14 Dic 2025
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Nueve de Julio

Alquileres: precios descontrolados y un salario mínimo que no alcanza

A dos años de la desregulación del mercado de alquileres, los precios aumentaron más del doble de la inflación y el salario mínimo apenas cubre la mitad de un alquiler promedio

Dos años después de la promulgación del DNU 79/2023, que eliminó la Ley Nacional de Alquileres y desreguló por completo el sector, los alquileres en Argentina han escalado a niveles alarmantes. En este contexto, los ingresos de la mayoría de los trabajadores han quedado muy por detrás de esta alza. De acuerdo con los últimos datos oficiales, mientras la inflación interanual alcanzó el 31,4%, los alquileres subieron un 77,7%, es decir, más del doble.

El impacto más crudo de esta desregulación se observa en el poder adquisitivo de los inquilinos. El salario mínimo, congelado en $322.000 hasta octubre pasado bajo la gestión de Javier Milei, solo cubre el 64% del valor de un monoambiente, sin contar las expensas, que han subido tanto que ahora absorben el 25% de los ingresos de los trabajadores. Este retroceso salarial, que supera el 35%, deja al salario mínimo en su nivel más bajo en tres décadas.

De esta manera, la magra situación de los ingresos de los hogares se convierte en la otra cara del cada vez más alarmante problema para acceder a una vivienda en alquiler en nuestro país. En detalle, si se toman los valores de alquiler de la Ciudad de Buenos Aires (CABA), se observa que el salario mínimo de noviembre (de $322.000) cubrió solo el 64% del alquiler de un monoambiente, sin contemplar el gasto de expensas. En el caso de Rosario, los trabajadores que perciben ese mismo salario destinaron el 99,3% del mismo al pago del alquiler de un monoambiente, sin contar expensas ni resto para vivir.

Una Brecha Insostenible

A partir de la derogación de la ley de alquileres, los aumentos mensuales de los precios superaron con creces a la inflación, creando una presión insoportable sobre los hogares inquilinos. Además, las expensas, que solían representar el 10% del ingreso, hoy ocupan el 23%, lo que multiplica aún más la carga. Hoy, los inquilinos se enfrentan a un dilema fundamental: ¿cómo pagar un alquiler sin que el resto de las necesidades básicas queden relegadas?

Los alquileres de un monoambiente en la Ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, alcanzan los $500.000, mientras que los de dos y tres ambientes se sitúan en $650.000 y $850.000, respectivamente, cifras que subieron entre un 8,3% y un 10,3% en solo un mes, muy por encima de la inflación mensual de 2,5%. Estos aumentos, que no incluyen las expensas, se suman a un panorama de inaccesibilidad para las clases medias y bajas, que se ven forzadas a desplazarse a zonas periféricas, donde la infraestructura y los servicios son de menor calidad.

Este fenómeno se repite en otras ciudades del país. En Rosario, los precios de los alquileres en noviembre de 2025 registraron un aumento interanual de hasta el 68,4% para monoambientes, y del 57,1% para departamentos de tres ambientes, nuevamente, muy por encima del índice de inflación. Y como en la Capital, los precios no incluyen las expensas, que en la ciudad santafesina ya suponen el 16,6% del costo del alquiler.

El Salario Mínimo bajo Fuego

Mientras tanto, el salario mínimo sigue siendo insuficiente para cubrir las necesidades básicas. Actualmente, el 22,6% de los trabajadores ganan menos que el salario mínimo, cifra que asciende al 30,6% en mujeres. La precarización laboral afecta a casi la mitad de la población trabajadora (46,2%), mientras que el 31,8% de la población total se encuentra bajo la línea de pobreza. Esta disparidad ha impulsado la creciente morosidad en los alquileres, a la par de la expansión de un crédito informal que se ve como una respuesta desesperada frente a la crisis.

No obstante, el golpe va más allá del ingreso mínimo y es generalizado. Un estudio del Instituto Gino Germani de la Universidad de Buenos Aires (UBA) alertó que el 72% del conjunto de los trabajadores (formales e informales) percibió un sueldo inferior a $1.000.000 por mes, es decir, por debajo de la Canasta Básica ($1,2 millones). Esta situación afectó al 58% de los asalariados formales, al 89% de los asalariados no registrados y al 88% de los cuentapropistas.

Una Crisis Habitacional de Grandes Dimensiones

Así las cosas, la consecuencia más clara de la desregulación del acceso a la vivienda es el desgaste cotidiano para intentar sobrevivir: hogares que se endeudan para sostener un contrato, jóvenes que posponen su independencia y familias que son desalojadas de sus hogares. Sin medidas que atiendan la desigualdad de la relación entre ingresos y vivienda, el costo de alquilar seguirá siendo un peso creciente, donde se pone en juego -nada más y nada menos- que la posibilidad de un techo donde vivir.

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