5 Dic 2025
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Nueve de Julio

Sin la garantía de Bessent, Wall Street frenó la ayuda

El anuncio de un préstamo de US$ 20 mil millones por parte de los bancos privados de Wall Street para asistir a la Argentina quedó en suspenso, no por un fallo de los bancos involucrados, sino por la falta de decisiones y claridad por parte del Tesoro de los Estados Unidos. La falta de respaldo político y financiero por parte de la administración estadounidense, dirigida por Scott Bessent, impidió la activación de este crédito puente. Ante esta demora, el país se verá obligado a recurrir a un REPO de US$ 5 mil millones, una cifra mucho más modesta que la inicialmente pactada, para poder afrontar el vencimiento de deuda en enero.

Las entidades financieras de Wall Street, lideradas por JP Morgan, estaban dispuestas a financiar la deuda argentina. Sin embargo, el Tesoro de los EE. UU., bajo la conducción de Bessent, no logró generar el esquema de garantías políticas y financieras que exigían los bancos para aprobar el crédito. Este retraso dejó a la Argentina en una situación comprometida, ya que ahora tendrá que cubrir los US$ 4.300 millones que vencen en enero con un préstamo de corto plazo de apenas US$ 5 mil millones mediante un REPO, sin intervención del Tesoro ni garantías políticas.
El principal obstáculo en la negociación fue la falta de un acuerdo político claro entre ambos países sobre el esquema de garantías a largo plazo. Para que el crédito fuera viable, se requería que el Tesoro de los EE. UU. asumiera un rol garante durante al menos diez años, hasta 2036. Sin embargo, este período excede el mandato del actual gobierno argentino, liderado por Javier Milei, y resulta incierto qué ocurriría en caso de que un cambio de gobierno en Argentina o en Estados Unidos pusiera en riesgo el cumplimiento de los compromisos. Este dilema político, que refleja la inseguridad del escenario en Buenos Aires, fue un factor determinante para que Bessent y su equipo dudaran en asumir el rol de garantes a tan largo plazo. El miedo a un default argentino ante cualquier cambio de signo político en la Casa Rosada o crisis internas que impidieran cumplir con el pago de la deuda resultó ser demasiado grande, lo que derivó en la activación de un REPO mucho menos ambicioso.
Tras el retraso en la activación del crédito de US$ 20 mil millones, el gobierno de Milei se ve obligado a resolver la urgencia de los US$ 4.300 millones para el 9 de enero de próximo. El gobierno contaba con esta asistencia financiera como parte de una estrategia de reactivación que le permitiría, además, regresar al mercado internacional de deuda para financiar los pagos futuros. Sin embargo, con este nuevo esquema más reducido y la imposibilidad de contar con el respaldo total del Tesoro de los EE. UU., esa esperanza se aleja. La Argentina deberá confiar en una negociación de deuda a corto plazo y una recuperación de reservas más lenta de lo esperado.

La estrategia original del Ministerio de Economía, liderado por Luis Caputo, era mucho más ambiciosa. Se planeaba que, una vez asegurado el crédito, la Argentina podría mostrar al mundo una mejora en su perfil de riesgo y reabrir el acceso al mercado financiero internacional con tasa baja y plazos largos. Sin embargo, con el panorama actual, el pago de enero solo se podrá cumplir con garantías privadas y no con el ansiado respaldo del Tesoro de EE. UU.
Y el escenario para los próximos vencimientos no es más optimista. El gobierno argentino deberá continuar negociando con los bancos de Wall Street y el Tesoro de los EE. UU. para asegurar la reactivación del préstamo por los US$ 15 mil millones restantes, los cuales serían necesarios para cubrir los vencimientos de deuda hasta 2027. Para ello, será imprescindible reducir el riesgo país y mejorar el nivel de reservas del Banco Central, lo que representa una tarea casi titánica dado el contexto económico y político interno. A su vez, la opción de recurrir a un swap de monedas o una recompra de bonos a través del Fondo de Garantía de Sustentabilidad está sobre la mesa, pero nuevamente los mercados internacionales y las exigencias del FMI y el Tesoro de EE. UU. condicionarán esas decisiones.
El gobierno de Milei se enfrenta a una encrucijada financiera, y las promesas de Caputo de un retorno al mercado internacional con tasa baja se ven cada vez más distantes. El fracaso en activar el préstamo de US$ 20 mil millones es solo una muestra de los problemas de fondo: la falta de una estrategia financiera sólida y la incertidumbre política que persiste en ambos lados del Atlántico. Sin un acuerdo claro sobre la garantía política por parte de los EE. UU., la Argentina deberá recurrir a alternativas menos favorables, con un costo que podría ser más alto de lo inicialmente previsto.

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