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jueves, 25 abril, 2024

Liderazgo: Cosas que un buen jefe debería decir diariamente (Parte 2)

Ser Jefe, lleva mucho de liderazgo y no solo dar órdenes, sino conformar un equipo que logre cumplir sus objetivos.

En más de un sentido, la cabeza de una organización establece el estilo de comunicación que se vive en una empresa. La comunicación crea cultura, para bien o para mal, y la manera en que un jefe se comunica con su equipo determina la potencia, lealtad y creatividad con la que resolverán los retos que han de enfrentar juntos.

La tarea del jefe consiste en poner a las personas correctas en los lugares correctos… y permitirles el éxito.

Entre el líder y su equipo existe una larga conversación. De fondo, no alcanza con que el jefe haga sus funciones necesarias de indicar un rumbo y dar órdenes, sino que, si quiere alcanzar el éxito en su empresa, ha de aprender a desarrollar una relación humana que favorezca el crecimiento de todos los involucrados.

Los consejos del 1 al 4 los detallamos en la edición anterior. Ahora tomá nota del 5 al 10.

5. “¡Qué buena idea! Contame más”

Eres jefe. Eres director. Lo entiendo. Eres un tipo ocupado. Además, ya te gastaste tres tardes planeando cada proyecto del año. Por si fuera poco, vas tarde para una comida. Y en este momento viene Pepe a decirte que se le ha ocurrido esto o aquello. Hasta trae una carpeta en la mano. ¡Dios nos libre!

Hace tiempo que la “política” de puertas abiertas ha dejado de ser suficiente. Directores modernos como Richard Branson (fundador de Virgin Group) y Tony Hsieh (Fundador de Zappos) prefieren tomar la delantera y practican lo que algunos llaman “Managing by Wandering Around” (dirigir saliendo a pasear), que es exactamente aquello a lo que suena: abandonar sus oficinas (a diario) para caminar por la empresa, saludando a las personas, preguntando cómo están y permitiendo comentarios e ideas novedosas. No lo hacen para aterrar a sus empleados (¡Ahí viene el jefe, cuidado!), sino para abrir los oídos a problemas, soluciones y ocurrencias.

“Ya está decidido”, “Así lo hemos hecho siempre”, “No tengo tiempo ahora” son tres frases que destruirán la innovación y la creatividad en poco tiempo. Cuando venga Pepe con su idea y su carpeta, escúchalo y anímalo a intentarlo. Si no tienes tiempo, entonces cítalo pronto y dedícale el tiempo que sea necesario; no como una distracción, sino como una posible veta de negocio y crecimiento.

Y de pasada, fortalece la relación, la satisfacción y la lealtad en José. Abre tu puerta, sal a caminar, diviértete y prepárate para escuchar de todo.

6. “Vamos a resolverlo juntos ¿Ideas?”

A veces las cosas salen mal. Muchos líderes miopes dedicarán horas y días y años a encontrar culpables; pero esto suele resultar una pérdida de tiempo gigantesca, sobre todo en medio del problema. Cuando un problema o una crisis irrumpe, no se buscan culpables: se buscan soluciones y responsables.

Si a media noche despiertas en tu casa y percibes un fuerte olor a humo (¡se incendia!) no te pondrás a investigar quién fue, o de quién fue la culpa. Has de tomar acción inmediata y ordenar a quienes puedan ayudar: no que saque a los niños; otro que apague la fuente; otro que llame a emergencias. Salir del problema en equipo, como equipo, de forma proactiva y estratégica. Ya habrá tiempo para buscar al culpable.

Es la señal inequívoca de un jefe mediocre el buscar culpables ante un problema, porque es una forma instintiva y un tanto cobarde, de cubrirse las espaldas con un chivo expiatorio.

Preguntar por ideas ante un problema no te hace menos sabio o poderoso. Por el contrario, mostrar vulnerabilidad y disposición fortalecerá tu autoridad moral entre tus colaboradores, sentando bases para una relación duradera.

7. “Nos equivocamos. ¿Cómo lo corregimos?”

