El hallazgo de una placa de mármol, olvidada durante décadas, arroja luz sobre un momento cargado de simbolismo en la historia argentina: un acto oficial que reunió en un mismo lugar a Juan Domingo Perón, Juan José Valle y Pedro Eugenio Aramburu. Fue el 6 de mayo de 1955, apenas cuarenta días antes del bombardeo a Plaza de Mayo.
La coincidencia temporal e histórica estremece. En tiempos donde la serie El Eternauta despierta interés en nuevas generaciones, muchos descubren apenas ahora que la historieta original fue concebida en un contexto marcado por la violencia política y el terror. Este domingo, el nieto de Héctor Germán Oesterheld afirmó con contundencia: «El Eternauta no habría existido si no hubieran bombardeado la Plaza de Mayo en el ’55».
La vigencia de la serie pareciera delinear un hilo de continuidad en la historia argentina: desde aquel ataque aéreo sobre civiles, hasta la desaparición del propio Oesterheld y su familia, víctimas del aparato represivo del Estado. La imagen de un enemigo invisible, omnipresente y letal, que atraviesa la historieta, se vuelve perturbadoramente premonitoria.
La placa hallada en Bahía Blanca, correspondiente a la inauguración del Hospital Militar, registra los nombres de quienes asistieron a ese acto institucional. Entre ellos:
– El entonces presidente Juan Domingo Perón.
– El Director General de Ingenieros, general Juan José Valle.
– El Director General de Sanidad, general Pedro Eugenio Aramburu.
La inscripción reza:
«El Ejército materializa en esta obra su inquebrantable fe en la doctrina de la nueva Argentina».
La imagen mental de Valle y Aramburu dándose la mano ese día es poderosa. ¿Imaginaba Valle que sería fusilado apenas un año después, tras liderar una fallida rebelión contra la dictadura que Aramburu encabezaría? ¿Preveía Aramburu, al estrechar esa mano, que terminaría asesinado por Montoneros en 1970, símbolo trágico de una violencia que no haría más que escalar? ¿Pensaba Perón en su futuro regreso, décadas después, envejecido y en un país aún más convulsionado?
La placa, que fue enterrada tras el golpe de 1976 y rescatada en los años recientes, se transforma en testimonio mudo de un instante donde la historia argentina pareció contener, en un solo acto, las semillas de sus tragedias futuras.