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miércoles, 24 abril, 2024

En la Argentina se produce un ACV cada nueve minutos

Los especialistas destacan la importancia de su identificación temprana para acudir a Emergencias y recibir tratamiento lo antes posible.

Repentina sensación de hormigueo o debilidad en los músculos del rostro, brazo o pierna -especialmente localizados en una mitad del cuerpo-, dificultad repentina para hablar o comprender, problemas súbitos de visión en un ojo o en los campos visuales de ambos ojos, problemas para caminar, mareos, pérdida de equilibrio o de coordinación y dolor de cabeza sin causa conocida; estos son algunos de los síntomas que pueden presentarse solos o en conjunto ante la aparición de un accidente cerebrovascular (ACV).

En la Argentina, se estima que se producen cada año entre 50 mil y 60 mil ACV, lo que equivale en promedio a 1 cada 9 minutos. Además, según el último Boletín de Estadísticas Vitales (DEIS) del Ministerio de Salud de la Nación, en 2019 fallecieron en el país 18.975 personas por enfermedades cerebrovasculares, entre las que el ACV es una de las principales.

Constituye la primera causa de discapacidad en Argentina y la tercera causa de muerte. A nivel global se ha establecido un día para ayudar a mejorar la conciencia sobre esta enfermedad, que es el 29 de octubre, instituido como el Día Mundial del ACV.

“Ante la presencia de un accidente cerebrovascular es fundamental el tratamiento inmediato: actuar tempranamente puede reducir al mínimo el daño cerebral y la posibilidad de complicaciones. Cuanto más tardemos en tratar adecuadamente un ACV, mayor es el riesgo de daño cerebral. Mueren aproximadamente 2 millones de neuronas cerebrales por minuto. Contamos con un primer tratamiento para los ACV que tiene una ‘ventana terapéutica’ de solamente 4 horas y 30 minutos. Actualmente hay otros tratamientos disponibles que amplían esta ventana terapéutica hasta 24 hs en casos seleccionados”, afirmó María Martha Esnaola y Rojas, médica neuróloga, Jefa del Servicio de Neurología del Hospital Dr. César Milstein.

“En contrapartida, recibir tratamiento en forma temprana puede disminuir las probabilidades de sufrir secuelas mayores”, completó.

Las principales secuelas

Entre otras, el ACV puede dejar secuelas vinculadas a la motricidad, la sensibilidad, el habla, el lenguaje, la deglución, la vista, las funciones cognitivas y el estado de ánimo del individuo. Particularmente los problemas en la deglución, también conocidos como ‘disfagia’, consisten en la dificultad de tragar, ya sea alimentos, bebidas o hasta la propia saliva y representan un riesgo elevado de complicaciones asociadas, como neumonía por aspiración, deshidratación y malnutrición.

“La disfagia puede causar dificultades nutricionales y respiratorias, perjudica la calidad de vida y puede llegar incluso a producir la muerte. Es una complicación muy frecuente en pacientes con ACV, pero también se presenta en casos avanzados de enfermedades neurológicas o neurodegenerativas como, entre otras, Parkinson, Alzheimer, Miastenia Gravis o esclerosis lateral amiotrófica (ELA), y también se puede manifestar en algunos casos de cáncer de cabeza y cuello y la hemos observado en pacientes críticos con afecciones respiratorias agudas producidas por el coronavirus SARS CoV-2”, sostuvo la doctora en Fonoaudiología Valeria Ton, presidenta de la Asociación Argentina de Disfagia (AAD).

La prevalencia de disfagia en eventos agudos de ACV se encuentra entre el 28 y el 65%. Si bien la mayoría de los pacientes recupera la deglución en los primeros días luego del episodio, entre el 11 al 50% tienen todavía disfagia a los seis meses5. Y la complicación más temida de la disfagia, que es la neumonía por aspiración, puede ocurrir hasta en 4 de cada 10 pacientes con ACV5.

Una urgencia médica

El ACV es un tipo de enfermedad neurológica que afecta a los vasos sanguíneos que irrigan el cerebro reduciendo o interrumpiendo el suministro de sangre hacia una parte del cerebro. Cuando una persona sufre un ACV las células cerebrales mueren en minutos, por este motivo, representa una urgencia médica.

Es fundamental su tratamiento inmediato. Actuar tempranamente puede reducir al mínimo el daño cerebral y la posibilidad de complicaciones. Cuanto más tiempo duren los síntomas del accidente cerebrovascular, mayor es el riesgo de daño cerebral.

Hay dos tipos de ACV. El ACV “isquémico”, que es el más frecuente, abarca el 85% de los casos y ocurre cuando un coágulo obstruye un vaso que lleva sangre al cerebro. La arteria se obstruye o se vuelve más estrecha, lo que corta o reduce el flujo sanguíneo hacia las neuronas. El otro es el ACV ‘hemorrágico’, que representa el 15% restante y sucede cuando se rompe un vaso sanguíneo del cerebro y se produce una extravasación de sangre (hemorragia cerebral) que puede causar daño al tejido cerebral.

Existe un tercer tipo de evento neurovascular, que se llama “accidente isquémico transitorio’ (AIT), que produce síntomas similares a los de un ACV, pero suele durar menos tiempo. Estos eventos neurovasculares no causan daños permanentes. Sin embargo, son un fuerte indicio de que la persona podría sufrir un ACV en el futuro. Es importante destacar que las personas que han sufrido un ACV tienen mayor riesgo de padecer otro.

Los principales factores de riesgo

Entre los principales factores de riesgo para sufrir un ACV se encuentra la hipertensión no controlada (presente en casi 8 de cada 10 pacientes), la diabetes (en 2 de cada 10), el tabaquismo (incrementa el riesgo entre un 50 y un 70%, con mayor impacto en las mujeres), el colesterol elevado, el alcoholismo, la obesidad, el sedentarismo y enfermedades cardíacas como fibrilación auricular y apnea del sueño.

“La buena noticia es que el ACV es prevenible en el 80% de los casos. Esto incluye realizar un control anual de salud, llevar un estilo de vida saludable, controlar la presión arterial y la glucosa en sangre, realizar actividad física sostenida, mantener una alimentación sana (dieta de patrón mediterráneo: incremento en la ingesta de frutas y verduras, con reducción del consumo de sal y de grasas saturadas y disminución del consumo de carnes), controlar el estrés y no fumar”, concluyó Esnaola y Rojas. (Vida y Salud Hoy/DIB)

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