Con precios en alza en los mercados de hacienda y márgenes que se mantienen, el sector ganadero atraviesa una etapa de recuperación, aunque no sin desafíos. La caída del consumo interno, el aumento de los costos, la pérdida de stock por la sequía y la incertidumbre en algunos mercados externos marcan los límites de ese repunte.
El consumo de carne vacuna en Argentina se encuentra en su nivel más bajo en tres décadas, con un promedio anual de 47 kilos por habitante y en tendencia descendente. Una mala noticia para los frigoríficos orientados al mercado interno, pero una realidad que contrasta con la situación de los productores. En el inicio de la cadena, pequeños y medianos ganaderos celebran la suba del precio del kilo vivo en los mercados concentradores, tras años de márgenes ajustados, especialmente para quienes producen en campos arrendados.
Un negocio con múltiples velocidades
Mientras el consumo doméstico retrocede, las exportaciones crecieron significativamente con la llegada del nuevo gobierno, que liberó completamente el comercio exterior de carne, incluyendo cortes populares antes restringidos. También se autorizó la venta de ganado en pie para faena en el extranjero, aunque esa medida fue criticada por gremios frigoríficos por su impacto negativo en el empleo local.
No todos los actores del negocio de la carne se ven beneficiados por igual. Los frigoríficos que operan en ambos mercados (interno y externo) compensan la caída en el consumo local con mayores volúmenes exportados. Aquellos que acceden a nichos premium como la Cuota Hilton a Europa o los cupos preferenciales a EE.UU. ven amenazada su rentabilidad por barreras arancelarias, tensiones geopolíticas y recientes declaraciones de funcionarios estadounidenses contrarias a la carne argentina.
Menor stock, más exportaciones
La sequía de 2023 provocó la pérdida de casi 1,5 millones de cabezas, incluyendo más de 900.000 vientres, lo que redujo el stock bovino en un 2,2%, al nivel más bajo en 13 años (51,6 millones de animales). La faena apenas superó los 14 millones de cabezas, pero con una mayor orientación exportadora: en algo más de una década, Argentina pasó de exportar el 5% al 30% de su producción de carne.
Sin embargo, esa tendencia dio señales de cambio: en el primer bimestre de 2025, las exportaciones cayeron un 27% interanual, según datos oficiales, lo que genera incertidumbre sobre la sostenibilidad de este modelo.
Precios firmes y márgenes sostenidos
A pesar de estas tensiones, los precios se mantuvieron firmes en abril. En el Mercado de Cañuelas, el kilo vivo de novillo promedió entre $3.439 y $3.076, según el peso. En el Mercado Agroganadero de Liniers, los valores oscilaron entre $3.150 y $2.300. La cotización récord del ternero, que llegó a $3.614/kg en el Rosgan, sorprendió al sector en plena zafra. Con ese valor, la reposición de vaquillonas preñadas de buena genética se vuelve viable, impulsando la dinámica de la cría.
Con buenos precios y márgenes positivos, especialmente en campos propios, se espera un aumento en la demanda de vientres, clave para frenar la caída del stock.
Cría, recría y feedlot: resultados mixtos
Según proyecciones sectoriales, la cría en campo propio podría alcanzar márgenes brutos de más de US$200 por cabeza, casi el doble que en abril del año pasado. En campos arrendados, en cambio, las cuentas siguen ajustadas, con pérdidas promedio de US$35 por cabeza. El costo del alquiler de la tierra es el principal obstáculo para los productores sin campo propio.
En los sistemas de recría y terminación, los márgenes se mantienen igual o por encima de los de 2024, incluso en campos alquilados. Esto se debe a que los insumos subieron menos que la hacienda terminada. Sin embargo, la actualización salarial presiona sobre los costos.
En los feedlots que operan con maíz propio o comprado, los resultados son aún positivos, aunque menores a los del año pasado. Hay cierta preocupación sobre una posible pérdida de rentabilidad hacia el segundo semestre, especialmente si continúa la apreciación del dólar y aumentan los costos dolarizados.
Perspectivas y desafíos
El sector ganadero se encuentra en un punto de inflexión. Los indicadores actuales muestran una recuperación del negocio de cría, engorde y terminación, con márgenes alentadores y precios sostenidos. Pero el contexto sigue siendo desafiante: el consumo interno sigue cayendo, el stock nacional está en descenso y la volatilidad del mercado externo plantea riesgos.
Para sostener la actividad, será clave estimular la reposición de vientres, mejorar la productividad y asegurar condiciones de rentabilidad en toda la cadena. En un escenario de alta inflación, presión cambiaria y apertura comercial, la ganadería necesita previsibilidad y reglas claras para seguir creciendo sin desbalancear el consumo interno ni perder mercados estratégicos.