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Nueve de Julio
domingo, 6 octubre, 2024

Los Cingolani

EL MISMO APELLIDO, LA MISMA PASIÓN.

 

(Por Juan Manuel Jara)

La reciente victoria de Tomás Cingolani en el TC 2000 le sacó brillo al apellido que su padre instaló en el bronce del automovilismo nacional. ¿Cómo es la relación entre ellos? Similitudes y diferencias. Como trabajan y como se complementan en busca de más podios.

 

Un abrazo. Uno de esos interminables. Esa fue la foto que, semanas atrás, coronó un fin de semana redondo para Tomás Cingolani y también para el legendario Daniel, en su doble rol de padre y Jefe de equipo. La bandera a cuadros sentenció la victoria del joven piloto nuevejuliense en el autódromo de Concepción del Uruguay. Para él fue algo soñado:  podio en el sprint y primer puesto en la final del TC 2000, categoría que, desde que debutó en 2013, conoce cada vez más. El la califica como “transparente”, en la cual hoy son veinticuatro los autos que cada quince días disputan apretadamente un lugar en el podio en alguno de los circuitos del país. La última fue para Tomás, de punta a punta.

         Y ahora, casi dos semanas después de esa victoria, los dos Cingolani recapitulan lo ocurrido. Para Tomás, el motivo del triunfo fue “que pudimos congeniar muy bien con el equipo. Me preparo mucho en la parte mental haciendo coaching, y estoy muy metido con el simulador. Así trabajo para poder detectar los errores y poder mejorar”.

          Por su parte, Daniel relata que “veníamos del sábado en que todo había estado bien, con la pole, que fue muy importante, que eso un poco te muestra el potencial del auto y del piloto. Pero faltaba el domingo, donde tenés todo para ganar, pero también tenés todo para perder. Son momentos críticos que hay que pasar. Y esa es la incertidumbre de Tomás y de nosotros también. Pero todo se dió muy bien. Hizo una carrera muy buena, se lo veía tranquilo. Uno siendo piloto escucha, está atento a los sonidos y sabe que pueden ocurrir cosas. Por supuesto que no te aflojás hasta el final”.

 

ADN a fondo

 

         Padre e hijo unidos por una pasión: el automovilismo. Está en su sangre, en su ADN. Se entienden, se respetan, se admiran. Y los que saben dicen que en la forma de conducir de Tomás está la impronta del apellido, esa que su padre supo cincelar a fuerza de triunfos a lo largo de su exitosa trayectoria.  “Mi viejo es mi maestro y fue mi ídolo cuando corría así que … ¡cómo no aprovecharlo!”, dice Tomás dejando en claro lo que su papá significa para el piloto. 

         A Daniel le gusta el desafío de guiar y hacer crecer a su hijo en un ambiente en donde el apellido Cingolani tiene su historia, pero ahora también presente. 

SEMANARIO EXTRA: Daniel, ¿cómo vivís la carrera desde afuera? ¿Sós de hablarle a Tomás durante la prueba?

DANIEL CINGOLANI: No le gusta que le hablen. A mí tampoco me gustaba. Sí que me dijesen solo lo preciso, por si de afuera veían algo que uno no ve desde arriba. Yo no lo molesto y considero que la concentración es lo fundamental y el que te hablen te saca de ese estado de concentración. Otros pilotos hablan muchísimo y no tienen problema. Vos no podés ir hablando doblando una curva a 200 km por hora, o sea, lo podés hacer, pero lo podés hacer mejor.

SE: ¿Cómo lo ves a Tomás?

DC: Yo creo que viene progresando muchísimo y tiene que ver con que mejoramos mucho el auto. Este año incorporamos asesoramiento externo, eso ayudó y nos dió confianza a todos, especialmente a Tomás. Arrancamos un buen año y tiene un futuro interesante.

SE: ¿Y cuál es el objetivo del equipo y de Tomás?

DC: A veces es difícil apuntar a un lugar. Pero nuestro objetivo es estar en el Súper TC 2000, en la medida que tanto Tomás como nosotros como equipo estemos preparados para dar ese salto. Hasta hace poco no lo estábamos, pero creo que ahora sí. Yo, como ex piloto y corriéndome de mi lugar de padre, objetivamente le veo las condiciones necesarias. Además, tuvo que pasar algo que a no todos los pilotos les ocurre, me refiero al accidente, uno fuerte, en el que se lastimó feo, y si bien ahora es algo lejano, cuando volvió a correr yo veía que no era el mismo Tomás de antes. Pero desde el año pasado empezó a ser el de sus inicios, ese que realmente era muy rápido. Está contento y eso ayuda y, en la medida que se den las cosas, seguiremos mejorando dentro del automovilismo. Por supuesto también está la parte económica que es esencial para saltar a esa categoría. No sé si será el próximo año, porque hoy es prematuro pensarlo, pero vamos por buen camino”.

