13 Dic 2025
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Nueve de Julio

El rol de la importación en la reconfiguración del mercado argentino

El shock antiinflacionario impulsado por el gobierno de Javier Milei está alterando con intensidad la estructura productiva y comercial del país. En medio de una apertura acelerada y un consumo debilitado, grandes compañías nacionales comenzaron a sustituir proveedores locales por bienes terminados importados, en busca de una reducción inmediata de costos y de un ancla para los precios minoristas. El movimiento, inicialmente defensivo, está generando un efecto colateral: la aparición de fabricantes extranjeros —especialmente asiáticos— como actores directos dentro del mercado argentino.

Un informe reciente del Centro de Economía Política Argentina (CEPA) identificó a las empresas que expandieron sus compras externas hacia categorías de consumo final que en 2023 no formaban parte de su estructura de importación. El fenómeno se observa en rubros alimenticios, higiene y tocador, indumentaria, calzado y muebles. El resultado es visible en góndolas y vidrieras: fideos, aceites, chocolates, panificados, ropa y calzado provenientes del exterior, mayoritariamente de origen asiático.

En el sector privado prevalece una lectura orientada a la eficiencia. Según explicaron fuentes empresarias, la importación responde a dos racionalidades principales: ampliar surtidos donde la oferta local es limitada y aprovechar los menores precios internacionales como vector competitivo. “Cuanto más simple el producto, más conveniente es traerlo; cuanto más complejo, mejor funciona para variedad”, resumió un referente del retail.

Algunas firmas relativizan el impacto. “Exportamos entre USD 400 y 500 millones anuales e importamos menos de USD 80 millones. La relación es 5 a 1 y es marginal en nuestra balanza interna”, señaló un ejecutivo del sector alimentario, que atribuyó los aumentos recientes en importación a movimientos tácticos.

Pero entre industriales de peso la preocupación es creciente. Temen que esta estrategia de supervivencia derive en un proceso de desarmado de la cadena de valor local. La dinámica es conocida: empresas argentinas buscan proveedores chinos para bajar costos en insumos; luego, por la conveniencia cambiaria, pasan directamente al producto final importado. Una vez consolidada la marca en el mercado argentino, la propia empresa china ingresa de forma directa, transformándose en un competidor pleno.

Las empresas que se sumaron a la ola importadora

El relevamiento del CEPA detalla aumentos significativos en compañías sin antecedentes recientes de importar bienes finales:

  • Golosinas: Ferrero Argentina lideró con USD 27,5 millones en chocolates y dulces (Kinder, Nutella).
  • Fideos: Arcor incorporó USD 1,7 millones; Carrefour, USD 0,9 millones; Cabrales, USD 0,7 millones.
  • Carnes: Riosma (USD 4,5 millones) y Paladini (USD 3,9 millones).
  • Aceites y manteca: Bonafide (USD 1,4 millones) y Sol Frut (USD 1,3 millones).
  • Panificados: Carrefour, USD 5,6 millones.
  • Indumentaria: TAC Argentina (Zara) registró USD 38,5 millones en ropa y USD 3,2 millones en calzado, volúmenes inéditos frente a 2023.
  • Deportes: Southbay (Nike) importó USD 38,2 millones en calzado y USD 13,3 millones en indumentaria; Verlop (Adidas), USD 15,4 millones en zapatillas.
  • Perfumería y hogar: New PGA SRL (USD 25,6 millones) y P&G (USD 25 millones).
  • Muebles: Naldo Lombardi, USD 1,2 millones.

Un récord histórico en bienes de consumo

Entre enero y septiembre de 2025, las importaciones de bienes de consumo alcanzaron USD 8.376 millones, el nivel más alto registrado, y superaron en 25,3% el pico de 2018. El dato se contrapone a la caída de insumos productivos: los bienes intermedios retrocedieron 18,3% y las piezas para bienes de capital, 5,7%.

La apertura también multiplicó la cantidad de operadores: hay 9.325 empresas adicionales importando bienes de consumo respecto de 2023, un crecimiento del 70%. Ejemplos paradigmáticos se observan en electrodomésticos —con importaciones que aumentaron 217,7% mientras la producción local cayó 25,7%— y en textiles, donde la entrada de ropa extranjera creció 61,8% frente a un retroceso del 18,9% en la fabricación nacional.

La foto revela un proceso más profundo que una simple respuesta táctica a la caída del consumo. La economía se encuentra ante una reconfiguración estructural: el precio internacional opera como referencia dominante y la industria local enfrenta un esquema competitivo más amplio, más veloz y más próximo.

La incógnita que sobrevuela a cámaras empresarias y autoridades económicas es si este nuevo patrón comercial contribuirá a estabilizar los precios o consolidará una dependencia importadora difícil de revertir en el mediano plazo.

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