6 Dic 2025
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Nueve de Julio

Juventud, Trabajo y Vivienda

Una generación está atrapada entre la precariedad y la imposibilidad de emanciparse.
En un contexto de destrucción sostenida del empleo formal y una reforma laboral que profundiza la precarización en el ingreso, permanencia y egreso del trabajo, nueve de cada diez jóvenes enfrentan barreras para acceder al mercado laboral. los datos en Argentina muestran que gran parte de la juventud termina aceptando cualquier tipo de empleo por la urgencia económica, en un escenario donde uno de cada cuatro jóvenes vive en la indigencia.

El «DRAMA» de Alquilar

En Argentina, alrededor del 20% de la población es inquilina. Aunque el acceso a la vivienda es una problemática generalizada, impacta con mayor dureza sobre los jóvenes, quienes encuentran enormes dificultades para acceder a un techo con sus ingresos. Las nuevas generaciones no pueden comprar vivienda como lo hicieron las anteriores, y deben recurrir al alquiler en condiciones cada vez más desfavorables.
Ingresos insuficientes, empleo informal, falta de recibos de sueldo, exigencias de garantías propietarias, seguros costosos y comisiones excesivas hacen que alquilar sea una misión casi imposible. En el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), la proporción de hogares inquilinos pasó del 16% al 18% en siete años; en Gran Rosario del 13% al 16%; en Gran Córdoba del 22% al 26%; y en Gran Mendoza del 19% al 25%. El salto más notable se dio en la Ciudad de Buenos Aires, donde la tasa subió del 29% al 37%.
La relación entre los precios de alquiler y los ingresos de jóvenes de entre 18 y 24 años nos indica que el alquiler promedio de un monoambiente en CABA ($274.482) equivale al 69,6% del salario de un joven. Incluso compartiendo un departamento de dos ambientes con otra persona, el alquiler ($630.865) consume el 48% del ingreso conjunto.
Para alcanzar una relación considerada «aceptable» por estándares internacionales —menos del 30% de los ingresos destinados a vivienda—, un joven debería ganar $914.941 por mes, es decir, un 112% más que el ingreso actual.

Trabajo precario, ingresos bajos

Estos datos reflejan una realidad laboral adversa para la juventud. Al cierre de 2024, la tasa de desempleo juvenil duplicaba la general: el 13,8% de las mujeres jóvenes (14 a 29 años) estaban desocupadas, 7,4 puntos por encima de la media nacional. Entre los varones, la desocupación llegó al 12,5%, con el mayor incremento interanual registrado.
Además, el 70% trabaja en la informalidad y el 60% vive en situación de pobreza. Entre los jóvenes de barrios populares, el 43% comenzó a trabajar antes de los 15 años y el 90% lo hace de manera informal.

Una emancipación postergada

La imposibilidad de independizarse también atraviesa otras regiones del mundo, aunque con matices. En la Unión Europea, el 30% de los jóvenes de entre 25 y 34 años aún vive con sus padres. En Italia y España, la cifra llega al 50%. En países como Francia o Alemania es considerablemente menor, pero se eleva al 70% en Montenegro, Croacia y Albania.
En Argentina, cerca del 40% de los jóvenes no ha logrado emanciparse. Se advierte que la mitad de los inquilinos del país son hijos de padres que también alquilan, lo que augura una crisis estructural si no se revierte la situación.
El tipo de empleo y las condiciones laborales explican buena parte del problema. El 62,1% de los jóvenes trabaja sin contrato o en condiciones precarias, y otro 8,6% —aunque formalmente registrados— tiene ingresos por debajo del salario mínimo, vital y móvil. En el grupo de 18 a 24 años, el 12,6% vive en la indigencia.
A esta situación se suma una tendencia preocupante: el crecimiento sostenido de trabajadores monotributistas, que desde fines de 2023 aumentaron en 284.000, mientras se perdieron 166.000 empleos asalariados registrados en el sector privado. Esta dinámica se vio reforzada por la reforma laboral impulsada por el gobierno de Javier Milei, que extiende los períodos de prueba, reduce las indemnizaciones y fomenta figuras de contratación más flexibles, como los “colaboradores” o monotributistas.
En este escenario, la juventud argentina enfrenta una combinación de precariedad laboral, bajos ingresos y barreras habitacionales que dificultan gravemente el acceso a una vida autónoma.

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