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Nueve de Julio
jueves, 25 abril, 2024

Felipe y su cebra

(Por Marisa Chela)

(Dedicado a mi sobrino Agustín, por su gran imaginación, y a todos los niños que nos asombra día a día con sus ocurrencias)

Cuento premiado

FELIPE Y SU AMIGA LA CEBRA

No era raro ver a Felipe corriendo por el patio, pero ese día no hizo más que correr. No corría sólo, a alguien seguía. Sus movimientos, sus ademanes lo indicaban. Era una cebra!!! Siiiii una cebra muuuy rayada …tan rayada como sus movimientos que iban de acá para allá.

Se había despertado sonriendo y preguntando a su madre:

– Mami … ¿Los animales de la selva pueden llegar a este lugar?

– No- dijo ella sin demasiada importancia a su pregunta, atándole los cordones de sus zapatillas.

Se desilusionó ante la respuesta pero salió corriendo por el pasillo hacia el comedor, abrió la puerta del patio y corrió alocadamente como si alguien lo siguiera. Su mamá se quedó mirándolo pero las tareas hogareñas del día demandaban mucho tiempo, Así que se apresuró hacia la cocina.

– Felipe – gritó la cebra- mirá que bonita esa mariposa

– Siii … ¡re colorida !

– Vamos a jugar con ella …

– Si, juguemos pero con cuidado, está sola y es muy pequeña. En la selva son más grandes y hay muchas.

– Seguila, vuela re re rápido.

– ¡ Lo que den mis patas !

– ¡Y las mias !

– ¿Vos tenés patas?

– Nooo – rió a carcajadas- mis piernas

El sol abrazó a la mariposa y los amigos se quedaron un rato mirando el cielo tratando de encontrarla. Como no pudieron, regresaron muy cansados.

Su madre, joven y dinámica se repartía entre Felipe y sus dos hermanitas menores. Trataba de acompañarlos en todo lo que podía pero como le llevaba mucho tiempo, le daba a Felipe más libertad en cuanto a sus juegos y actividades diarias. Su mamá era esas personas de dar permisos para que los niños aprendan a jugar solos, pero andaba todo el día detrás de dos pequeñas inquietas que eran las hermanitas de Felipe. Él las quería mucho pero le molestaba que tocaran sus libros y aún más si los maltrataban.

Felipe era un niño que miraba muchos libros de animales salvajes a pesar de su edad. Aún no leía bien, recién en primer grado, intentaba reconocer sílabas. De chico le habían regalado muchos “ de animales”, de cuentos y enciclopedias pero permanentemente iba a la biblioteca de la escuela a curiosear y le pedía a su tía que lo llevara a la del barrio.

Había en su mini biblioteca de dormitorio gran cantidad de libros, unos regalados y otros buscados en la biblioteca de su tía : “ Los animales en la selva”, “La selva Loca”, “ Animales de la selva, “ Sonidos de la selva”,” De paseo por la selva y muchos más.

 

– Mamaaaaá vení, mirá … qué lindas son las cebras!!!

– Lo se hijo …

– Pero veniií son re re lindas!

– Si, ya voy Feli – dijo su madre sonriendo. Pero si todos los días mirás ese libro !

– Siii mamá pero hoy están más lindas, no se mirá ésta …tiene algo, las rayas son re re lindas!!

La madre miró el libro y no vio más que lo que veía todos los días pero no quiso desilusionarlo.

Los meses pasaron y Felipe seguía corriendo por el patio como si jugara con alguien y los libros de cebras ya eran una colección.

Cuando iba a la escuela o al algún cumpleaños de amigos la cebra se quedaba en su habitación, donde había “ olor a Felipe” Era inquieta y caprichosa, a veces solía hacerlo enojar ya que no podía dominar su carácter en estas ocasiones. Cuando se enojaba se echaba entre un lugarcito entre el placard y la pared, y ahí se quedaba esperando que Felipe la llamara. A veces no lo hacía y se desesperaba por hacerse notar. Se movía tanto que las rayas parecían salirse de ella.

Llegado el mes de diciembre Felipe mirando un libro le dijo a su madre:

– Mamá quiero que papá Noel me traiga una cebra de regalo, una cebra como estas … re re re llenas de rayas –

– Felipe !! Papá Noel no puede traerte una cebra …

– Entonces que no venga!

– No seas caprichoso … pensá en otra cosa.

El niño corrió al patio como todas las mañanas, pero esta vez se sentó en el borde de la galería y llamó a su amiga la cebra, que sentada a su lado lo miraba ansiosamente.

– Estoy re seguro que …

Su mamá abrió la ventana muy disimuladamente y escuchó

– No te preocupes amiga, Papá Noel re entiende lo que los padres no. Yo sé que me traerá una cebra, ella será tu hermana.

– Qué bueno tener una hermana … aunque …

– ¿Aunque?

– ¿Me vas a querer como a ella?

– ¿Estás celosa?

– No … quiero a esa hermana. La quiero pero no creo que llegue.

– ¿Por qué ? – preguntó con los ojos bien abiertos

– Porque no es fácil conseguirla, viven muy lejos y Papá Noel no trae cebras vivas, sólo de juguete.

– Tenés razón amiga … no va a ser nada fácil para mamá.

La mamá cerró la ventana y se dejó caer en el sillón de lienzo exclamando:

– Creo que estoy en problemas.

– Vio la cara sonriente de su mamá nada asombrada sino como si fuera real

– Feli … ¿puedo jugar con ustedes?

– Siiiii Maaa, estaría re bueno, vení …

– ¿Quién es ella?

– Mi amiga la cebra …

– Encantada sos preciosa.

La alegría brilló como el sol y Felipe pensó:

– Tal vez ya no haga falta otra cebra.

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