5 Dic 2025
20.4 C
Nueve de Julio

La Muerte Silente de un Ídolo: Messi, el Último Partido y el Deseo Inexplicable

Un análisis psicoanalítico de Messi, su despedida y el sentido profundo de sus palabras.

Desde la óptica psicoanalítica, esa definición que Lionel Messi ofreció en la final del Mundial de 2014, apenas desviada en su tiro frente a Alemania, es, en realidad, el mecanismo que encontró para alargar su presencia en la escena futbolística por, al menos, diez años más. Si ese gol hubiera entrado, si Argentina hubiera sido campeona del mundo, si Messi hubiera logrado todo a los 27 años… ¿qué queda por hacer después de haberlo ganado todo?

Esa es la pregunta que nos acecha hoy. Si Messi llegará o no al próximo Mundial. Si la física de su cuerpo prevalecerá sobre el deseo de seguir jugando. Pero, como el psicoanálisis lo afirma, es el deseo lo que predomina. Por eso, aunque su cuerpo esté marcado por las secuelas, Messi jugará en el próximo Mundial. Y es que cuando alguien como él dice ser “consciente de que el momento se acerca”, no necesariamente está refiriéndose a su retiro o a la despedida. Hablamos, por supuesto, de la muerte, esa que no se nombra pero que acecha a todos, futbolistas o no.

Al igual que la publicidad de la prepaga que intenta vendernos la idea de «la hora de la verdad» durante el entretiempo de un partido, Messi, de manera astuta, nunca nombra el Mundial. No lo dice, porque al mencionarlo, lo mataría antes de tiempo. Aquí hay un concepto crucial proveniente de la filosofía de Hegel a través de Lacan: «la palabra mata la cosa». El deseo, esa fuerza que lo mantiene vivo, es lo que no se puede nombrar.

La contradicción en Messi es evidente: cuanto más creemos que estamos acercándonos a una verdad, más lejos nos encontramos de ella. Como él mismo declaró a la prensa: “Ser sincero conmigo mismo”, como si la verdad estuviera al alcance de la mano, como si la respuesta estuviera en él y no en los demás, en los que lo acompañan y lo hacen ser quien es. Es como reza el lema de Liverpool: «You’ll never walk alone.»

“Algunas veces me siento bien, otras veces no tanto”, dijo Messi en una declaración sincera, y bien podría haber añadido: “A veces me siento devastado”. Justo después de esa reflexión, lo encontramos en el estacionamiento de River, con Charly García, en un encuentro que pocos anticipaban. El crossover de la vida: Messi, sonriendo al volante de su auto, mientras Charly, en silla de ruedas, le ofrecía un gesto lleno de una verdad a medias. Anto aplaudía, buscando quizás hacer algo, mientras el instante quedaba suspendido, con ese halo de autenticidad que todos, incluso ellos, no sabían bien cómo procesar.

“Que Dios te bendiga”, le dijo Charly, quien, como pocos, ha conocido de cerca a la muerte. Y esas palabras parecían decir todo y nada a la vez, como una forma de deseo —probablemente el más noble y a la vez el más inalcanzable cuando sentimos que todo se escapa.

Al día siguiente, a las 12 del mediodía en Argentina, 506 millones de personas, seguidores de Messi en Instagram, vieron una serie de fotos que documentaban el evento: momentos con su familia, sus compañeros, los fuegos artificiales y, por supuesto, ese rival que lo sigue a lo largo de su carrera. Muchos pensaron que Charly sobraba, hasta que le escucharon: “Pase lo que pase, y sea cual sea el futuro, que solo Dios lo sabe…”.

En esa simple frase, el eco de lo inexplicable y lo inalcanzable volvió a resonar. Porque el futuro, en definitiva, no se puede nombrar; se vive, y ese vivir es lo que hace que Messi siga siendo, para muchos, eterno.

Últimas noticias

Buscan endurecer penas contra motocicletas ruidosas

El Ejecutivo Municipal de Nueve de Julio elevó al Honorable Concejo Deliberante un Proyecto de Ordenanza que propone la...

Noticias relacionadas