(Por Prof. Fernando “Cocó” Maineri)
Mantener una actividad física regular aumenta hasta 8 veces las posibilidades de supervivencia en los pacientes COVID-19 respecto a aquellos que llevan una vida sedentaria.
Esta es la principal conclusión de un estudio científico desarrollado por cardiólogos.
Al leer estos estudios, el objetivo del mismo es analizar la influencia que el nivel de actividad física podría tener en la evolución de la enfermedad durante la infección por Covid-19.
Los investigadores señalan que las personas que mantienen una actividad física constante, ligera o moderada, presentan un riesgo de mortalidad del 1,8% frente al 13,8%, del grupo con un estilo de vida sedentario, es decir que las personas que hacen ejercicio regularmente tienen hasta 8 veces más probabilidades de supervivencia que las sedentarias.
Hasta ahora era conocido que mantener una actividad física de manera regular mejora los factores habituales de riesgo cardiovascular, pero ahora se ha podido comprobar la influencia de la práctica de ejercicio físico en la supervivencia o mortalidad de estos pacientes.
Hasta ahora se recomendaba controlar los factores de riesgo y realizar ejercicio físico, pero sin mucha evidencia científica, sin embargo, a partir de ahora, realizar ejercicio físico de forma regular se convierte en un FACTOR PRIMORDIAL ya que reduce 8 veces la posibilidad de fallecer por covid-19 cuando la persona precisa ingreso hospitalario.
Algunas consideraciones: dentro del grupo denominado “sedentarios” existe un alto porcentaje de fumadores y obesos. También se observa en las personas sedentarias una mayor tasa de insuficiencia respiratoria, mayor insuficiencia renal, de síndrome de respuesta inflamatoria y mayor estancia hospitalaria.
Al realizar un estudio estadístico sobre los factores a tener en cuenta, se observa que la edad avanzada, como el consumo de tabaco y la insuficiencia renal eran factores de riesgo independientes de mortalidad, pero lo que resulta sorprendente y novedoso es observar como el SEDENTARISMO aparece como un factor predictor independiente de mortalidad.
