14 Dic 2025
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Nueve de Julio

El comercio de la vulnerabilidad: cómo las redes sociales nos ordeñan y qué hacen con nuestros datos

REDACCIÓN SEMANARIO EXTRA

En una tranquila tarde de verano, en un campo de la ciudad de 9 de Julio, en la provincia de Buenos Aires, dos vacas pastan despreocupadas. Una, de pelaje blanco con manchas negras, disfruta del fresco pasto mientras el sol de la tarde acaricia su lomo. La otra, de pelaje marrón, parece algo aburrida. Se acerca a su compañera y entabla conversación.

  • ¿Cómo andás? – rompe el hielo la marrón.
  • Acá andamos bien, responde la blanca. Un poco cansada de la rutina, pero tranquila. Después del desayuno, salimos de paseo, al mediodía nos tiramos de descanso bajo el ombú, y por la tarde, pastamos un poco más antes de refugiarnos en el granero. Todo está bien, el veterinario nos revisa y estamos bien cuidadas.
  • ¿Pero no te has dado cuenta de que a veces se llevan a algunas y luego no vuelven más? – observa la marrón, mirando hacia los corrales.
  • Bueno, se irán a algún otro lugar… no es necesariamente algo malo. Además, todo esto lo tenemos a cambio de nada, solo tenemos que estar aquí tranquilas, cuidadas.

Pero ¿realmente es gratis? Si tomamos un poco de distancia y miramos más allá de este escenario idílico, la respuesta es clara: no lo es. Estas vacas son mercancías que el ganadero cuida con un único fin: aprovechar su potencial productivo. No es altruismo, es negocio. Y el negocio de las vacas tiene mucho que ver con un negocio muy similar, aunque mucho menos visible: el de las redes sociales.

¿Quiénes son las vacas de las redes sociales?

En la era digital, las grandes corporaciones de internet —Meta (Facebook, Instagram, WhatsApp), Alphabet (Google, YouTube), ByteDance (TikTok) y xAI (X)— controlan el vasto universo de las redes sociales y la navegación en línea. Estas empresas se han convertido en los nuevos gigantes económicos, con fortunas que superan los cientos de miles de millones de dólares. Pero, ¿cómo lo hicieron? ¿Cómo generaron tales riquezas ofreciendo «servicios gratuitos»?

El secreto no es tan difícil de entender. Nosotros somos las vacas de las redes sociales, y nuestros datos, nuestra vulnerabilidad emocional y nuestra atención son los productos que se ordeñan y venden, de la misma manera que la leche de las vacas.

Vulnerabilidad = Oportunidad Comercial

En su libro Careless People (2025), la exdirectiva de Políticas Públicas Globales de Facebook, Sarah Wynn-Williams, detalla cómo la empresa usa los datos de sus usuarios para mejorar la efectividad de los anuncios y aumentar sus ingresos. Facebook, Instagram y WhatsApp (ahora bajo el paraguas de Meta) no solo almacenan nuestros datos, sino que utilizan inteligencia artificial para analizarnos profundamente. Así, si una adolescente elimina rápidamente una selfie, el algoritmo detecta señales de baja autoestima y, a partir de ahí, empieza a mostrarle publicidad de productos relacionados con la belleza, la estética, dietas o tratamientos cosméticos. Esta vulnerabilidad emocional no es una alarma para las plataformas, es una oportunidad de negocio.

Como explica Wynn-Williams, «El modelo de negocio dependía de ello: la vulnerabilidad se monetizaba. Una adolescente que borraba una selfie no era una señal de alarma: era un cliente potencial.» Ese mismo esquema no solo se usa para vender productos. Hoy, las redes sociales también son utilizadas para vender ideas, candidatos políticos, y posicionar opiniones sobre salud, ciencia y política, de una manera completamente personalizada, sin que los usuarios sean plenamente conscientes de la magnitud de la manipulación.

La Doble Vara de las Redes Sociales: ¿Sabemos Realmente Qué Hacen con Nuestros Datos?

Las vacas no saben a dónde van las otras vacas cuando se las llevan del corral. ¿Nosotros sabemos realmente a dónde van nuestros datos y qué se hace con ellos? La respuesta es compleja. Las compañías detrás de las redes sociales hacen todo lo posible por mantener sus algoritmos y sus prácticas en la oscuridad. Y cuando un rayo de luz se proyecta sobre estos sistemas, como ocurrió con el caso de Cambridge Analytica, los escándalos son enormes, pero las soluciones parecen lejanas.

Cambridge Analytica, la empresa que utilizó los datos de Facebook para influir en las campañas electorales de Donald Trump en 2016 y de Mauricio Macri en 2015, mostró el poder real que tienen las redes sociales. La filtración de datos personales no solo se utiliza para comercializar productos, sino también para manipular elecciones y moldear el destino político de un país. En respuesta a la crisis, Facebook tuvo que disculparse públicamente y asumir parte de la culpa. Sin embargo, este caso no ha llevado a una reforma profunda sobre el uso de los datos de los usuarios.

A pesar de los escándalos, los algoritmos que manejan nuestras vidas digitales siguen siendo una caja negra que pocos entienden realmente. Y el problema no está solo en que las empresas ganen dinero con nuestros datos, sino en que no existe una regulación efectiva que limite los alcances de esta industria. Mientras tanto, los dueños de estas plataformas siguen amasando fortunas mientras se aprovechan de nuestra falta de información y de nuestra adicción al entretenimiento inmediato.

Un Mundo Sin Regulación: Las Vacas Digitales y el Futuro de la Internet

Es curioso que los productos más regulados del mundo —como el tabaco, los medicamentos, la comida, los juguetes o incluso los vehículos— estén sujetos a estrictas normativas de seguridad y consumo, pero las redes sociales, la inteligencia artificial y las plataformas digitales siguen casi sin regulación. Si la decisión de limitar la edad para consumir tabaco estuviera en manos de las tabacaleras, ¿quién cree que impondrían como límite mínimo para consumirlo? Algo similar ocurre con las redes sociales. ¿Quién regula realmente lo que hacen estas plataformas con nuestros datos?

Un pequeño paso hacia la regulación vino de Australia, que prohibió el uso de redes sociales para menores de 16 años, pero este es solo el inicio de una lucha que necesita mucho más. Mientras tanto, la vulnerabilidad emocional de millones de personas sigue siendo una mina de oro para las grandes corporaciones tecnológicas.

¿Es Necesario un Cambio de Paradigma?

Karl Marx, en su Tesis sobre Feuerbach de 1845, afirmaba que los filósofos solo han interpretado el mundo de diferentes maneras, pero lo importante es transformarlo. En el caso de las redes sociales, tal vez sea hora de empezar a transformar el mundo digital en uno más ético, transparente y responsable. Si las redes sociales continúan operando como lo hacen hoy, seremos siempre las vacas de las que se ordeñan los datos.

El futuro digital, sin dudas, depende de cómo decidan los estados y la sociedad transformar este ecosistema. Pero mientras tanto, la pregunta persiste: ¿sabemos realmente a dónde van nuestros datos?

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