En una maniobra sin precedentes en la historia económica reciente de la Argentina, el Tesoro de los Estados Unidos intervino directamente en el mercado oficial de cambios con una venta estimada entre 100 y 200 millones de dólares, a través del banco Santander y otros intermediarios. La operación tuvo como objetivo contener la presión sobre el tipo de cambio y apuntalar al gobierno de Javier Milei en medio de un contexto de volatilidad financiera, ajuste económico y creciente malestar social.
La intervención, confirmada por una publicación en la red social X del secretario del Tesoro norteamericano, Scott Bessent, marca un giro en el vínculo bilateral y consolida un nivel de injerencia inédita de Washington en la política monetaria local. La decisión no sólo sorprendió por su contundencia operativa, sino también por su significado político: Estados Unidos asume un rol activo en la estrategia de estabilización argentina a pocas semanas de las elecciones generales de octubre.
En su mensaje, Bessent justificó la operación al señalar que “la comunidad internacional —incluido el FMI— respalda el programa fiscal argentino, pero sólo Estados Unidos puede actuar con la rapidez que exige la situación actual”. Además, dejó definiciones que exceden la diplomacia económica: aseguró que la “banda cambiaria vigente sigue siendo adecuada” y confirmó un nuevo swap de 20.000 millones de dólares. “El Tesoro está preparado para tomar medidas excepcionales de inmediato”, afirmó, en un gesto que fue interpretado como una señal de respaldo explícito a la Casa Rosada.
Sin embargo, el movimiento encendió alarmas. En los mercados, ya se habla del “Carry Bessent”, en referencia al esquema de operaciones que recuerda al “carry trade” impulsado por el equipo del ministro Luis Caputo y su socio en el Banco Central, Santiago Bausili: se venden dólares, se colocan pesos a altas tasas, y luego se vuelve al dólar con ganancias financieras. Aún no se informó si los pesos obtenidos serán invertidos en plazos fijos o en títulos públicos, aprovechando la caída en los precios de los bonos argentinos.
Los efectos inmediatos fueron contundentes: el tipo de cambio financiero se desplomó —el MEP cayó 5,7% a $1.440,81 y el CCL bajó 5,8% a $1.453,22—, mientras que la brecha con el dólar mayorista se redujo drásticamente. En paralelo, los títulos públicos registraron subas de entre 5% y 8%, y el índice Merval trepó un 12,4% en dólares, con fuertes alzas en acciones de bancos.
Desde el FMI, su titular Kristalina Georgieva celebró la intervención estadounidense, aunque reiteró su reclamo de acumulación de reservas, una de las principales debilidades de la política económica de Milei. “El FMI está completamente alineado con el programa fiscal argentino, pero es esencial que se fortalezca el régimen cambiario con mayor acumulación de reservas”, sostuvo.
En Estados Unidos, sin embargo, la operación generó críticas internas al presidente Donald Trump. Legisladores demócratas cuestionaron el uso de fondos públicos para asistir a un país extranjero mientras se promueven recortes sociales en su país. La senadora Elizabeth Warren fue tajante: “En vez de usar nuestros dólares para comprar pesos argentinos, Trump debería ayudar a los estadounidenses a pagar su cobertura de salud”, publicó en redes sociales.
Desde el ámbito académico, también surgieron cuestionamientos. El economista Maurice Obstfeld, del Instituto Peterson, advirtió que “esta estrategia no rescatará al peso ni a la deuda argentina por mucho tiempo, pero sí ayudará a limitar las pérdidas de inversores internacionales”. Por su parte, el Nobel de Economía Paul Krugman fue más lapidario: “No hay escenario plausible en el que 20.000 millones de dólares de asistencia estadounidense puedan salvar la fallida estrategia económica de Milei”.
El analista Matthew C. Klein, desde The Overshoot, se mostró escéptico sobre el contexto elegido para la intervención: “No hay nada intrínsecamente malo en usar dinero del Tesoro para ayudar a países en crisis. Pero hay razones de peso para pensar que Argentina hoy no es el mejor lugar para empezar, incluso si el gobierno ha logrado avances fiscales”.
La decisión de la administración Trump de involucrarse activamente en la política económica argentina introduce un nuevo factor de incertidumbre. Aunque busca estabilizar el frente cambiario y apuntalar la gobernabilidad de Javier Milei, también deja a la Argentina en una posición de vulnerabilidad frente a las condiciones y exigencias de Washington. Y abre un interrogante clave: ¿a qué costo se compra hoy estabilidad?





