Ya con traje de ministro del Interior, Diego Santilli comenzó una ofensiva política que lo llevará por varias provincias en los próximos días. Su objetivo inmediato: asegurar los apoyos al Presupuesto 2026 y, junto con ello, a las reformas laboral, tributaria y penal que impulsa Javier Milei. Pero detrás de esa tarea institucional se despliega también un movimiento estratégico que lo proyecta hacia su objetivo personal: la gobernación bonaerense en 2027.
El exvicejefe porteño combina su experiencia de gestor con la de operador político. La agenda arrancó en Entre Ríos con Rogelio Frigerio, con quien comparte pasado en el PRO y afinidad con el nuevo oficialismo. Luego recibirá en Casa Rosada a Gustavo Sáenz, antes de viajar a Mendoza para encontrarse con Alfredo Cornejo, y más tarde a Neuquén para ver a Rolando Figueroa. En los últimos días ya pasaron por su despacho Ignacio Torres (Chubut), Raúl Jalil (Catamarca) y Marcelo Orrego (San Juan). También mantuvo un contacto con Jorge Macri, aunque la relación sigue marcada por la disputa en la elección porteña. Al que mantiene aun expectante es al gobernador Kicillof. Hasta ahora no figura en su agenda de reuniones con gobernadores. Ayer, después de la visita a Frigerio y respecto al gobernador bonaerense, santilli dijo que no se va a reunir con él porque «no firmó el Pacto de Mayo”. «Hay que ser coherentes y no tener doble personalidad. Voy a estar visitando a todos los que firmaron el Pacto de Mayo, él no participó. No adhirió al RIGI, no adhirió a la Ley de Reiterancia para terminar con la puerta giratoria, no adhirió a la Ley Antimafia. ¿Acaso le tiene que pedir permiso a Cristina Kirchner?», expresó Santilli. Y agregó: «Seamos consecuentes y coherentes. No decir una cosa en un lado y otra después en otro lado. No escribir una cosa en redes y decir otra».
Hasta ahora, los gobernadores que se reunieron con Santilli destacan su tono dialoguista y su predisposición a escuchar. Sin embargo, todos llevan sus reclamos: fondos para obras públicas, pago de deudas y restitución de fondos coparticipables. Si bien en octubre los giros desde Nación hacia las provincias crecieron, el ministro de Economía, Luis Caputo, mantiene bajo control la llave del gasto para sostener el equilibrio fiscal. Desde el entorno del nuevo ministro aseguran que Santilli “tiene autonomía para negociar” y que existe “una decisión política de darle herramientas para construir consensos”. Pero, admiten, la última palabra —la luz verde o roja— siempre dependerá de Caputo.
Tres ejes de gestión
Santilli ordenó su tarea en torno a tres ejes. El primero, y más urgente, es sellar los acuerdos que Milei necesita para aprobar el Presupuesto y las reformas estructurales. El segundo apunta a garantizar la gobernabilidad que el Presidente requiere ante el empresariado y ante los ojos atentos de Estados Unidos. El tercero es personal: reconstruir su base política y relanzar su carrera en la provincia de Buenos Aires. Tras una interna feroz que lo dejó fuera de juego dentro de Juntos por el Cambio, Santilli ve ahora un camino despejado, sobre todo tras la caída de José Luis Espert y su propia recuperación electoral en octubre.
Desde una cartera estratégica, apuesta a fortalecer su imagen de negociador eficaz, capaz de tender puentes sin reclamar poder interno. En ese sentido, no pidió cargos ni “ravioles” —los puestos creados dentro de la estructura— ni se obsesiona por el despacho: el histórico del Ministerio del Interior sigue en manos de la Jefatura de Gabinete.
Del PRO al libertarismo
El desembarco de Santilli en el gobierno de Milei formaliza una transición política que venía gestándose desde hace meses. En su jura, el Salón Blanco tuvo más amarillo que violeta. “Por austeridad”, explicó, no se invitó a Mauricio Macri, pero la ausencia del expresidente fue leída como una señal del nuevo alineamiento. Mientras el PRO intenta redefinir su identidad tras las elecciones, Santilli ya juega en otro tablero. Es, de hecho, el primer dirigente de peso del antiguo espacio macrista que logra una posición de gestión clave en la administración libertaria.
Un rol con proyección
Mientras avanza en su gira, se terminan de definir las atribuciones formales de su ministerio. Hubo marcha atrás con el traspaso del Registro Nacional de las Personas (RENAPER), que finalmente volverá a su órbita, aunque aún no está definido el equipo completo que lo acompañará.
En Casa Rosada lo ven como un “armador político” más que como un ministro de gestión. Su tarea será construir consensos en un mapa de gobernadores fragmentado, donde el respaldo al Presupuesto es apenas el primer paso.
El Colo Santilli se mueve con una mezcla de pragmatismo y ambición. Sabe que el éxito de su misión federal no solo definirá la suerte del Gobierno nacional, sino también la suya. Si logra blindar el Presupuesto y mostrar resultados, el consenso que hoy negocia en nombre de Milei puede convertirse en el trampolín hacia su verdadero desafío: Buenos Aires 2027.





