Por Juan Flores Belaunde
Me gustaría reflexionar sobre el artículo que se publicó el 24 de julio pasado con el título “Mito y realidad de las Retenciones”. Considero que quien lo haya escrito, desconoce la realidad del negocio agrícola, y digo la realidad, porque tal vez intentó teorizar sesgadamente sobre un tema muy complejo con un análisis simplista y por ende, incompleto.
En primer lugar, la rentabilidad agrícola no depende de “modelos económicos”. Estos podrán darle mas o menos ventajas, tendrán más o menos “llegada” con el sector, pero en el Excel que arman los productores antes de cada campaña, nada de esto lo cargan. Tampoco es cierto que “el problema no son las retenciones, sino el modelo”. Las retenciones son un problema aberrante e injusto, contra el que los productores pelean, sea cual sea el “modelo” gobernante.
También es falso que los precios de los granos (soja, por ser el más representativo) fueran “20 o 30% mas bajos que hace 10 años. No hay que ser un estudioso para saberlo, pero sí conocer medianamente de cerca el ambiente para saber que los productores siempre bromean que “la soja es peronista”, es decir que las cotizaciones de Chicago (mercado rector, nos guste o no), siempre fueron altas en gobiernos peronistas/populistas. Durante el primer gobierno de CFK el promedio soja Chicago fue de 426 dólares (con un pico de 567 el 3/3/2008). En su segundo mandato, el promedio fue de 465 dólares, (con un pico de 650 el 4/9/2012)
Cuando gobernó Macri el promedio fue de 330 dólares (con picos de 400 y un mínimo de 322). Con Alberto Fernández, el promedio fue de 483 dólares (con pico de 608 el 13/5/2021)
(Datos Infobae, Clarín y Grassi Cereales). Milei arrancó con 370 dólares, que, con subas y bajas, se mantiene hasta hoy.
Y si… “la rentabilidad efectiva fue mucho mayor bajo gobiernos populistas”, pero no por mérito de éstos, sino por oferta y demanda globales. También es justo decir que los productores, como cualquier empresario de otros sectores, especulaban y esperaban la próxima devaluación, que inexorablemente ocurría, gracias al déficit fiscal y la faltante crónica de dólares.
Es cierto que aumentaron costos tales como combustibles y alquileres. Respecto de éstos últimos, la redacción sostiene que en la última década los alquileres aumentaron un 20%, y que los propietarios de tierras se han quedado con parte de la renta agropecuaria. ¡Vaya renta, que, según la nota, se ha incrementado un 2% anual…!
Respecto a esto, también menciona como necesaria una “regulación de alquileres”. Ya sabemos lo que pasa cuando un gobierno pretende regular alquileres; como muestra, basta recordar las leyes de alquileres urbanos (kirchnerista y macrista) que ya demostraron su inutilidad y perjuicio para propietarios e inquilinos.
En la misma sintonía, se alude también a aplicar “control de precios de insumos”. De nuevo, ¿Cuándo en la Argentina funcionaron los controles de precios? A veces me sorprende la ignorancia o la negación de la realidad que tenemos los argentinos. Si un insumo está caro, el chacarero no lo usa, o lo usa en menor cantidad (ejemplo típico: fertilizantes)
Por último, refiere a las altas tasas de financiamiento en pesos. Y claro, el empresario de cualquier rubro venía de una década de créditos a tasa negativa que los bancos alegremente daban, porque sobraban pesos producto de la emisión descontrolada, y se los querían sacar de encima como fuera. Hoy, ése mismo empresario debe cambiar el chip y acomodarse como pueda a esta nueva realidad de baja inflación (y posible futura deflación), y baja emisión. Con lo cual, ya se trate de sembrar una hectárea de rabanito o construir un emprendimiento inmobiliario, la va a tener que poner TODA de su bolsillo, si no quiere asumir un riesgo crediticio en dólares.





