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jueves, 18 abril, 2024

DESTINOS

Budapest-Header(Por Cecilia Lastiri)

Un paseo por Hungría (Parte II)

 

En el mes de Junio, Extramuros Viajes vuelve a visitar la capital húngara, por lo cual hoy nuestro diario de viaje, continúa el recorrido acerca de esta.

 

Caminando sin rumbo por las calles más residenciales de la ciudad, me impacta la arquitectura. Uno puede encontrar varios edificios estilo barroco, muchos art nouveau o art decó, bastantes góticos, uno clásico, u otro hiper moderno. Todos combinados, algunos dañados y pocos realmente cuidados. Tras las guerras, la construcción de la ciudad sufrió muchos deterioros, sin embargo, las edificaciones son igualmente bellas y asombrosas. Su diversidad de colores y su majestuosidad me impactaron desde el primer momento que pisé Budapest.

 

En Pest se encuentra la conocida calle Vaci Utca, uno de los puntos más comerciales y transitados de la ciudad. Allí me encanto con cada músico callejero que esparce sy belleza y alegría a cada persona que roza su instrumento. Sin duda, una de las peatonales más cálidas por las cuales he andado.

 

En el final de esta vía está el Mercado Central, un tesoro para los que nos gustan los mercados. Además de ser enorme, y con una particular arquitectura, el rastro tiene productos frescos de todo tipo y en gran cantidad. Caminando –y buscándola- me topo con la sublimidad que significa la Basílica San Esteban, el temple religioso más grande la ciudad. Una vez arriba de su cúpula verde de casi 100 metros me enamoro íntegramente de Budapest. Por dentro, el estilo neoclásico de la iglesia no deja a nadie indiferente -la elegancia húngara se ve hasta en los santuarios-.

Luego, tomo una de las avenidas más importantes de Budapest: Andrassy, continuando derecho llego hasta la Plaza de los Héroes, donde se encuentra el pulmón verde del núcleo urbano: el parque de la ciudad el cual está repleto de jóvenes tomando cervezas, familias jugando y parejas de picnic. Es que en Europa la gente disfuta más de sus áreas verdes. Sobre todo, ése domingo que estaba especial para estar al aire libre. En ese mismo espacio se encuentra el Castillo de Vajdahunyad, una construcción en conmemoración al Milenio de la nación húngara en 1896. La fortaleza es una réplica de un castillo húngaro en Transilvania, construida cuando ésta pertenecía al reinode Hungría.   Tras andar todo el día, me dirijo al monumento más importante de este lado del Danubio: el Parlamento. De estilo neogótico, el Senado fue construido hace más de 100 años bajo el diseño de Imre Steindl, convirtiéndose en el edificio más grande y caro de Hungría. Al llegar a la plaza Kossth, quedo perpleja con el tamaño de este edificio, de simetría casi francesa y elegancia inglesa, el parlamento te empequeñece de tal manera que, uno se siente una hormiguita ante semejante edificación. Otro  día en Budapest transcurre del otro lado del romantico río, donde preside el Buda. En esta parte se encuentra principalmente el Castillo Real, máximo símbolo de la realeza húngara. Allí también se encuentran la Galería y Biblioteca nacionales. Como cualquier ciudadela centro europea, esta es una reliquia. Un Castillo de cuentos, emblemas y banderas.

 

El lugar más maravilloso de Budapest se sitúa también de este lado. Y este es el Bastión de los Pescadores. Un preciado refugio construido en piedra blanca y formado por siete torres que representan las siete tribus magiares llegadas del Este de Europa que fundaron la nación de Hungría hace 2 siglos. Desde sus columnas se ve panorámicamente Pest y su perenne río. El nombre viene del lugar dónde se ubica, ya que, además de albergar el antiguo Mercado, éste era un barrio de pescadores.

 

Luego de haber admirado estas fabulosas vistas, me voy a caminar por la orilla del Danu. Quiero alquilar una bici, pero las maquinitas no aceptan mi tarjeta de crédito, así qué mis pies continuan siendo mi única y absoluta compañía. La extravagancia de Budapest sólo se percibe caminando sus calles, oyendo sus murmullos, conociendo sus mercadillos, probando su gulash, topándose con sus ciclistas, tratando de hablar con sus habitantes, disfrutando el atardecer en el Danubio y cruzando una y otra vez sus puentes.

 

Llega la  hora de irme al aeropuerto. Satisfecha y contenta, despido enamorada a Budapest. Me hubiera gustado visitar las famosas termas de Gellert, pero –como diría mi mamá- siempre hay que dejar algo sin ver para la próxima vez. Budapest tiene algo que te seduce y te invita a recorrerla, admirarla y quererla.

 

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