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miércoles, 24 abril, 2024

Crece en la Argentina la diabetes (aunque la mitad, lo desconoce)

El 23% de los adultos y más del 10% de los niños son hoy obesos, el principal factor modificable de riesgo de padecer diabetes. La Argentina posee además la segunda tasa más alta de sobrepeso en menores de 5 años de América Latina y el Caribe, y más de 3.000.000 de personas con diabetes, la mitad de las cuales ni siquieren conocen su condición. Pero tanto la obesidad como el los casos de diabetes presentan una alarma a nivel mundial.

En 2003, la Federación Internacional de Diabetes calculó que había 194 millones de personas con diabetes en todo el mundo. Se calcula que para el año 2025 esta cifra aumentará hasta alcanzar los 333 millones, lo cual significa que el 6,3% de la población mundial vivirá con diabetes.

En la Argentina, la diabetes afecta a más de 3.000.000 de personas. Aproximadamente la mitad de quienes la padecen, desconocen su condición.

Se suma a ello que poseemos la segunda tasa más alta (9,9%) de sobrepeso en menores de 5 años de América Latina y el Caribe. Aquí, el 23% de los adultos y más del 10% de los niños son hoy obesos, según datos recientes de Unicef. 

Tanto la obesidad como la diabetes están afectando a la población con una frecuencia cada vez mayor en todos los grupos de edad.

Y la obesidad es el principal factor modificable de riesgo de padecer diabetes. Y no sólo diabetes, también es el paso inicial para otras patologías como hipertensión arterial, índices elevados de colesterol y triglicéridos, problemas osteoarticulares, riesgo de padecer cáncer, apnea del sueño y problemas cardiovasculares.

Según los resultados finales de la cuarta Encuesta Nacional de Factores de Riesgo (ENFR) efectuada en 2018 y que difundió sus datos finales el Indec el mes pasado, el sobrepeso y la obesidad aumentaron del 49% a 61,6% entre el 2005 y el 2018.

El informe completo de la 4° ENFR analizó la respuesta de más de 29.000 individuos mayores de 18 años de todo el país y arroja información sobre los factores de riesgo de las Enfermedades No Transmisibles (ENT) tales como: consumo de tabaco, exposición al humo de tabaco ajeno, consumo de alcohol, alimentación inadecuada, actividad física insuficiente, presión arterial elevada, glucemia elevada o diabetes y sobrepeso y obesidad.

Según el informe, el exceso de peso (que suma el sobrepeso y la obesidad) aumentó de modo continuo a lo largo de las cuatro ediciones que se realizó la encuesta: 49% en 2005, 53,4% en 2009, 57,9% en 2013 y 61,6% en 2018.

La obesidad aumentó casi un 75% entre 2005 y 2018 y según las mediciones el sobrepeso y la obesidad fueron mayores en los varones (68,5%) que en las mujeres (55%). Además, las personas que padecen diabetes o glucemia elevada por sobrepeso u obesidad también aumentaron de 9,8% a 12,7% entre 2013 y 2018.

En esta edición, por primera vez, la ENFR incorporó la toma de mediciones objetivas físicas y bioquímicas, enmarcándose en el diseño estandarizado STEPS de la Organización Mundial de la Salud que incluye 3 etapas: relevamiento mediante un cuestionario de autorreporte; mediciones físicas en el domicilio: presión arterial, el peso, la talla y el perímetro de la cintura; y mediciones bioquímicas en el domicilio a través de digitopunción, medición de glucemia capilar y de colesterol total en ayunas.

Para determinar si una persona tiene sobrepeso, se utiliza el índice de masa corporal (IMC), que se calcula dividiendo el peso en Kg por el cuadrado de la altura en metros (IMC= peso (Kg)/altura (m²). Si este índice es igual o mayor de 30, se considera que presenta obesidad. En Argentina, según la Secretaría de Salud de la Nación, el 61,6% de la población tiene exceso de peso y la prevalencia de obesidad pasó a ser de un 14,6% al 25,4% en el año 2018.

