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Nueve de Julio
martes, 19 marzo, 2024

Rincón literario: La máquina de coser

(Por Raúl José Castronuovo – Facundo Quiroga- Bs.As.)

Esta máquina de coser es parte de la historia de mi familia, y por qué no, un testimonio de la vida del pueblo. Siempre estuvo ahí, presente desde mis primeros recuerdos de la infancia, cuando mi padre en su sastrería, la manejaba con el acompasado movimiento del pedal e inclinado el torso levemente sobre la tela dirigía eficientemente el recorrido de la aguja, convirtiendo el paño en una parte de la prenda que luego vestiría elegantemente al cliente de turno.

Yo no aprendí a usarla, ya que mi precaria tarea con ella era lustrarle el mueble y los hierros del pie con bencina, un solvente que comprábamos en el negocio de don Ernesto Scrivanti, en tareas más específicas ayudaban mi madre y mi hermano Daniel.

Era costumbre en aquellos años que los hombres se hicieran trajes a medida; imposible asistir a un baile o fiesta familiar sin  vestir de traje y corbata; recuerdo que para fechas claves como Navidad, Patronales y aún para carnaval, mi padre trabajaba hasta altas horas de la noche para poder entregar a tiempo las prendas, más aún para casamientos, ocasiones en que novios y padrinos requerían los consejos de “Don Jose” con respecto a cómo combinar zapatos, corbatas y hasta el pañuelo que se usaba en el bolsillo superior del saco, a veces adornado con algún reborde especial.

Era habitual que cerca de las 22 horas, mientras mamá esperaba con la cena casi lista, papá continuaba en la máquina o aprovechando el carbón encendido de la plancha, que terminada la tarea colaboraba con la calefacción de la casa. ¡Era una delicia, antes de acostarnos, pasar la plancha tibia por las sábanas y disfrutar de ese calorcito hasta que el sueño llegara!

En todos estos recuerdos que surgen espontáneamente al tomarme la tarea de pintar el pie de esta vieja “CABIRO” que aún se encuentra activa cuando la oportunidad la requiere, para arreglar alguna prenda familiar y hasta reparar las sufridas pilchas y mochilas de los nietos, se suman las largas charlas de mi padre en aquellas noches con el Padre Antonio Villellas, los hermanos Rafael y Ramón Giusti, con los que a veces nos enfrentábamos en una partida de ajedrez junto a mi hermano.

¿Cuántos sueños habrán volcado en silencio Don Jose y Angelita sobre esta máquina mientras cosían y cosían para mantener la economía familiar?  ¿Cuántas veces habrán pensado en nosotros, sus hijos, mientras hilvanaban caminos de estudio asegurando nuestro futuro? Nunca lo dijeron, para ellos el esfuerzo era algo natural, pero esta máquina  seguramente lo sabe y en su acompasado mecanismo lo repite , porque a pesar del inexorable paso del tiempo, ella sigue siendo testimonio de esta historia, historia de mi familia , y parte también de la vida pueblerina que hoy he querido compartir con Ustedes,

Raúl José Castronuovo

Facundo Quiroga- Bs.As.

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