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Nueve de Julio
jueves, 28 marzo, 2024

Destinos: Amsterdam

(por Cecilia Lastiri)

Un recorrido por la casa de Ana Frank

 

En la capital de los Países Bajos, precisamente en la calle Prinsengracht 263, se encuentra la casa de Ana Frank. Convertida en museo en 1960, conserva las opresivas instalaciones en las que ella, su familia y otras personas permanecieron ocultas de los nazis, además de documentos, fotografías y el famoso diario.
Durante mis viajes tuve la oportunidad de visitar varios sitios vinculados a las guerras mundiales y otros conflictos bélicos. Pero pocos me quitaron el aliento como la casa de Ana Frank. Sucede que se trata de un lugar muy particular; fue allí mismo donde ella se ocultó junto a su familia durante el régimen nazi, y donde escribió su famoso diario, que luego fuera publicado y leído en todo el mundo.
Ubicada en Prinsengracht 263, Ámsterdam, en 1960 este “escondite” se convirtió en un museo que atesora los manuscritos, cartas, fotografías, material multimedia y objetos originales que ilustran los acontecimientos de aquellos penosos años.
Ana Frank nació el 12 de junio de 1929 en Fráncfort del Meno, Alemania, y estuvo entre los millones de víctimas de la persecución a los judíos durante la Segunda Guerra Mundial.
En 1933, al llegar Hitler al poder e instaurar su régimen, Ana se trasladó junto a su familia a Ámsterdam. Pero en mayo de 1940 el ejército alemán ocupó Holanda, por lo que el 6 de julio de 1942 se vieron obligados a pasar a la clandestinidad en el mencionado edificio de Prinsengracht 263, donde Otto Frank, su padre, tenía una empresa. Más tarde se sumarían al refugio Hermann y Auguste van Pels, su hijo Peter y Fritz Pfeffer.
La propiedad constaba de dos partes: la casa de adelante y la casa de atrás, en cuyas plantas superiores permanecieron los “escondidos”, hasta que los nazis los detuvieron y trasladaron a campos de exterminio, tras una denuncia anónima.
Sólo Otto sobrevivió. Ana falleció a causa del tifus, en el campo de concentración de Bergen-Belsen, en marzo de 1945.
Durante la visita al museo se recorren ambas casas: la de adelante, donde estaban el almacén, las oficinas y el depósito; y la de atrás, que permanece vacía a petición de Otto Frank, a la que se ingresa a través de una estantería giratoria ubicada en el descanso y fabricada especialmente para ocultar el acceso al escondite.
Los visitantes pueden recorrer las oscuras habitaciones que ocupaban los Frank, los Van Pels y la que Ana compartía con Fritz Pfeffer, además del cuarto de aseo.
Como tantas otras niñas, para alegrar su habitación Ana pegó toda clase de imágenes en las paredes; al principio le gustaban las estrellas de cine, y más tarde se interesó por el arte y la historia.
El itinerario dentro del museo es fijo y continúa a través de una pasarela que conduce nuevamente a la casa de adelante, donde hay una sala de exposiciones y del holocausto, las dedicadas a Otto Frank y el diario (ver recuadro), una cafetería con vista hacia el canal Prinsengracht y una tienda.
Sin duda alguna, para aquellos viajeros que les interesa la historia, visitar la casa de Ana Frank en Amsterdam es muy interesante.
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