Para poder bajar de peso, es imprescindible hacer cambios en el estilo de vida; mejorar el patrón alimentario sin prohibiciones que puedan disparar un descontrol y adoptar simultáneamente actividad física habitual con pequeñas modificaciones en la vida cotidiana. 

Además, existe evidencia de que 10 mil pasos por día en una persona adulta pueden hacer una enorme diferencia en salud y por último se debe aprender a gestionar las emociones y el estrés sin utilizar comida.

La licenciada Sandra Costa (MN: 1199), nutricionista del Área de Nutrición del Centro Terapéutico Dr. Máximo Ravenna, recomienda para el caso de los niños:

– Servir porciones con un tamaño previamente estipulado por un especialista.

– Reducir la alimentación basada en un consumo excesivo de grasas saturadas, azúcares refinados, harinas refinadas o golosinas.

 

– Cambiar las bebidas con alto aporte calórico por agua o jugos naturales.

– Incorporar 5 porciones de frutas y verduras de manera diaria. Pueden ser ofrecidas en el postre de cada comida y el resto de las porciones puede incluirse en el desayuno y/o la merienda (por ejemplo los licuados con leche), como colaciones a media mañana o media tarde, o jugos exprimidos. Por el lado de las verduras, pueden acompañar una porción de carne en cada comida ya sea como ensaladas, verduras cocidas, hervidas o grilladas.

– Incluir leche y productos lácteos bajos en grasa o descremados. Se recomiendan tres porciones por día, una taza, tanto en el desayuno como en la merienda, y una tercera porción que puede incorporarse a partir de postres (flanes, arroz con leche).

– Cambiar las golosinas por yogurts, frutas, ensalada de frutas, barras de cereal, galletitas con cereales integrales, alfajores a base de galletas de arroz, galletitas dulces en envases individuales (no sólo se debe tener en cuenta el tipo de alimento sino también la cantidad), frutas disecadas y frutos secos.

– Optar por carnes magras, aves, pescado, lentejas y porotos para ingerir proteínas.

A su vez, la Licenciada Costa advierte: «Los chicos pasan la mayor parte de los días inmóviles, sentados en el colegio y, después, mirando la televisión, frente a la computadora o los videojuegos durante varias horas». Para revertir esa situación, recomienda:

– Practicar deportes como fútbol o natación.

– Dar un paseo por el barrio.

– Hacer concursos de baile

– Volver del colegio caminando o andando en bicicleta, patines o monopatín

– Jugar juegos que impliquen movimientos de los niños: caminar a paso rápido, correr para que no me alcancen, saltar la soga.

«En momentos de crisis como los actuales, siempre es recomendable sugerir, en particular a las familias con niños pequeños, la priorización de los mejores alimentos, aquellos de mejor calidad. En ese grupo están las verduras, frutas frescas, la leche, el yogur y el queso, las legumbres, el arroz integral, las pastas de sémola, las carnes y los huevos», expresó Sergio Britos, nutricionista, profesor de UBA y director del Centro de Estudios sobre Políticas y Economía Alimentaria (CEPEA).

En ese sentido, agregó: «Contrariamente a lo que a veces se cree, no son necesarias las grandes cantidades de carnes. Si los alimentos anteriormente mencionados se consumen en pequeñas cantidades, y no precisamente todos los días, seguramente se estarán cubriendo las recomendaciones de los distintos nutrientes».

«Estos alimentos son importantes por su calidad nutricional, sus aportes de nutrientes esenciales en etapas de crecimiento y desarrollo. Además, suelen tener bajas cantidades de nutrientes como azúcares o sodio, que se consideran críticos. Al consumirlos aportamos una buena calidad y mantenemos una estrategia muy efectiva para lograr un buen estado de salud y prevenir enfermedades crónicas como la obesidad, diabetes e hipertensión, entre otras», sostuvo.

