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martes, 19 marzo, 2024

Norma Szczerbaczuk, “La educación también es parte importante del mundo rural”

La ruralidad es un entorno que se construye con paciencia y dedicación: sembrar, nutrir y cosechar, son actos que se logran con sacrificio. Y si esas tareas son: sembrar conocimiento, nutrirlos y cosecharlos en un niño, mucho amor, es lo que se requiere.

Norma Szczerbaczuk, la maestra rural que hace 26 años dicta clases a 15 chicos de distintas edades en Aula Satélite N° 2 de Misiones, se volvió a su provincia con una de las estatuillas del premio Lía Encala. La segunda entrega de la distinción que entrega la organización Mujeres de la Ruralidad Argentina, tuvo lugar el sábado 18 de marzo en la Facultad de Agronomía de la UBA en Buenos Aires. De las 20 premiadas, la misionera lo obtuvo por su trabajo en el Aula Satélite N°2, en el Paraje 500 Hectáreas, de la localidad de Comandante Andresito, municipio al norte de la provincia, casi lindero a Brasil.

Nacida en Los Helechos, Oberá, Norma cuenta que desde muy chica deseo ser maestra: “Mamá comenta que desde pequeñita cuando vivíamos en la chacra en nuestros juegos de casitas había siempre una maestra, y mis hermanos eran mis alumnos”, recuerda emocionada.

Como muchas maestras rurales, Norma es parte de la comunidad campera, vive y siente las dificultades de las distancias, las necesidades o las alegrías del trabajo de la tierra.

“Somos una familia de origen rural. A mí me costó mucho recibirme porque tenía que trabajar. En esa época no alcanzaba para vivir de lo que la chacra daba, es por eso que a los 25 años terminé mis estudios. Aun así, tantos años dictando clases a la mañana y por la tarde, estoy convencida que no podía hacer algo distinto. Esta es mi vocación”.

Después de recibirse, Norma junto a sus padres se mudaron a una chacra en Andresito: “Llegué hace 27 años y nunca me fui. En estos lugares tan alejados, era más sencillo conseguir trabajo, esperaban a que llegara una maestra para reemplazos. Me casé, tuve tres hijos y trabajo de lo que me gusta. Hace un año que falleció mi esposo y mi hijo, que estudia la carrera de ingeniero agrónomo en el Dorado, me ayuda en la chacra”.

Norma de lunes a viernes recorre 3 km por la mañana para dar clases en la Escuela Núcleo” y por la tarde realiza en dirección contraria 3 km desde su chacra al “Aula Satélite”: “entre el camino voy pasando y subiendo a los alumnos que viven sobre la ruta. Al vivir en “la colonia” y también tener una chacra con algo de ganadería interactuamos constantemente con la ruralidad. Es nuestra forma de vida y es la temática que los chicos relacionan desde las distintas disciplinas”, explica la maestra.

En el campo, la cotidianidad muchas veces vuelve a las familias solitarias, pero a su vez rebrota la solidaridad y el apoyo a estas instituciones que se vuelven punto de encuentro de la comunidad: “somos como una familia. Acá nos conocemos, los alumnos son hijos de los que fueron mis alumnos, vecinos que producen por igual. Entre todos logramos mucho: los padres donan juguetes, construyeron una casita para ellos y hay una mamá que me ayuda a darles la merienda. Hacemos rifas y todos colaboran con las reparaciones. Hace dos años conseguimos horas especiales de Educación Física y artística y vienen otros maestros, una vez por semana a dar sus clases. Todo es en beneficio para los chicos”, y continua: “en estos tipo de escuelas se fomenta mucho el acompañamiento de los mismo alumnos. Entre ellos se cuidan, se ayudan y viven las clases a su nivel, pero entre todos y con los padres pasa lo mismo”.

A su vez Norma reconoce que espacios como las Aulas Satélites son valiosas para los alumnos, los niños mantienen una continuidad del núcleo familiar y un arraigo a la chacra. “Cuando comencé a dar clases tenía 30 alumnos desde salita de cuatro hasta séptimo grado, ahora vivir en la chacra va quedando viejo. Mis hijos fueron alumnos del Aula en nivel inicial, en la primaria los enviamos a una escuela rural de la colonia, no muy lejos, pero con albergue de alternancia, y a la secundaria en la EFA. Actualmente son estudiantes y transitan por este medio, así como mis alumnos, porque aprender o dar clases sin señal de teléfono, sin comunicación o con el internet que se corta seguido es muy difícil. Los niños de la colonia necesitan de las nuevas tecnologías para obtener un aprendizaje aparejado con los de las aulas de la ciudad y esa es la gran tarea por cumplir a diario”, concluye Norma.

 

 

 

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