Mientras el Gobierno celebra una desaceleración de precios, los datos revelan el verdadero ancla del plan económico: el freno salarial. Las paritarias se ubican en el nivel más bajo en cinco años, los ingresos reales siguen en caída, y se profundiza la precarización laboral. El consumo y la actividad se estancan en plena campaña electoral.
A la espera del dato de inflación de septiembre, que el INDEC difundirá este martes, un indicador anticipado reavivó el debate sobre el supuesto éxito del Gobierno en materia de precios: el ritmo de ajuste de las paritarias cayó al nivel más bajo de los últimos cinco años. En paralelo, por primera vez desde que asumió Javier Milei, la proporción de industriales que prevé un deterioro de su actividad supera a quienes esperan mejoras, según la última encuesta del INDEC.
La “ancla” del plan económico, presentado como desinflacionario, no es otra que el salario real. El último relevamiento mostró que solo dos gremios (Estacioneros y Alimentación) lograron en agosto acuerdos paritarios por encima del 1,9% de inflación mensual. La mayoría firmó aumentos de apenas 1%, muy por debajo del alza de precios.
Lejos de ser una victoria del programa económico, los bajos niveles de inflación mensual tienen como contracara la pérdida de poder adquisitivo. El pass-through —el traslado de la suba del dólar a precios— sigue presente, pero ahora lo absorbe el bolsillo con salarios contenidos. El Gobierno apuesta a sostener la desinflación mediante ingresos congelados y caída del consumo, a pesar del calendario electoral.
Una economía que se enfría
Con los motores de la recuperación agotados, la actividad entró en una meseta desde que se levantó el cepo en abril. En julio, el EMAE retrocedió 0,1% desestacionalizado, acumulando cinco meses de caída. Las consultoras privadas ajustaron sus proyecciones de crecimiento: ahora estiman 4% anual, por debajo del 5,4% que mantiene el oficialismo.
La pérdida salarial es generalizada. Según la consultora C-P, el salario privado acumula una caída real de 4% en lo que va del año y no muestra señales de recuperación. Los sueldos públicos, tras un fuerte ajuste inicial, apenas recuperaron 5 puntos de los 20 perdidos, y siguen 33% por debajo del nivel de 2017.
Según estimaciones del observatorio MATE, cada trabajador privado perdió en promedio $1,7 millones desde el inicio de la gestión, mientras que un empleado estatal resignó unos $8,1 millones. A su vez, el Salario Mínimo, Vital y Móvil perdió el 43% de su poder de compra real respecto a 2019 y más del 56% en comparación con 2015. Hoy representa menos del 20% del salario promedio registrado.
Caída del empleo formal y más precarización
El deterioro laboral también se evidencia en el empleo formal. Desde diciembre de 2023 se perdieron casi 190.000 puestos registrados en el sector privado. Según cifras oficiales, casi 300.000 personas pidieron el seguro de desempleo desde el cambio de gobierno. Solo en 2025 ya se registraron más de 112.000 despidos, el 60% en la industria, comercio y construcción.
El gobierno busca avanzar con una nueva reforma laboral en plena campaña, a pesar de que la experiencia histórica muestra que legalizar formas precarias de contratación no genera empleo sostenido. En línea con esto, crece el número de ocupados en condiciones informales: la tasa de informalidad alcanzó el 43,2% en el segundo trimestre, la más alta en 17 años.
También aumentó la proporción de trabajadores que buscan más horas o nuevos empleos: la ocupación demandante trepó al 17,1%, reflejando que los ingresos no alcanzan y el pluriempleo se vuelve norma. Según datos del INDEC, el número total de ocupados es hoy similar al de 2018 y se encuentra un 2,1% por debajo del pico registrado en agosto de 2023.
Inflación: ¿ancla salarial o ancla cambiaria?
Pese a los saltos del dólar, la inflación mensual se mantiene contenida, pero septiembre mostraría un leve repunte. El índice de precios de la Ciudad de Buenos Aires trepó 2,2%, impulsado por alimentos, y las consultoras privadas ubican el dato nacional en torno al 2,0–2,3%.
Aunque el Gobierno insiste en que la inflación está bajo control, los números muestran que el principal factor detrás de esa moderación es el deterioro del salario. La desaceleración de los acuerdos paritarios llegó antes que la de los precios, lo que sugiere que los trabajadores siguen siendo la variable de ajuste.
Con ingresos reales en caída, empleo informal en alza y consumo estancado, el modelo de estabilización encarado por la actual gestión se sostiene —por ahora— sobre una delgada base de recorte social. La pregunta es cuánto más podrá sostenerse antes de que el costo político y económico comience a pasar factura.





