Mercedes Monzón, ganadora del premio Lía Encalada de Mujeres Rurales Argentina otorgado por primera vez en la facultad de Agronomía de la UBA en marzo de 2022 (MRA) dónde se destacó su labor en Economías Regionales. Es una chaqueña que fue docente durante 30 años y hoy, ya jubilada y con dos hijas adultas, se mantiene activa y con muchos sueños por concretar. Es escritora, apasionada de la naturaleza y transmite una calidez que se siente en sus palabras. “Siempre dije que el premio no es un reconocimiento para mí, representa a las mujeres de mi pueblo. Lo tomó como un abrazo fuerte, esos sin apuros, de todas las mujeres de MRA, como si Lía nos susurrara al oído que lo estamos haciendo bien, que este es el camino”.
Nació ocasionalmente en Resistencia, porque allí estaba el sanatorio, y vivió en Puerto Vilelas hasta que llegó la pandemia. En ese año, con su esposo Sergio decidió aislarse en el campo que tenían desde hace 10 años para poder trabajar y hacer su vida normal sin poner en riesgo a nadie.
En su hogar siempre hubo niños: con dos hijas, Carla y Mónica, muchos de sus amigos llegaban para tomar clases de apoyo, convirtiendo su calle o la vereda en patio de juegos. “En esa casa vivía mi suegra, también maestra, y ella ayudaba a hacer la tarea. Primero llegaban los niños más pequeños, que después iban creciendo y traían a sus hermanitos, siempre fue un juntadero de chicos y adolescentes. Hasta se armó una canchita de voley en mi calle, y así se iban repitiendo las historias”, relata.
Después de tres décadas de esa labor tan bella que todavía la emociona, con su hija mayor a punto de recibirse de médica y la menor estudiando arquitectura, decidió que había llegado el tiempo para ella para estudiar en la Escuela Agropecuaria: “tenía conocimientos empíricos que aprendí de mi familia: cómo hacer una huerta, mantenerla, plantar un árbol y en mi casa había plantines de hierbas o plantas, pero conocimientos reales desde la ciencia. no”, aclara.
Su deseo por aprender la llevó al Centro de Biotecnología Agroforestal en la ciudad de Resistencia: “desde el primer momento que entre allí, supe que iba a aprender lo que yo quería que fuera mi trabajo una vez jubilada y así fue. Conocí sobre la reproducción de árboles, la producción de plantas florales y hasta diseñar un espacio verde”, se apasiona.
Después de recibirse Mercedes decidió emprender un camino con su proyecto de viveros bajo el brazo para que la escucharan y así poder lograr su sueño de fortalecer el colectivo de las mujeres de su zona, tejiendo redes en La Eduvigis y Selvas del Río de Oro, localidades rurales ubicadas al centro de su norteña provincia.
“Al llegar a la Eduvigis a la hora de la siesta no había nadie, entonces decidí continuar hasta Selva, a 14 km de ripio. Me acerqué a preguntar en un puesto sanitario donde había una enfermera y ella me dijo déjemelo, que por acá pasa la intendente y cuando la vea se lo doy. Así fue que al otro día la intendenta Carina Mitoire me llamó. Deseaba hacer algo por las mujeres de su pueblo y entendió perfecto el proyecto. Desde ahí, no paramos nunca más”, cuenta.
De esta gran alianza de trabajo ya hace 6 años. Las primeras 5 mujeres se multiplicaron, hoy algunas ya no están, otras siguen con el emprendimiento, pero la contención y la red está más sólida que nunca. “Mercedes, esto va a ser para las mujeres”, dijo la intendenta, y allí lograron el primer vivero con un grupo reducido.
Al mes ya tuvieron otro vivero y al año el tercero. Como las chicas percibían un sueldo de la Municipalidad y también podían vender lo que producían, Mercedes propuso el segundo desafío el segundo desafío; organizarlas en la producción de las huertas orgánicas.
“Es cuestión de maternar, lo lindo de esto es nutrirte de mujeres más grandes o más jóvenes en las cuales vos sientas que hay mucho valor todas lo tenemos. El trabajo más duro que tuvimos que hacer con las chicas y el grupo fue encontrar el Ser de ellas. Fue lo más costoso, llegar a que se reconozcan, convencerlas. A nosotros nos contaron que somos débiles, que no trabajamos en nuestras casa, que necesitamos de otro para hacer lo que en realidad sabemos hacer, que no vale tanto creer en nosotras. Cambiar todo eso fue un proceso desde adentro”, cuenta.
Al llegar a una zona rural como la Eduvigis y Selva, con muchas mujeres a las que el tiempo no les alcanzaba sin siquiera reconocer las labores rurales que realizaban con sus pequeñas huertas para autoconsumo, el trabajo de una nueva forma de produccion orgánica era toda una tarea por concientizar: “Estos dos pueblos están rodeado de estancias y grandes producciones de monocultivos, donde muchas mujeres terminan trabajando en forma muy precaria, generalmente en negro. Por eso las alentamos a que puedan tener una huerta diversificada y vender esos productos o realizar elaboraciones con ellos. Hoy ya tenemos 150 familias que producen en su huerta”, dice.
Por medio de un grupo de WhatsApp ofrecen las verduras, los plantines y las elaboraciones que surgen de las manos de este organizado grupo que en facebook se las conoce como De alma Vivero. También desde la Municipalidad se las acompaña con el traslado para las ferias a otras localidades como General San Martín o Resistencia: “Ahí no solo van las chicas que tiene huerta sino también las emprendedoras que venden pastelitos, hacen queso casero o dulces”, detalla Mercedes.
Tejiendo lazos
Mercedes cuenta que esta empatía y su compañerismo con las mujeres es una de las virtudes que descubrió por lo recibido de las mujeres de su familia y desde que reconoció la mirada de sus hijas puesta en ella.
Y continúa: “ preparé el camino y les pedí a mis amigos profesionales que sabían cómo explicarles que ellos continúen la labor. Tendí esa red hasta que ellas se dieron cuenta que su tiempo y esfuerzo tiene un precio. Que no corresponde que vayan a vender, les pregunten ¿cuánto es señora? y ellas respondan lo que usted me quiera dar. Cuando logramos sanar ese ser, ellas pudieron arrancar todas juntas. El reconocimiento de ellas como mujeres autónomas nos habla en plural porque es un cambio de todas”, concluye.
Mercedes escribió una historia muy linda en base a lo que percibía de sus vecinas y ese sacrificio invisibilizado que poco a poco pudo ser desterrado. En el link que acompaña este artículo podrás descubrirla y maravillarte con su lectura.
«Mi vecina ama de casa» (click en el link debajo)
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