Por supuesto, todos nos equivocamos de vez en cuando, y nos hace muy bien contar con una persona que pueda corregirnos. Esta tarea suele caer en las espaldas del jefe; que hará tan mal al evitarlo como al regañar con demasiada severidad.

Aprender a corregir con amabilidad es una de las cosas más difíciles; y también una de las que crean mayor unidad en el equipo. Si un colaborador tuyo ha cometido un error, hazle saber que lo has notado, y busca pronto una solución; sin emplear el miedo o la amenaza sino, por el contrario, apalancado en la confianza y la certeza.

Una vez corregido, no se volverá a tocar el tema ni lo traerás a colación cuando te sea conveniente. Recuerda que no es –nunca es- “tú vs. tus empleados”, sino “tú y tus empleados”, tal cual se tratara de una familia, permitiendo la salida o el despido solamente como último recurso, cuando se han agotado todos los demás.

8. “Saber decir No sé”

Las dos palabras más difíciles de pronunciar en el idioma español no son “te amo”, “lo lamento” o “por favor”, sino la kriptonita de muchos líderes: “no sé”.

Como líder, tienes una presión constante por mantener la apariencia de autoridad técnica: que todo el mundo sepa que sabes qué hacer, cómo hacerlo y cuándo hacerlo. Después de todo, por eso eres el jefe ¿o no?

En su libro “The Culture Code”, Daniel Coyle afirma que los tres elementos fundamentales para lograr una buena cultura en la empresa son Seguridad, Propósito y Vulnerabilidad. Las personas no siguen a “jefes perfectos” sino a “jefes humanos”, con fallas y errores, iguales que ellos.

Si no sabes di, simplemente “no sé, pero prometo investigar”, y si sientes que falta más, sigue buscando cursos y espacios en donde puedas aprender una de las quinientas mil cosas que no sabes. No es necesario que blofees hasta que te sangren las orejas: pregunta, investiga y admite tus límites. Después, rómpelos.

9. «La Reunión termina a las 12:30”

Los jefes mediocres causan un aura de incomodidad a su alrededor porque no respetan el tiempo de sus subordinados. Pueden llamar a quien sea, en cualquier momento, y pedir lo que sea, porque son “el jefe” y todo el mundo debe acudir a sus caprichos.

Las reuniones de trabajo pueden ser una tortura si el jefe no les pone hora de entrada, de salida y puntos a definir. Todo el mundo vive en incertidumbre permanente: “¿Terminaré mis pendientes? ¿Podré entregar al cliente? ¿Iré a comer a mi casa? ¿Podré recoger a mis hijos? ¡No lo sé! Porque mi jefe es absolutamente miope”.

La persistencia de la autoridad formal sobre la autoridad moral es un vicio organizacional grave que debe extirparse. Si una excepción o crisis exige que se alargue una reunión, díselos con franqueza, agradece y reconoce ¡Respeta el tiempo de tus colaboradores! No trabajan para ti, sino para tu empresa, por un propósito común.

Tienen su propia vida, sus propios pendientes, y sus propios sueños. Y los van a lograr dentro de tu empresa… o fuera de ella.

10. “Queremos lograr… algo imposible”

La tarea principal de un líder no es el control de sus empleados. Sus tareas principales son tres: comunicar un propósito, ejercer la virtud de la prudencia y formar un equipo que sea más que la suma de sus partes.

Un líder recuerda constantemente a su equipo el “porqué” de la organización: su visión que siempre consiste en un sueño imposible, y que los mantenga siempre hambrientos y motivados.

Este es uno de los secretos de la comunicación: las personas buscan información, pero siempre están hambrientas de inspiración. Comunicar el propósito (y recordarlo tantas veces como sea necesario) es la labor más trascendente de un líder, porque unifica y ordena todos los esfuerzos del equipo, hacer crecer a las personas y las introduce al sentido. Las personas entran a trabajar a una empresa por el dinero…, pero se quedan por el propósito.

Así que no solo lo tengas enmarcado en recepción: vocalízalo, compártelo, grítalo… y sobre todo, vívelo. En eso se distingue un líder grande de un jefe pequeño.

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