La ganadería argentina atraviesa una de las crisis más profundas de su historia, marcada por el aumento de precios, la caída de exportaciones y el progresivo despojo de pequeños productores que luchan por sobrevivir. En los últimos dos años, la política económica del país, centrada en la liberalización del comercio, la apertura de importaciones y la retirada del Estado del sector productivo, ha intensificado una crisis que ya venía golpeando fuertemente a todo el sector ganadero.
A pesar de los incrementos interanuales en el precio de la hacienda, detrás de los números se oculta una realidad aún más compleja: el desplazamiento sistemático de miles de productores familiares que abastecen principalmente el mercado interno. El sector ganadero de cría, base del sistema productivo federal, es uno de los más golpeados por el ajuste. En septiembre de 2025, los precios de la hacienda subieron un 60,4%, pero la faena cayó 3,3% y las exportaciones retrocedieron un 11,7% en los primeros ocho meses del año. Si bien los precios de la carne han mejorado, los pequeños productores siguen al borde del colapso debido a los elevados costos dolarizados, el acceso restringido al crédito y políticas pensadas para favorecer a los exportadores.
Carlos Baravalle, vicepresidente de Bases Federadas (BF) y productor de Córdoba, destaca que las políticas del gobierno no están diseñadas para los pequeños y medianos productores. Programas como el crédito “valor producto” benefician principalmente a aquellos con rodeos de gran tamaño, dejando afuera a los criadores familiares que, en su mayoría, manejan menos de 200 vacas. Además, la introducción de medidas como la “caravana electrónica” representa un nuevo costo adicional para los productores más chicos, que apenas pueden absorberlo.
“Desde la llegada de Milei, el precio del ternero duplicó, pero los costos fijos se triplicaron”, señala Baravalle, quien subraya que en el nivel de los pequeños productores esta ecuación resulta insostenible. La especulación cambiaria, los precios atados al dólar y la falta de financiamiento han disparado el endeudamiento y la caída de la producción.
La falta de políticas públicas coherentes también impacta en otros sectores, como el porcino. La importación masiva de carne desde Brasil ha desplazado a los criadores locales. Entre enero y agosto de 2025, las importaciones de carne porcina aumentaron un 525%, afectando la competitividad de las granjas nacionales y deteriorando aún más la balanza comercial.
En el norte de Santa Fe, la crisis productiva se agrava por una emergencia hídrica que lleva décadas sin solución. En los Bajos Submeridionales, la sequía extrema y las inundaciones prolongadas han causado estragos en la ganadería local. Silvina Asturiano, presidenta de la Filial Villa Minetti de la Federación Agraria Argentina, explica que las fuentes de agua en la región están tan mineralizadas que ya no son aptas para el ganado. La falta de políticas hídricas de largo plazo ha convertido a la ganadería en una actividad cada vez más inviable en la zona.
La ganadería sigue siendo la principal actividad económica en los Bajos Submeridionales, con 3,5 millones de hectáreas dedicadas a la producción de terneros. Sin embargo, los productores locales deben recurrir a medidas extremas como acarreo de agua en camiones y compra de rollos de pasto, mientras las tasas comunales siguen vigentes incluso en tiempos de emergencia. El gobierno provincial ha sido acusado de hacer oídos sordos a la crisis, ofreciendo créditos a tasas inalcanzables para los pequeños productores y dilatando la asistencia prometida.
Frente a este panorama, distintas organizaciones, como la Mesa Agroalimentaria Argentina, reclaman una política federal que priorice la producción nacional y el mercado interno. Proponen un Plan de Producción de Alimentos que incluya precios de referencia, créditos accesibles y un fondo de estabilización de insumos. En un país donde la ganadería es esencial para la soberanía alimentaria, los pequeños productores piden medidas que no solo miren la rentabilidad, sino también la sostenibilidad de la producción y el arraigo rural.





