A horas de la votación en la provincia de Buenos Aires, el escenario político está marcado por la incertidumbre. La decisión de desdoblar las elecciones bonaerenses —tomada por el gobernador Axel Kicillof con el respaldo de la mayoría de los intendentes peronistas— representa una jugada inédita que puso a prueba la cohesión interna del oficialismo, especialmente frente a los sectores más cercanos al kirchnerismo.
El objetivo de esa estrategia era centrar el debate electoral en cuestiones provinciales. Sin embargo, el contexto económico nacional, la volatilidad del dólar, el repunte inflacionario y, más recientemente, la aparición de audios del exfuncionario Diego Spagnuolo denunciando un presunto sistema de recaudación ilegal vinculado a la Agencia Nacional de Discapacidad, alteraron el escenario previsto.
Los audios impactaron especialmente en el electorado indeciso, que en su mayoría había apoyado al presidente Javier Milei en el balotaje de 2023. Aunque el deterioro económico personal suele no romper automáticamente la adhesión política —muchos votantes atribuyen la situación a factores como la herencia económica o el contexto internacional—, los recientes escándalos parecen haber tenido un efecto más directo sobre la percepción del presidente.
A pesar de esto, no se anticipa un vuelco electoral dramático. El voto antiperonista sigue siendo robusto tanto a nivel nacional como en territorio bonaerense. La falta de una alternativa competitiva dentro de ese espacio refuerza la capacidad de La Libertad Avanza para retener votantes desencantados. Espacios como “Somos Buenos Aires” intentaron posicionarse como opción, pero las divisiones internas entre figuras como Florencio Randazzo y Facundo Manes limitaron su proyección.
Por otro lado, el peronismo logró articular una campaña con un eje más claro: nacionalizar la contienda y alertar sobre la necesidad de «frenar a Milei». En este marco, las acciones de gestión de Kicillof, como obras públicas o mejoras en infraestructura escolar, quedaron relegadas a un segundo plano.
Todas las fuerzas políticas enfrentaron una campaña atípica: breve, confusa y desordenada. En ese contexto, las estrategias que buscaban provincializar la elección encontraron poco eco frente a una ciudadanía mayormente preocupada por variables económicas de alcance nacional.
Este domingo, la provincia más poblada del país no solo define representantes: también mide el alcance de los proyectos políticos en pugna y pone en juego liderazgos clave. Los resultados permitirán evaluar si la apuesta de desdoblar fue acertada o no. Hasta entonces, la moneda sigue en el aire.Elecciones en Buenos Aires: una prueba clave en medio de incertidumbre nacional
A horas de la votación en la provincia de Buenos Aires, el escenario político está marcado por la incertidumbre. La decisión de desdoblar las elecciones bonaerenses —tomada por el gobernador Axel Kicillof con el respaldo de la mayoría de los intendentes peronistas— representa una jugada inédita que puso a prueba la cohesión interna del oficialismo, especialmente frente a los sectores más cercanos al kirchnerismo.
El objetivo de esa estrategia era centrar el debate electoral en cuestiones provinciales. Sin embargo, el contexto económico nacional, la volatilidad del dólar, el repunte inflacionario y, más recientemente, la aparición de audios del exfuncionario Diego Spagnuolo denunciando un presunto sistema de recaudación ilegal vinculado a la Agencia Nacional de Discapacidad, alteraron el escenario previsto.
Los audios impactaron especialmente en el electorado indeciso, que en su mayoría había apoyado al presidente Javier Milei en el balotaje de 2023. Aunque el deterioro económico personal suele no romper automáticamente la adhesión política —muchos votantes atribuyen la situación a factores como la herencia económica o el contexto internacional—, los recientes escándalos parecen haber tenido un efecto más directo sobre la percepción del presidente.
A pesar de esto, no se anticipa un vuelco electoral dramático. El voto antiperonista sigue siendo robusto tanto a nivel nacional como en territorio bonaerense. La falta de una alternativa competitiva dentro de ese espacio refuerza la capacidad de La Libertad Avanza para retener votantes desencantados. Espacios como “Somos Buenos Aires” intentaron posicionarse como opción, pero las divisiones internas entre figuras como Florencio Randazzo y Facundo Manes limitaron su proyección.
Por otro lado, el peronismo logró articular una campaña con un eje más claro: nacionalizar la contienda y alertar sobre la necesidad de «frenar a Milei». En este marco, las acciones de gestión de Kicillof, como obras públicas o mejoras en infraestructura escolar, quedaron relegadas a un segundo plano.
Todas las fuerzas políticas enfrentaron una campaña atípica: breve, confusa y desordenada. En ese contexto, las estrategias que buscaban provincializar la elección encontraron poco eco frente a una ciudadanía mayormente preocupada por variables económicas de alcance nacional.
Este domingo, la provincia más poblada del país no solo define representantes: también mide el alcance de los proyectos políticos en pugna y pone en juego liderazgos clave. Los resultados permitirán evaluar si la apuesta de desdoblar fue acertada o no. Hasta entonces, la moneda sigue en el aire.