 

         Y hablando del tema económico, la mayoría de los sponsors de Tomás son empresas nuevejulienses, algo que Daniel recalca como “muy lindo porque no es común, y muchos lo apoyaron desde la Formula Renault Pampeana y hoy lo siguen acompañando”. Y resalta también que mas allá de lo económico también le dan el apoyo afectivo.

 

Clasificando

 

         La experiencia de Daniel se combina con el talento de Tomás para ayudarlo en su transitar por el automovilismo actual y hacer su propio camino. Un plus que otros jóvenes pilotos no tienen y que suma a la hora de salir a las pistas.

SE: ¿Hoy es más difícil para un piloto llegar o no?

DC: Siempre es difícil, estar, ganar carreras, en cualquier categoría. Para llegar a correr lo que Tomás hizo a los 19 yo lo hice a los 29, si bien yo pasé por otras categorías que también fueron muy importantes como la F3 Sudamericana, porque me dió mucha experiencia y vivencias que las pude aplicar en el resto de los autos. Eso quizás hoy se perdió y la experiencia se va haciendo en otro tipo de autos de forma anticipada. Hoy prácticamente son todos iguales en cuanto a motores. En la época nuestra uno tenía que enamorar al motorista para que te diese el mejor motor, y eso era muy difícil. Tenías que demostrarlo en la pista, haciendo maniobras para que el preparador diga “ok, te lo doy”. No era fácil desbancar a los pilotos de renombre que había. Hoy, si tenés el dinero podés estar ahí, luchando.

SE: ¿Qué cosas le marcás a Tomás que tiene que mantener como norte?

DC:  Principalmente, que sea él mismo. Lo que sí le estoy encima es que esté atento y nos transmita lo que va sintiendo en el auto. Independientemente que hoy hay tecnología, herramientas como cámaras y telemetría con todos los datos, pero la impresión del piloto para mí es fundamental. Le hago mucho hincapié en eso y él tiene lo que se necesita. Hay indicios del auto que uno tiene que saber transmitir, y que con la tecnología a veces no se ven. Tomás eso lo tiene, aunque quizás aún no sabe cómo transmitirlo de la mejor manera, pero sabe leer lo que pasa. Yo lo conozco y quizás lo interpreto, pero tiene que aprender a transmitirlo mejor, cosa que le va a ayudar si en el día de mañana pasa a otro equipo y tiene que hablar con el director deportivo o el jefe de equipo y así pueda ser preciso y lo puedan entender.

SE: ¿Cómo lleva Tomás el hecho de tener un apellido con tanto peso?

DC: El apellido sirve en el medio para obtener algunas cosas más fácilmente. Pero en lo personal, quizás interiormente le debe pesar, él está haciendo su camino por meritos propios. La impronta Cingolani la tiene.  Si yo no tenía el auto bien, no lo aceleraba. Lo trabajaba hasta que estuviese en condiciones. Tomás también es así. Y viéndolo en la cámara mientras conduce … sí, hay muchas similitudes.

 

Recta final

 

         Este año se cumplen diez del retiro deportivo de Daniel Cingolani. Una decisión que, como el mismo cuenta, la tomó en la que fue su última carrera. A partir de entonces, se abrieron otras actividades comerciales y la dedicación a Tomás como Jefe de Equipo y mentor, claro.

SE: ¿Cómo fue tu post-retiro? ¿Llegaste a extrañar algo?

DC: Yo tuve la suerte que lo tenía acá a Tito Pérez y le probaba los autos que armaba y se los ponía a punto. Pero uno sabe que va creciendo y de vez en cuando poder hacer lo que a uno le gusta viene bien. Alguna carrera que Tomás me invitó a correr las hice bien. Pero competir no, nunca más.

SE: ¿Y hoy con que te entretenés?

DC: La verdad que tengo mucha actividad comercial. Hago algo de gimnasio, corro un poco menos de antes. 

         Por su parte, Tomás combina su actividad deportiva con su otra preparación: la facultad. Cursa estudios de Publicidad y Marketing, en donde está muy metido. Un esfuerzo doble, pero con el convencimiento de hacer lo que le gusta dentro y fuera de un circuito. “Me gustaría dedicarme 100 % al automovilismo, pero soy consciente de que eso hoy en Argentina es muy difícil. Así que no está mal ir preparándose para eso cuando se acabe lo deportivo. Y lo que estudio me gusta, sobre todo la parte publicitaria”, marca el joven piloto nuevejuliense.

        

Padre e hijo. Dos generaciones. El mismo apellido y la misma pasión, esa que llevó a Daniel a consagrarse en el automovilismo nacional y que hoy guía a Tomás por su propio camino, que ya conoce de sinsabores, alegrías, golpes y  de algo único: como se ve el mundo desde lo más alto de un podio.

 

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