Vestidos con el inconfundible uniforme naranja de los reclusos y a través de una pantalla dividida por Zoom, cinco turistas argentinos enfrentaron este martes la rapidez y frialdad del sistema judicial estadounidense. En menos de 20 minutos, un promedio de tres minutos por acusado, el tribunal de Miami formalizó los cargos y fijó las fianzas que les permitirán acceder a la libertad provisional, por un total de 21.000 dólares.
La audiencia, relámpago y remota, mostró un contraste llamativo entre la tensión de los acusados y la eficiencia de la justicia local. En una de las ventanas del monitor se veía la sala de audiencias, pequeña, con apenas dos mesas; en las otras, la jueza, la fiscal y el traductor supervisaban cada detalle. Los acusados desfilaban uno a uno acompañados por un oficial, mientras se resolvían sus destinos en cuestión de minutos.
El primero en comparecer fue Diego Luis Xiccato, reconocido peluquero de 46 años, captado robando mercadería de Tommy Hilfiger y ocultándola en una valija previamente sustraída de otra tienda. Su caución quedó fijada en 4.500 dólares, junto con la prohibición de regresar al comercio donde ocurrió el hecho.
La tensión aumentó con los turnos de Mauricio Ariel Aparo-Orlando y Sebastián Luis Moyano, socios comerciales en Argentina. Ambos quedaron excluidos del beneficio de un defensor oficial gratuito al constatar la corte su capacidad económica: Aparo es propietario de una vivienda y tiene negocios activos, mientras que Moyano también contaba con propiedades. Ante la urgencia de resolver su situación —Aparo alegó tener un vuelo próximo—, ambos aceptaron que se dicte la sentencia en el momento, fijándose fianzas de 4.500 y 4.000 dólares, respectivamente. La confusión y el desconocimiento del sistema marcaron los últimos turnos. Manuel Zuloaga-Arenas, también excluido de la asistencia legal gratuita, tuvo que preguntar explícitamente “¿Y la fianza?” para entender la decisión de la corte. Se le imputaron cargos por participación en crimen organizado y robo menor, con una caución de 4.000 dólares.
El episodio más insólito lo protagonizó Juan Pablo Rua, quien, tras titubear sobre la contratación de un abogado privado, preguntó desde la sala: “¿Cómo pago eso?”. La magistrada fue pragmática: “En la cárcel donde está ubicado aceptan tarjetas de crédito, o puede contratar a un financista”. Con esa aclaración concluyó la audiencia abruptamente a las 8:18 de la mañana. Los cinco argentinos recibieron así una hoja de ruta clara pero costosa: reunir los fondos necesarios para salir mientras enfrentan graves cargos, que incluyen “crimen organizado para defraudar” y “robo mayor”, además de la prohibición de acercarse a las tiendas afectadas.
La Jueza ‘viral’ detrás del escritorio
Un detalle que no pasó desapercibido fue la presencia de la magistrada Mindy Glazer, conocida internacionalmente desde 2015 por un video viral en el que reconoció a un acusado, Arthur Booth, como su antiguo compañero de escuela, generando un emotivo reencuentro. En aquella ocasión, el detenido rompió en llanto y la escena se volvió un símbolo de humanidad en el sistema judicial.
Sin embargo, en la audiencia de los argentinos, Glazer dejó de lado cualquier emotividad. Actuó con la rapidez que exige la justicia estadounidense, despachando cinco casos complejos de turistas internacionales en tiempo récord y sin titubear ante las consultas de los detenidos. La eficiencia y la celeridad contrastaron con la confusión y la ansiedad de los acusados, dejando en evidencia la brecha entre quienes conocen el sistema y quienes se enfrentan a él por primera vez.
Lecciones sobre un sistema implacable
La jornada dejó claras varias conclusiones para quienes siguen la crónica judicial. Uno es que la justicia estadounidense funciona con un ritmo preciso, incluso en casos complejos y con acusados internacionales. El acceso a la asistencia legal depende directamente de la capacidad económica del acusado, algo que dejó fuera del beneficio a tres de los cinco turistas.
La experiencia de enfrentarse a un tribunal remoto amplifica la tensión y la incomodidad de los detenidos, haciendo que decisiones cruciales se tomen en minutos. La presencia de magistrados mediáticos o con historias virales no afecta la eficiencia del proceso, aunque aporta un contraste curioso para observadores externos.
En menos de veinte minutos, la suerte de cinco turistas argentinos quedó definida, con fianzas millonarias y una clara advertencia sobre la rapidez y la severidad del sistema judicial estadounidense. Una audiencia exprés que combina tensión, confusión y pragmatismo, y que deja una lección clara: en Miami, incluso el tiempo tiene un valor judicial exacto.