Las causas de la obesidad o el sobrepeso son múltiples pero las dos principales son la ingesta de alimentos de alto contenido calórico en porciones muy grandes junto la escasa actividad física.  De allí que las recomendaciones incluyen:

– Comer diariamente frutas y verduras.

– Preferir alimentos con granos enteros como el arroz y el pan integral.

– Evite los alimentos muy elaborados con azúcar blanca refinada, harina y grasas saturadas.

– Evite los alimentos con «densidad energética» elevada o con muchas calorías en una pequeña porción.

– Cocinar sin agregar sal. Reemplazarla por perejil, albahaca, tomillo, romero y otros condimentos.

– Realizar 6 comidas diarias: 4 principales y 2 colaciones

– Consumir carnes rojas o blancas (pollo o pescado) no más de 5 veces por semana.

– Cuidar el cuerpo y evitar el sobrepeso.

– Sumar al menos 30 minutos diarios de actividad física de manera continua o acumulada: usar escaleras, caminar, bailar o al menos, dar una vuelta a la manzana caminando.

Qué es la diabetes

La diabetes es una enfermedad crónica que se caracteriza por presentar niveles aumentados de azúcar en sangre (glucemia). Se considera una enfermedad crónica aquella que no tiene cura pero con seguimiento y tratamiento correspondiente, la persona puede prevenir complicaciones y llevar una vida normal.

La glucosa, que es un azúcar que proviene de la digestión de los alimentos que comemos, circula por la sangre y es utilizada por el organismo como fuente de energía. La causa de la diabetes es una alteración en la producción o el funcionamiento de la insulina, hormona fabricada por el páncreas, que funciona como una llave facilitando el pasaje de la glucosa desde la sangre a los órganos y tejidos.

En la diabetes tipo 1 no hay producción de insulina por lo tanto el organismo no cuenta con la llave que permita abrir la puerta de entrada de los azúcares a los tejidos. Comienza generalmente antes de los 30 años y su tratamiento requiere seguir un plan de alimentación adecuado y la aplicación de inyecciones de insulina.

La diabetes tipo 2 es la forma más común. Si bien suele comenzar después de los 40 años, la enfermedad se observa en forma cada vez más frecuente en jóvenes y adolescentes. Suele ser consecuencia del sobrepeso, la obesidad y el sedentarismo. Si bien existe producción de insulina la misma actúa de forma inadecuada, la llave no encaja en la cerradura de modo que el pasaje de la glucosa a los tejidos, se ve dificultado. En consecuencia, a través de cualquiera de los dos mecanismos, la glucosa se acumula en la sangre y los órganos se quedan sin combustible para su funcionamiento.

El aumento del azúcar en sangre por encima de valores normales se denomina hiperglucemia. La hiperglucemia sostenida y sin tratamiento puede dar lugar a complicaciones en diferentes órganos, como los ojos, riñones, corazón, arterias y pies, entre otras.

El diagnóstico se realiza mediante la determinación de glucemia en ayunas en sangre venosa. La punción en la yema del dedo es útil para la supervisión del tratamiento en las personas que reciben insulina, pero no se recomienda como método diagnóstico.

Puede estar presente por varios años de manera silenciosa, lo que significa que a veces no presenta síntomas. Hay que estar alerta en el caso de:

• Tendencia a infecciones en la piel
• Aumento de la sed
• Pérdida de peso.
• Aumento del apetito
• Aumento de la producción de orina
• Sequedad de boca.

Existen algunas situaciones que aumentan el riesgo a desarrollar la enfermedad:

• Tener más de 45 años
• Padres o hermanos con diabetes
•  Obesidad o sobrepeso
• Hipertensión arterial
• Enfermedad cardiovascular
• Colesterol elevado
• Diabetes durante el embarazo
• Mujeres con hijos nacidos con peso mayor a 4,5Kg.
• Si tiene alguno de estos síntomas o características, acérquese al centro de salud más cercano para realizar un control.

(Urgente 24)

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