Partiendo de la idea de que todo es temporal, debería ser sencillo comprender cuando algo (o alguien), ha cumplido un ciclo en tu vida. Aunque, sin embargo, la teoría y la práctica no siempre coinciden. Dejar ir algo que en su momento aportó felicidad, seguridad o ilusión, puede volverse un proceso complicado.
Si bien los caminos que transites siempre tendrán obstáculos, existen algunos que pueden llevarte a lugares de malestar y angustia, entonces… ¿Cuándo dejar de insistir? Para ello, deben tenerse en cuenta algunos indicadores a la hora de tomar decisiones:
Cuando no sientas conexión con el propósito, cuando ya no exista una relación tan fuerte con el “para qué” que inicialmente te impulso a intentar o esforzarte en ello. Es probable, que en algunas ocasiones, te cueste encontrarle un sentido. Éste es un claro indicador de que no estamos siendo tan felices con la decisión inicial que nos llevó a involucrarnos en dicho proyecto.
Cuando lo que intentas, ya no te hace sentir feliz; no existe en ningún momento satisfacción de gratificación o sensación de bienestar por el esfuerzo que investís al intentar. Cuando nos damos cuenta que pesan más los sentimientos negativos o tristes que los positivos, ese es otro claro indicador de que hay algo que no anda bien.
Cuando tenes que forzar demasiado las circunstancias, comenzando a agotar, lentamente, las vías y las alternativas. Te sentís en un espiral sin salida, sin opciones. O en un círculo donde la acción llega al mismo resultado una y otra vez. Donde pareciera que nada fluye naturalmente y tenés que esforzarte siempre sin obtener el resultado que esperabas.
Y por último, (pero no por ultimo menos importante), es cuando te sentís lejos de vos mismo, cuando te das cuenta que hace tiempo no cuidas de vos mismo, que no te priorizas, ya que tanta insistencia sin resultado puede que te haya agotado emocionalmente para tener ganas de enfocarte en vos y en lo que realmente sentís o te pasa.
Puede que muchas veces, debido a la rutina y las obligaciones, funcionemos como “maquinas” y nos olvidemos de lo que realmente vale: si nosotros no estamos bien, no podemos pretender que las cosas salgan bien. Entonces, cuando sientas alguno de los puntos mencionados antes, detenete a pensar tu rumbo, y planteá nuevas alternativas para llegar al objetivo. Y que cuando llegues, sea el resultado gratificante, pero también todo el recorrido que te llevó hasta él.
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Diplomada en psico-oncología.