El giro en los resultados electorales de la provincia de Buenos Aires entre septiembre y octubre se explica por dos factores clave: el crecimiento en la participación electoral y la reconfiguración de los apoyos a los distintos frentes. La Libertad Avanza (LLA) logró captar un número significativo de votos gracias a la mayor afluencia de votantes y a la desintegración de opciones de tercer partido, mientras que el peronismo, especialmente a través de Fuerza Patria (FP), perdió apoyo, lo que resultó determinante en el resultado final.
El incremento en la participación electoral entre las elecciones provinciales de septiembre (61%) y las nacionales de octubre (68%) permitió a LLA sumar nuevos adeptos. Este aumento, especialmente en la última semana de campaña, impulsó la reactivación de un sector del electorado que había permanecido relativamente distante. Además, los votos que en septiembre fueron a otras opciones, como las de los intendentes locales, migraron hacia la fuerza de Milei. En contraste, el peronismo perdió apoyo en diversas localidades, lo que se tradujo en una merma que, aunque leve en términos absolutos, fue crucial a la hora de definir los resultados.
La pérdida de aproximadamente 120.000 votos del peronismo en Buenos Aires (descontando a los votantes extranjeros habilitados solo para elecciones locales) resultó determinante en la diferencia final entre LLA y FP, que fue de solo 46.000 votos. Aunque esta cifra puede parecer pequeña en comparación con los 420.000 votos que perdió el peronismo en el Norte del país entre las legislativas de 2021 y 2023, en el contexto de una elección altamente polarizada, fue suficiente para cambiar el curso de la contienda.
La estrategia del gobierno nacional, que había planteado las elecciones como un plebiscito sobre la continuidad de Javier Milei en el poder, también contribuyó a esta dinámica. El temor a una crisis económica similar a la de 2001 y la incertidumbre en los mercados terminaron por movilizar a una parte del electorado, llevando la contienda a una polarización extrema. En este escenario, varios distritos clave del país, incluyendo Buenos Aires, se definieron por márgenes mínimos.
En la provincia de Buenos Aires, donde LLA logró la victoria, la diferencia final fue de unos 46.600 votos. Aunque aún faltan contar más de 130.000 sufragios, los resultados iniciales dan cuenta de una tendencia a favor de la fuerza libertaria. Sin embargo, el análisis de la elección muestra que la polarización no fue homogénea en toda la provincia. En lugares como San Martín, el peronismo mantuvo su predominio en las zonas más empobrecidas, aunque con un margen de diferencia mucho menor al de septiembre. En algunas escuelas de José León Suárez, el voto a LLA aumentó significativamente, reduciendo la distancia entre ambos espacios políticos.
Por otro lado, en San Miguel, un municipio más acomodado, la recuperación de votos por parte de LLA fue aún más evidente. De una diferencia de 10 puntos a favor del peronismo en septiembre, el resultado final de octubre reflejó una ventaja de 5 puntos para los libertarios, con un saldo de 27.200 votos ganados por LLA frente a solo 7.600 de FP. Este fenómeno se repitió en casi todos los municipios bonaerenses, con excepción de Tres de Febrero, que experimentó una pequeña pérdida para LLA.
La recuperación de la Libertad Avanza en la provincia de Buenos Aires fue notable, con LLA sumando votos en 134 de los 135 municipios. Sin embargo, el peronismo, a pesar de ganar en varios municipios, sufrió una «sangría» significativa de votos, con grandes pérdidas en distritos clave como La Matanza, Esteban Echeverría, Merlo y Quilmes, entre otros. A pesar de seguir ganando en algunos de estos territorios, la pérdida de apoyo fue crucial en el contexto de una elección tan polarizada, donde cada voto cuenta.
Este análisis subraya la importancia de la estrategia electoral en un contexto de alta polarización y refleja cómo pequeños movimientos en la participación y el apoyo pueden cambiar drásticamente los resultados en una provincia clave como Buenos Aires. La dinámica de estos 50 días muestra un panorama electoral más fluido y cambiante, en el que los márgenes de diferencia se reducen y la capacidad de movilización de cada fuerza se convierte en un factor decisivo.





