Durante el rescate financiero a la Argentina, el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent, desplegó una estrategia de alto riesgo, basada en la compra de pesos a tasas preferenciales y la colocación de esos activos en el Banco Central. Lo que parecía una simple operación financiera se convirtió en una jugada especulativa que multiplicó las ganancias de EE. UU. en horas, manteniendo a la vez el tipo de cambio en un estrecho margen favorable para el gobierno argentino.
El trueque entre dólares y pesos, conocido en la jerga financiera como carry trade, fue la clave de una estrategia que, bajo la supervisión de Bessent, buscó no solo cubrir el riesgo de devaluación sino también aprovechar la fluctuación del tipo de cambio. El Tesoro estadounidense adquirió pesos por un total de 2.100 millones de dólares en octubre, un monto que supera las intervenciones históricas en otros mercados. Mientras tanto, la dupla económica argentina, encabezada por Luis Caputo y Santiago Bausili, utilizó el mismo mecanismo para sostener una cotización del dólar relativamente estable, ganando tiempo antes de una inevitable devaluación.
La compra de pesos se realizó a una tasa secreta y sin detalles públicos sobre el rendimiento o el plazo de las colocaciones. Según estimaciones, estos pesos terminaron siendo colocados en instrumentos emitidos por el Banco Central argentino, sumando una diferencia de 2,75 billones de pesos, lo que corresponde a aproximadamente 1.855 millones de dólares. Este detalle alimenta la sospecha de que el Tesoro de EE. UU. juega con ventajas escondidas dentro del sistema financiero argentino, fuera del alcance de las autoridades locales.
En las horas siguientes a las elecciones legislativas en Argentina, la victoria del oficialismo brindó un respiro temporal al mercado cambiario. El dólar cedió terreno, los bonos y acciones subieron, y el riesgo país se redujo. Sin embargo, la tranquilidad fue efímera: en el corto plazo, el mercado volvió a mostrar señales de inestabilidad, y el peso perdió nuevamente terreno frente al dólar.
El impacto económico de la operación estadounidense fue destacado incluso por el propio presidente Donald Trump, quien celebró las ganancias obtenidas a raíz de este rescate financiero. Según informes de consultoras locales, la operación podría haber generado una ganancia de 280 millones de dólares para Estados Unidos, dependiendo de la evolución del tipo de cambio en las semanas siguientes.
La intervención del Tesoro no solo consolidó una ganancia millonaria para EE. UU., sino que también dejó interrogantes sobre el futuro del mercado cambiario argentino. El proceso de intervención, en el que se combinaron tasas secretas y operaciones de alto riesgo, subraya las tensiones latentes en la relación económica entre ambos países. Además, mientras la Argentina intenta mantener la estabilidad cambiaria, el riesgo de una crisis sigue latente, alimentado por la constante manipulación de las bandas cambiarias.
Al final, la pregunta sigue siendo: ¿hasta cuándo podrá Argentina sostener esta ilusión de estabilidad sin afrontar una devaluación inevitable que termine por estallar en un escenario de alta incertidumbre económica? Lo que está claro es que, mientras tanto, Bessent y su equipo continúan ganando en cada jugada.





