, parte se queda en el comedor para las comidas de los estudiantes; el resto se comercializa en la comunidad educativa.

Cuenta con diversos edificios, emplazados en el predio que, actualmente, pertenece a la UNR. El edificio central de estilo neoclásico de la década del 20 se divide entre oficinas, aulas de clases, biblioteca, residencia estudiantil, comedor, entre otras dependencias. En ese contexto, los sectores didácticos-productivos relacionados con la perspectiva agropecuaria se organizan en tres ejes: la producción animal, la vegetal y la del área de industrialización de alimentos, que produce conservas de frutas, hortalizas y lácteos. “La materia prima se produce en la escuela. En quinto año se realiza la competencia de la elaboración del dulce de leche. Durante la clase lo trabajan como temática de estudio y un dia tienen que realizarlo en un tiempo determinado y ahí se evalúan, después hacemos una degustación a ciegas y gana el más votado, y es muy gracioso porque ni se votan a sí mismos”, describe esta docente que desde el 2010 pertenece a la institución.

Los alumnos cursan durante la mañana y por la tarde realizan las prácticas en el campo. En cuarto año acceden al sector industrial: conservas, lácteos, elaboración e industria: “En este sector somos tres, Valeria y Ariel, quienes son personal no docente y me acompañan en la tarea productiva. No solo aprenden sino que viene después sobre la elaboración de una mermelada o conserva sino que se trabaja sobre la teoría de producción, concluyendo con la elaboración y la limpieza del sector: su abordaje es total. Luego ellos se llevan el producto terminado a la casa para compartir con su familia. Es el aprender haciendo, y aquí lo materializamos entre todos”, reconoce la profesora Bilesio.

Casilda es una comunidad chica que tiene su propia dinámica. “Se ubica lo suficientemente lejos y lo suficientemente cerca de Rosario. No es satélite pero pertenece a la zona núcleo productivo. La escuela promueve que la gente produzca con los mercados de cercanías, con lo local. Tenemos una calle totalmente arbolada con naranjas amargas, y damos capacitaciones para que aprendan a tratar esa materia prima y que no termine desperdiciada; lo mismo con los sobrantes, para que este conocimiento les permita tener un microemprendimiento o una salida laboral”.

«Dentro de la infinidad de acciones que se llevan a cabo en la institución, cabe destacar la existencia del Área de Género y Sexualidad, talleres de teatro, proyectos institucionales de Lectura Literaria, entre otros», explica la directora. La gran apuesta de esta gestión se encuentra directamente ligada a las problemáticas ambientales con el programa sobre “Soberanía Alimentaria”, promueve una agricultura agroecológica, biodiversa y soberanamente independiente, que reemplace la producción agroindustrial no sustentable, pensando en la comunidad regional, la sustentabilidad y bienestar de las familias.

“Después de tantos años de trabajar como ingeniera agrónoma en el sector privado, ser parte de esta escuela, su historia y los alumnos fue un cambio rotundo. Los chicos todavía me siguen sorprendiendo, aprendo más de ellos, que ellos, de mí”, concluye Giselle Bilesio.

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