5 Dic 2025
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Nueve de Julio

El poder interno que se disputa Milei tras las elecciones

«La disputa que se viene después del 27 de octubre es el juego de la política y la traición», confesó un funcionario de la Casa Rosada en referencia a los movimientos que ya se perfilan en el corazón del Gobierno. Como en esa trama donde el poder es el eje central, los equilibrios internos, las lealtades cambiantes y las ambiciones personales marcan la agenda. Pero esta vez, el tablero es real y las consecuencias también.
El Gobierno ya se prepara para una etapa de reconfiguración, a la espera del resultado electoral. En ese escenario, el principal actor que asoma con mayor fuerza es Santiago Caputo, el asesor más influyente del Presidente, con respaldo explícito de sectores del trumpismo y del establishment norteamericano. Su eventual ascenso, que hasta ahora fue resistido por parte del oficialismo, podría redefinir el esquema de poder dentro del gabinete. En paralelo, se especula con un eventual corrimiento de Karina Milei de los principales ejes de decisión.
Javier Milei apuesta a consolidar un nuevo equilibrio de poder bajo el paraguas de un vínculo cada vez más estrecho con Estados Unidos. Washington —y en particular el ala más alineada con Donald Trump— habría comenzado a incidir en las decisiones internas del gobierno argentino. En ese contexto, un triunfo electoral ajustado —el escenario que más contemplan en Balcarce 50— obligaría a ampliar el gabinete, sumar consensos parlamentarios y reordenar el vínculo con actores del sistema político tradicional: el PRO, los gobernadores y los sectores dialoguistas de la UCR.
El nombre de Santiago Caputo resuena con más fuerza. Si bien hasta ahora ha operado sin cargo formal, su peso en la toma de decisiones es creciente. Según fuentes cercanas al Ejecutivo, el propio Presidente habría habilitado su visibilización pública. Algunas versiones incluso lo ubicaron como posible jefe de Gabinete, desplazando a Guillermo Francos, lo que fue desmentido categóricamente desde el entorno del actual ministro coordinador. «No hay forma de que Guillermo acepte una baja de rango», señalaron.
Cerca de Francos insisten en que su continuidad es necesaria para el tipo de gobierno que se proyecta: más diálogo, más gobernabilidad, más vínculos con aliados internos. «Después del 26 de octubre no se puede seguir gobernando en soledad. Hay que reconstruir puentes con los aliados naturales», explicaron fuentes del oficialismo, mencionando al PRO, los radicales alineados y algunos gobernadores.
No todos en la Casa Rosada creen que Caputo pretenda formalizar un rol tan visible como la jefatura de Gabinete. Pero su influencia transversal lo convierte de facto en un actor clave, con interlocución directa en casi todas las áreas del Ejecutivo. Y su creciente cercanía con figuras del trumpismo refuerza esa centralidad.
Esta semana sorprendió en el entorno de Francos una nota crítica en un medio de alcance nacional que lo señalaba por un supuesto acercamiento excesivo a China, aludiendo a 50 reuniones con enviados de ese país. Desde su equipo desmintieron la información con cifras: «Desde el 10 de diciembre de 2023 se reunió 12 veces con representantes chinos y 47 veces con norteamericanos». No obstante, en el entorno del ministro no descartan que la publicación haya sido parte de una operación política proveniente del Departamento de Estado.
También hay tensión con el canciller Gerardo Werthein, cuestionado internamente por el traspié diplomático con Donald Trump, quien confundió el calendario electoral argentino en una declaración pública. Werthein fue señalado como responsable del manejo del vínculo con la Casa Blanca y su continuidad está bajo análisis.
Caputo, mientras tanto, impulsa otros nombres: el secretario de Culto, Nahuel Sotelo, aunque sin consenso amplio. En cambio, el que suena con más fuerza es Federico Sturzenegger, actualmente sin funciones visibles pero con respaldo político y técnico dentro del oficialismo. Algunos sectores incluso ven en su figura una posible solución de compromiso para calmar internas y proyectar gobernabilidad.
Un elemento no menor en esta reconfiguración es el rol de Karina Milei. Históricamente una figura central en el armado del Presidente, hoy se ve presionada por sectores internos y externos para replegarse de la primera línea de decisiones. El pedido, cada vez más explícito, no solo viene del círculo de Caputo, sino también del PRO, de gobernadores aliados y, según versiones diplomáticas, de la propia administración norteamericana. ¿Cederá Milei ese espacio?
Tras las elecciones del 26 de octubre —se gane o se pierda—, el Presidente enfrentará un nuevo escenario político. Con márgenes más ajustados y exigencias de consenso, el oficialismo deberá redefinir su arquitectura interna. En esa transición, el poder se negocia, se reparte y, como siempre, se disputa. El juego de la política y la traición ya comenzó.

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