Del ruido nacional a los reclamos locales
Con el triunfo de Axel Kicillof ya consumado en la provincia de Buenos Aires, la atención comienza a desplazarse del vértigo electoral hacia los desafíos concretos que marcarán la agenda de los próximos meses. Atrás quedó la contienda y, con ella, los discursos de ocasión. Lo que viene es otra cosa: la exigencia creciente de gestión real y respuestas tangibles.
El escándalo por coimas en la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS), que estalló en los días previos a la elección, logró torcer el rumbo del voto, dejando huellas visibles. La denuncia penal contra el exdirector del organismo, Diego Spagnuolo, y el señalamiento político hacia Karina Milei —hermana del presidente— acentuaron el desgaste institucional del oficialismo nacional, especialmente entre votantes independientes y sectores moderados.
Aunque el núcleo duro libertario se mantuvo fiel, el escrutinio reflejó un impacto claro en la percepción del gobierno nacional. La elección dejó una caída de más de 10 puntos en la imagen de Javier Milei en provincia de Buenos Aires, particularmente en atributos clave como honestidad, capacidad de gestión y sensibilidad social. Esa pérdida de capital simbólico, sumada a una campaña territorial más cohesionada por parte del peronismo, le permitió a Kicillof consolidar su caudal de votos y sostener el bastión más poderoso del mapa político argentino.
Pero si algo quedó claro en esta elección es que lo nacional ya no alcanza para explicar lo local. La política no se mide solo por alineamientos ideológicos ni por relatos de laboratorio. En el interior, el termómetro es otro: las obras que no llegan, los servicios que no funcionan, las respuestas que nunca aparecen.
El caso 9 de Julio: cuando el hacer pesa más que el decir
En este contexto, el caso de 9 de Julio resulta paradigmático. Mientras Kicillof revalidaba su mandato a nivel provincial, en este distrito fue La Libertad Avanza quien se impuso en las urnas, capitalizando el desgaste del oficialismo municipal y ofreciendo una alternativa basada menos en el discurso y más en la acción concreta.
En 9 de Julio, el escándalo de la ANDIS convivió con una agenda local muy marcada, donde los problemas estructurales —como el eterno conflicto hídrico— pesan mucho más que cualquier grieta mediática. Y es precisamente ahí donde emergieron las figuras de Luis Moos y Sol Ormaechea, referentes libertarios que no solo denunciaron penalmente a la intendente María José Gentile (PRO) por serias irregularidades administrativas, sino que además presentaron propuestas técnicas para mitigar las inundaciones que afectan al distrito desde hace décadas.
Esa combinación de denuncia con propuesta logró lo que muchos no esperaban: reposicionar a La Libertad Avanza no solo como fuerza opositora, sino como una alternativa concreta de gobierno con anclaje territorial. En una ciudad donde la paciencia vecinal está agotada, el voto pareció responder más a quienes ya se animaron a actuar que a quienes siguen prometiendo desde el atril.
Como sintetizó un referente barrial: “Hoy el voto está motivado en el hacer y en la expectativa de futuro. El viejo manual de la política no sirve más. La gente quiere que el que esté, haga. Si el que está hace las cosas, la gente cierra los ojos y vota.”
Mientras el escándalo nacional tuvo efectos más notorios en el conurbano o en grandes centros urbanos, en 9 de Julio el eje estuvo en otro lado: en quién tiene voluntad real de gobernar sin especular, enfrentando al poder cuando es necesario y respondiendo con hechos, no con slogans.
Reflexión final: la política sin manual
La elección dejó algo más que ganadores y perdedores. Dejó lecciones crudas para quienes todavía creen que el electorado se guía por lealtades eternas, aparatos aceitados o frases bien armadas.
En 9 de Julio —como en muchos rincones del interior bonaerense— la política ya no se mide en colores, sino en consecuencias. La representación tradicional empieza a resquebrajarse cuando no hay resultados. Y en esa grieta, aparecen nuevas figuras que, con mayor o menor ideología, se muestran dispuestas a hacer lo que otros ni intentaron.
El vecino ya no busca representantes: busca solucionadores. Y en esa búsqueda, puede dar vuelta la página, romper boletas o cruzar la vereda, si eso significa acercarse un poco más a una vida más vivible. Porque al final, la política sin resultados es solo ruido.
Y en 9 de Julio el ruido no alcanzó.
El Lobo





