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miércoles, 24 abril, 2024

Basurales a cielo abierto en la provincia, una deuda que sigue pendiente

(Por Marcelo Metayer, de la redacción de DIB).- No hace falta viajar hasta Rusia para encontrar paisajes desolados como los de Chernobyl. Basta con darse una vuelta por los terrenos que existen en muchos distritos de la provincia de Buenos Aires, a veces cerca incluso de las ciudades. Allí la muerte se viste de plástico, de suciedad, de olores nauseabundos; allí se muestra en toda su crudeza el final de todo lo que se consume a diario. Se trata de los basurales a cielo abierto (BCA), una deuda bonaerense que lleva muchos años y de la que aún no se vislumbra su culminación.

La ley de Gestión Integral de Recursos Urbanos, la 13.592, data de 2006 pero fue reglamentada recién en 2010. Pasaron nueve años y dos administraciones (las de Daniel Scioli y María Eugenia Vidal) y solo se sanearon unos pocos basurales. Todavía quedan más de 80.

Desde el Organismo Provincial de Desarrollo Sustentable (OPDS) indicaron a DIB que «la gestión de residuos es de competencia municipal. Aun así, la Provincia asiste técnicamente a los municipios para que elaboren sus planes de gestión de Residuos Sólidos Urbanos (RSU) y en el OPDS se los evalúa. En la actual gestión la provincia financió el saneamiento de los cuatro basurales más grandes y conflictivos, porque además de lo ambiental, generaban accidentes en ruta entre otros problemas». Se trata de los casos de San Vicente, Junín, Balcarce y Azul. Además, se sanearon el de General Paz (Ranchos) y de la isla Martín García. «Por otra parte, el organismo intercedió entre algunos municipios y el Ceamse para asistirlos en la búsqueda de soluciones, como en Mar del Plata», agregaron los voceros.

De acuerdo al organismo bonaerense, en 14 municipios se realizaron estudios de la gestión de residuos para tipificar la basura y el tratamiento, y se elaboró un plan estratégico que quedará como propuesta para la próxima gestión.

Ya en 2017, el entonces director provincial de Residuos, Walter Vega, cuestionaba que muchos municipios entendían el saneamiento de un basural al hecho de tapar los residuos con tierra, sin otra acción, pero que no se contaba con una alternativa a la disposición final, por lo que el daño continuaba. Dos años después, más de 80 municipios continúan con la misma problemática.

os casos de Azul y Junín

José De Urraza, director de Servicios Públicos de la Municipalidad de Azul, contó que en su distrito «en el basural que estaba a cielo abierto se pusieron membranas y ahora se va depositando la basura en la celda, y se va tapando. Se hace una capa de basura, una capa de tierra, una capa de basura, y así hasta que se sanea todo y después se parquiza. Eso es lo que evita que la contaminación llegue a la tierra. Parte ya se está haciendo parquización y parte se está trabajando con las celdas que quedaron para depositar basura. Acá en Azul hubo varios predios similares que se sanearon también, éste en particular debe haberse abierto hace cosa de diez años».

Por su parte Perla Casella, subsecretaria de Medio Ambiente de Junín, afirmó que «teníamos uno de los basurales a cielo abierto más grandes de la provincia. A fines de 2015, cuando empezamos a trabajar en la nueva gestión del intendente Pablo Petrecca (Cambiemos), comenzamos a buscar la forma de sanearlo. Entendíamos que si saneábamos el basural podíamos reaprovechar el lugar. Estuvimos trabajando con el OPDS, le presentamos nuestra idea y nos financiaron la obra de saneamiento y construcción de un nuevo relleno sanitario ahí en el predio con nuevas celdas de disposición».

(DIB)

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