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Nueve de Julio

El Editorial del Lobo

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La Inútil Promesa de los Canales

Las inundaciones en la provincia de Buenos Aires, y particularmente en el Partido de 9 de Julio, suelen interpretarse como parte de un fenómeno climático global más amplio. Sin embargo, un análisis detallado de la geografía y la hidráulica de la región revela una realidad diferente. En este editorial, como ya hemos señalado en ocasiones anteriores, sostenemos que, más allá de las intensas lluvias y la urgente necesidad de mejorar la infraestructura vial, la construcción de canales no constituye una solución efectiva. De hecho, resulta completamente inadecuada debido a las características geográficas y topográficas del área, que no ofrecen las condiciones necesarias para que los canales funcionen correctamente. El informe que desarrollaremos acà ante está respaldada por el dictamen e informe de Ambientes Hidrogeológicos de la Provincia de Buenos Aires, presentado en el XI Congreso Argentino de Hidrogeología, Bahía Blanca, en octubre de 2022. Este documento técnico ha sido crucial para comprender los fenómenos hidráulicos de la región, con un enfoque particular en las inundaciones que afectan al Partido de 9 de Julio.

El Sistema Hidrológico del Noroeste Bonaerense

La región noroeste de la provincia de Buenos Aires, donde se encuentra el partido de 9 de Julio, presenta una particularidad geográfica clave: una baja inclinación topográfica. En otras palabras, el terreno es casi plano, con una diferencia de altura de apenas diez metros entre 9 de Julio y Pehuajó, dos ciudades ubicadas a cien kilómetros de distancia. Esta escasa pendiente dificulta el escurrimiento del agua en dirección horizontal, lo que significa que los canales, que funcionan en su mayoría como soluciones para evacuar el agua de un lugar a otro, no pueden operar en una región donde no existe suficiente inclinación para que el agua fluya de manera natural.

Además, para la zona de Bragado, que se encuentra incluso más plana que 9 de Julio, el escurrimiento del agua es aún más limitado. En este sector, la falta de pendiente es casi nula, lo que agrava la situación y hace que la construcción de canales sea aún más ineficaz. Si bien las obras de drenaje que apuntan a derivar el agua hacia el río Salado están pensadas para zonas con más pendiente, aquí no existe la inclinación suficiente para que los canales cumplan con su función de desagüe.

El sistema hidráulico de la región, por lo tanto, es en su mayoría vertical. El agua cae verticalmente en forma de lluvias y se dispersa en el suelo a través de la infiltración hacia las capas subterráneas o a la atmósfera mediante la evapotranspiración. Apenas menos del 3% de las precipitaciones adoptan una forma horizontal mediante los canales. En sintesis, la construcción de canales en esta región se enfrenta a una limitación natural que hace que no solo no resuelvan el problema de las inundaciones, sino que se convierten en soluciones a medias que no tienen impacto real sobre la dinámica del agua en la zona.

El Mito de los Canales: ¿Por Qué No Funcionan?

Una de las propuestas más recurrentes durante las crisis de inundación ha sido la construcción de canales para drenar el agua acumulada. Sin embargo, el informe señala que estos canales no resolverían el problema en la región noroeste, pues no pueden trasladar el agua a un punto de evacuación eficiente como el río Salado. La razón fundamental es la ausencia de pendiente: los canales no tienen la capacidad de desplazar el agua, ya que la misma tiende a estancarse en las lagunas locales. En un terreno plano, no importa cuántos canales se construyan, el agua simplemente no tiene la inclinación necesaria para moverse hacia el río Salado ni hacia otro cuerpo de agua.

En la práctica, los canales en el noroeste de Buenos Aires terminarían por trasladar el agua de una laguna a la laguna vecina, sin una salida real ni a largo plazo, convirtiéndose en una medida paliativa que calma las ansiedades políticas pero no resuelve el problema estructural de fondo.

