(Por Lic. Magdalena Maineri)
La enfermedad de Alzheimer es la demencia más común en el mundo y afecta a millones de personas, especialmente mujeres. El factor de riesgo más importante para padecerla es la edad, por eso, a medida que aumenta la expectativa de vida en la población general, se aumenta la probabilidad de tenerla.
La mayoría de los casos de Alzheimer son de inicio tardío; generalmente se desarrolla después de los 60 años. Esta forma de la enfermedad no muestra patrón de herencia evidente, aunque algunos la describen como una “enfermedad multifactorial”, lo que significa que es una combinación de factores genéticos, ambientales y de estilo de vida, que puede contribuir el riesgo de desarrollo.
¿Cuáles son algunos de los síntomas que deben alertarnos? Dentro de la memoria la dificultad de recordar hechos recientes. En el lenguaje, la dificultad para recordar palabras y hacer operaciones numéricas. Alteraciones psíquicas, como depresión, ansiedad, insomnio o confabulaciones. Alteraciones ejecutivas, como la dificultad para llevar a cabo tareas, planeación y orden. Como así también alteraciones en el comportamiento: apatía, agresividad, negativismo o comportamientos poco habituales.
¿Cómo se debe proseguir en el caso del diagnóstico? En primer lugar, es esperable que le receten medicación, con el fin de ayudar a enlentecer la progresión de la enfermedad, pero dicho diagnóstico NO tiene cura ni puede detenerse completamente.
Por otro lado, (y creo que es el factor más importante) es la educación tanto al paciente como a la familia, en el establecimiento de rutinas y facilitación del ambiente para que pueda tener la mejor calidad de vida. Es fundamental el apoyo de los seres cercanos, su colaboración y sobre todo su empatía: ponerse en el lugar del otro, entenderlo e intentar darle herramientas para que se sienta contenido y acompañado.
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