5 Dic 2025
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Nueve de Julio

Caputo vende optimismo en EE.UU. mientras la crisis se come al tejido productivo

Desde Washington y sin perder el tono técnico, el ministro de Economía, Luis Caputo, intentó inyectar algo de aliento al empresariado argentino. En un mensaje grabado que fue transmitido en el Coloquio de IDEA en Mar del Plata, confirmó que el Gobierno avanzará con una reforma laboral y tributaria, y prometió algo que hasta ahora parecía tabú para el oficialismo: financiamiento barato y de largo plazo para el sector privado. La jugada, sin embargo, contrasta con los datos que atraviesan la realidad: caída del consumo, cierre de empresas y destrucción de empleo.
Caputo envió el mensaje desde Estados Unidos, donde participa de la Asamblea del FMI y el Banco Mundial. Allí, en tono promercado pero sin ocultar el pedido político, agradeció el respaldo que los empresarios dieron durante la primera etapa del gobierno de Javier Milei, y les pidió que también sostengan el rumbo en esta segunda fase del ajuste. “Necesitamos que acompañen”, dijo, en un contexto donde los números empiezan a erosionar la base de apoyo: desde diciembre, cerraron más de 16.000 empresas y se perdieron más de 240.000 empleos.

“La reforma laboral es fundamental”, insistió el ministro, quien calificó al régimen actual como “arcaico, rígido e imprevisible”. Prometió un nuevo marco “más ágil y dinámico”, que reduzca los juicios laborales y estimule la contratación. En paralelo, anunció que se trabaja en una reforma tributaria orientada a simplificar el sistema impositivo, con reducción y eliminación de ciertos gravámenes.
Uno de los anuncios que más llamó la atención fue la intención de impulsar financiamiento a largo plazo para empresas, algo que hasta ahora la administración libertaria rechazaba por considerarlo intervención estatal. “Vamos a generar incentivos al ahorro interno y al desarrollo del mercado de capitales, que es una pata fundamental para lograr mayor competitividad”, sostuvo.
Caputo también criticó la idea de usar la devaluación como herramienta para mejorar precios relativos. “La competitividad no puede depender más de una moneda débil. Una economía débil es un insulto a los empresarios”, lanzó, en un guiño a los sectores que piden reglas claras y estabilidad de largo plazo.
El mensaje se dio en medio de un clima enrarecido. La caída de la actividad se siente en todos los sectores, las pymes denuncian falta de crédito, y el humor del círculo rojo empieza a mostrar fisuras. Aun así, Caputo buscó transmitir que el camino ya está trazado: más desregulación, menos impuestos, reformas estructurales y financiamiento privado. El desafío será mantener la paciencia del empresariado mientras la recesión sigue dejando su huella.

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