Cuando la gestión oscurece
En los últimos días, la presidenta del Consejo Escolar, Valeria Maidana, salió públicamente a desmentir que su organismo haya obstaculizado la recepción de donaciones para la Escuela Normal Superior -de Comercio-. Sin embargo, sus declaraciones no solo no despejan las dudas, sino que abren otras más profundas.
Maidana asegura que “nunca obstaculizó nada”, que “nunca hablaron de luces” y que su gestión es transparente. Pero los hechos concretos relatados por directivos y Cooperadora del establecimiento muestran otra cosa. Y lo muestran con la claridad que los discursos defensivos no logran opacar.
Según lo que expone la propia comunidad educativa, existe un intercambio de WhatsApp – en audio- entre Valeria Maidana y la directora institucional del establecimiento educativo, Vanesa Lis Fernández, donde Maidana le indicó que solo permitiría incorporar cuatro o cinco luces LED, pese a que la donación completa había sido conseguida por la escuela y la cooperadora. Incluso, en ese intercambio, Maidana le dijo a la directora que “iba a tener que elegir” cuáles luces aceptar, dejando explícita la intención de restringir la donación. Entonces cabe preguntarse seriamente, si una autoridad limita la cantidad de elementos donados—gestionados por otros—¿cómo se llama eso, si no es obstaculizar?
Mientras Maidana intenta negar lo evidente, los hechos resultan tozudos: se quiso restringir una donación completa, obtenida por los directivos y la cooperadora, y solo se habría querido autorizar cuatro o cinco luces, según el intercambio que la comunidad educativa expone. Pero esa maniobra no prosperó por una razón muy simple: la palabra del Sr. Matías Losinno ya estaba comprometida ante directivos y representantes de la Cooperadora, quienes habían acordado la colocación de la totalidad de las luces donadas.
Maidana habla de obras de infraestructura, de funcionamiento de comedores, de ampliación de cupos y de esfuerzos para mantener en pie 106 instituciones dentro de 94 edificios envejecidos. Todo eso podrá ser cierto, pero no refuta el hecho puntual denunciado. No responde por qué se restringió una donación completa y se exigió recibir solo una parte. Una larga lista de logros no es una explicación: es un desvío.
La presidenta del Consejo Escolar argumenta que Provincia tiene otros tiempos y que el Consejo depende de esas demoras. Pero aquí no se trata de una obra provincial, ni de fondos del Estado: se trata de una donación privada, gestionada por la escuela. Y para eso Provincia no es excusa. Explica que deben registrar las “altas y bajas patrimoniales”. Correcto: eso nadie lo discute. Pero la rendición patrimonial no explica por qué se pidió reducir la donación a “cuatro o cinco luces”. Registrar una donación nunca implicó amputarla.
Mientras niega haber hablado jamás de luces, la comunidad educativa sostiene que el chat existe, que fue enviado y que se recibieron instrucciones. No alcanza con decir: “no hablamos de luces”. La evidencia presentada indica lo contrario. Y aquí viene lo central: si Valeria Maidana niega la existencia del intercambio, tiene a su alcance la forma más simple y contundente de comprobarlo. En causas donde la discusión gira en torno a comunicaciones electrónicas, el método institucional y legalmente correcto es claro: poner el dispositivo a disposición de la UFI-TEC Departamental, el área especializada en pericias tecnológicas, para que determine la autenticidad o inexistencia del intercambio. Si la presidenta del Consejo Escolar está segura de que esos mensajes nunca existieron, ¿por qué no permitir la pericia correspondiente? La verdad no necesita protección: necesita verificación.
Maidana intentó despejar dudas, pero terminó sembrando más. Dijo que el Fondo Educativo no pasa por el Consejo Escolar, que lo maneja el Municipio, y que ella “no sabe cuánto entra” ni “en qué se usa”. Y ante la pregunta de si el Municipio podría destinar esos fondos a otros fines, respondió: “Es posible.”
Si quien preside el organismo encargado de velar por las escuelas reconoce no saber si el dinero que corresponde a Educación va efectivamente a Educación, la pregunta cae sola: ¿Cómo se garantiza entonces que las necesidades urgentes de las instituciones se atienden? Y nuevamente: ¿por qué restringir una donación que no implica gasto alguno del Fondo Educativo?
Reflexión Final
La Comunidad Educativa hizo su parte: gestionó, consiguió y trabajó. La Cooperadora aportó sin pedir nada a cambio. Los directivos coordinaron, ordenaron y buscaron mejorar su institución. Todos pusieron lo mejor de sí, mientras que, del otro lado, se intentaba imponer una restricción innecesaria, una limitación sin justificación lógica ni transparente.
Dar a elegir entre cuatro o cinco luces cuando el establecimiento educativo había conseguido la totalidad de las lámparas LED es, ni más ni menos, obstaculizar lo que no debería ser obstaculizado. Y esa es la clave de Bóveda: no se trata de un pequeño desacuerdo o de una gestión de buen corazón que se ve un poco empañada por malentendidos. Se trata de un intento explícito de interferir en una acción colectiva, que no solo fue bien gestionada, sino también totalmente externa a los fondos públicos.
El intercambio de WhatsApp entre Valeria Maidana y la directora institucional Vanesa Lis Fernández, que en su momento pudo haber sido solo una conversación más entre colegas, es hoy el punto de inflexión en esta historia. Nadie pensó que esas palabras quedarían expuestas. Nadie pensó que lo que se decía entre líneas se convertiría en prueba irrefutable.
La Señora Valeria Maidana, Presidenta del Consejo Escolar de 9 de Julio, no me deja otro camino que acordarme de las enseñanzas de mi abuelo Lobo, que siempre solía decir: «El diablo habita en los detalles; una espina por pequeña que sea para el andar del caminante.» Esa máxima, tan vieja como cierta, no podría ser más acertada en este caso. Lo que para Valeria Maidana pudo haber parecido una acción menor, una simple indicación, en realidad es una espina en el andar de la gestión. Una espina que, aunque pequeña, interrumpe el caminar de un proceso que debía ser transparente y colaborativo. Porque, al final del día, lo que no se explica, lo que se oculta, lo que se intenta silenciar, tarde o temprano emerge. La realidad es mucho más difícil de esconder que las palabras, y los hechos terminan por poner a cada uno en su lugar. Así que, si no hubo obstáculo alguno, que lo demuestren. Si el chat no existió, que lo determine la Justicia. Pero lo que no puede seguir existiendo es un discurso que no coincide con los hechos, una narrativa que no se sostiene cuando se pone a prueba con la verdad. Porque cuando la realidad muestra más luces de las que algunos quieren admitir, lo peor que se puede hacer es intentar apagarlas.
EL LOBO





