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jueves, 25 abril, 2024

Origen y desarrollo de la Victimología

(Por Marina Suárez, Técnica en criminalística y criminología)

Al comenzar a estudiar la Victimología, llama la atención de inmediato el desinterés general que, a través de la historia, han tenido las ciencias penales por la víctima. Con la excepción, por demás explicable, de Medicina Forense, las demás ciencias no se habían ocupado del fenómeno victimal, lo habían hecho muy superficialmente.

La escuela clásica del Derecho Penal centra su interés en el delito como ente jurídico, importa básicamente el hecho delictuoso, y justa retribución al responsable del mismo. Aquí está el problema de  niveles de interpretación; a la escuela clásica le interesa el nivel conductual, por lo tanto se desinteresa por el nivel individual, es decir se centra en la teoría del delito, dejando en segundo plano al delincuente y con más razón a la víctima.

Es justa aquella frase de que la escuela clásica (iniciada por Beccaria) le dijo al hombre “observa el derecho”; en tanto que la escuela positiva (originada por Lombroso) le dijo al derecho “observa al hombre”.

La escuela positiva se centra así en el estudio del hombre antisocial, fundando la Criminología, pero en su esfuerzo por la integral comprensión del criminal olvida a la víctima.

Así, el criminal es estudiado, protegido, tratado, explicado clasificado, sancionado, auxiliado, en tanto que a la victima escasamente se la menciona.

Se originan grupos interdisciplinarios para estudiar al criminal, se construyen instituciones especiales para su observación, tratamiento y custodia, se elaboran leyes cada vez más detalladas para regular su conducta, se escriben miles de páginas de tratando de explicar su personalidad y sus reacciones.

En tanto la victima queda marginada, en el drama penal parece ser tan solo un testigo silencioso, la ley apenas la menciona, la literatura científica la ignora, y por lo general queda en el más completo desamparo, lo que representa una sobrevictimizacion.

Las razones por las cuales sucede este fenómeno tienen que ser profundas, no podrían explicarse simplemente como un problema de niveles de interpretación.

Una tentativa de explicación consiste en el miedo que se le tiene al criminal: el sujeto antisocial naturalmente es temido por la colectividad, es el pánico que tienen las ovejas frente al lobo. Pero ¿quién teme a un cordero? es la víctima propiciatoria, innocuo, es manso, no es peligroso.

Pero parece haber  algo más, ya que los criminales pasan a la historia, en tanto que las victimas rápidamente caen en el olvido.

¿Quién no conoce a Jack el destripador, a Landru, al Capone, A “Goyo”? pero ¿Quién sería capaz de mencionar a sus víctimas?

La victima pasa excepcionalmente a la historia, y solo lo logra en crimines del tipo magnicidio, o por alguna razón verdaderamente insólita. 

Una interpretación más que puede intentarse para explicar el fenómeno de la tardía aparición de la Victimologia y ésta es que nos identificamos con el criminal y no es así con la víctima.

El criminal, es en mucho, un sujeto sin inhibiciones, cuando desea algo lo realiza, sin importarle la norma, la sociedad o la víctima. Es decir, en cierto aspecto el criminal es alguien que se atreve a hacer algo que él no criminal, no osaría realizar, pero que desea hacerlo.

Es por eso que existe una identificación (consciente e inconsciente) con el criminal, con aquel que se atreve a ejecutar lo que nosotros no osaríamos realizar.

No hay identificación con la víctima,  se desearía ser criminal pero no víctima, nadie desea que le roben, lo hieran, lo injurien, lo violen, cuando soñamos ser victimizados es algo horrible que se llama pesadilla.

Por último cabe preguntarse si efectivamente el Estado tiene interés por las víctimas, en múltiples casos el criminal es un “chivo expiatorio” y representa la parte desviada de la comunidad que puede poner en peligro la seguridad del gobierno y el orden social.

La víctima, en tanto, significa el fracaso del Estado en su misión de protección y  tutela de los intereses de la comunidad. En un momento dado la victima puede exigir al gobierno una compensación por el abandono en la que ha sido dejada.

Esta semana comparto las líneas del prestigioso Luis Rodríguez Manzanera (Criminólogo de México), fue director de la Facultad de Derecho de la Universidad La Sallé de México, durante nueve años, asimismo, dirigió la Academia Nacional de Seguridad Publica de la República Mexicana. Es Presidente Honorario del consejo Nacional de Instituciones de Enseñanza Criminológica (CIECRIM).

 

 

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