Alternativas

Frente a esta evidencia técnica irrefutable, la solución a largo plazo no radica en la construcción de canales, sino en la gestión integral del agua a través de métodos más naturales y efectivos para esta región. En lugar de forzar soluciones que no consideran la fisiografía del territorio, sería más efectivo:

  • Mejorar la infraestructura de caminos rurales, adaptándolos a las condiciones actuales de la zona y mejorando su capacidad para resistir el agua durante las tormentas.
  • Optimizar las prácticas de drenaje subterráneo y fomentar el uso de sistemas de infiltración que aprovechen la capacidad del suelo para absorber el agua, evitando la creación de estanques artificiales.
  • Desarrollar un enfoque más integral de manejo de cuencas, que considere la acumulación y la distribución natural del agua, y que apunte a mejorar la infiltración y la evaporación en lugar de tratar de drenar el agua horizontalmente.

El Plan Maestro del Salado

En relación con el Plan Maestro del Salado, si bien este proyecto busca solucionar parte del drenaje en la región, su enfoque sobre la construcción de canales sigue siendo inadecuado para las características de la región. Aunque tanto desde el gobierno nacional como desde el provincial mencionan que se retoma la obra y que se avanzará con la construcción de canales y otras infraestructuras, reiteramos. el problema no son los canales, sino la propia geografía de la zona.

La cuenca del río Salado, por ejemplo, tiene un drenaje extremadamente lento, lo que hace que cualquier intento de desviar grandes cantidades de agua hacia allí solo termine por agravar el estancamiento local en lugar de resolverlo.

El charret y los caminos

Recuerdo cuando era chico y visitaba a mi abuelo en el campo -una chacra chica-. Me prestaba un charret y, mientras viajábamos por los caminos rurales, tenía una vista privilegiada de los campos que se extendían hasta donde alcanzaba la vista. En esos días, los caminos eran bastante transitables y no me resultaba difícil seguir el trayecto. Sin embargo, lo que me sorprendía era que, desde mi asiento en el Charret, los caminos parecían estar a nivel con los campos o incluso más arriba.

Hoy, muchos años después, esos mismos caminos que antes recorría con facilidad han quedado por debajo del nivel de los campos. Lo que en su momento fue una ruta transitable y accesible, hoy se convierte en un canal improvisado cada vez que llueve. Los caminos rurales han perdido su altura original y, lo que es aún más grave, nunca se priorizó su mantenimiento adecuado. La falta de infraestructura y de un plan efectivo para su conservación ahora se refleja en la incapacidad de estos caminos para resistir las lluvias. Con el cambio climático y las precipitaciones más intensas, los caminos se transforman en canales improvisados, dificultando la circulación y aumentando el riesgo de inundaciones. La falta de previsión y acción hoy es más evidente que nunca.

Este es un claro reflejo de cómo la falta de inversión en infraestructura adecuada y el cambio climático han alterado la dinámica del territorio. En lugar de ser un simple camino que conecta poblaciones, los caminos rurales hoy en día se ven arrasados por el agua, mientras las soluciones tradicionales, como la construcción de canales, no solo son innecesarias, sino que muchas veces agravan la situación.

Es un contraste curioso: mientras el charret de mi niñez me permitía ver los campos desde un nivel elevado, hoy los caminos parecen perderse en el horizonte, tragados por el agua que no puede escurrir adecuadamente. La solución no está en seguir construyendo canales en lugares que no tienen pendiente, sino en mejorar la infraestructura rural, adaptándola a los nuevos tiempos y condiciones climáticas.

Replantear las soluciones

La soluciones deben estar orientadas a la mejora de la infraestructura vial, al fomento de métodos naturales de drenaje y a una mejor gestión del agua, tanto a nivel subterráneo como atmosférico. La verdadera cuestión es si se priorizarán soluciones técnicas, basadas en un análisis riguroso de la geografía y la hidráulica de la región, o si seguiremos invirtiendo en medidas políticas que, aunque aparenten ser inmediatas y visibles, no resolverán el problema de fondo. Lo que está claro es que las respuestas que se han dado hasta ahora no son suficientes ni eficaces, y que se necesita un enfoque más informado.

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