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Nueve de Julio
sábado, 18 mayo, 2024

Rincón literario

MI CASA TIENE UN ZAGUÁN

(por Marisa Chela)

Mi casa tiene un zaguán, a mí, desde chica me gustaba mirarlo, tan alto y tan serio. Tenía un “fierrito” al costado que hacía ruido y mi mamá y mi abuela se enteraban que venía gente:

  • ¡Amaliaaaaa tocan el llamador!
  • Vaya usted Teresa, estoy cambiando a los chicos

Ellas eran así, si no podía una, iba la otra pero nunca discutían por estas cosas. Ahí yo me enteraba que “eso” se llamaba precisamente “Llamador”, me daba un poco de risa porque el zaguán llamaba …

Su picaporte no era común, era un picaporte de zaguán, de bronce brillante y mi abuela siempre lo mantenía limpio. Pero lo que más me llamaba la atención, era el buzón que tenía a la derecha, también de bronce y decía “CARTAS”. Mi imaginación era tan aguda que cuando mi abuela me explicó para qué era, yo iba corriendo a la vereda, con un papelito simulando ser un cartero y lo tiraba para adentro, y allí corría al comedor y me convertía en ama de casa para recibirlo. Era un juego que me entretenía porque luego, inventaba el contenido de la carta y me hacía la que leía. Con el tiempo, cuando mi abuela me enseñó a escribir y  leer (tenía cinco años), redactaba las cartas, las ponía en un sobre y siiiiiiiiiii … el juego era más completo.

El zaguán parecía el rey del frente de mi casa, nada lo igualaba en elegancia y porte. Era impresionante guardián.

Cuando fui creciendo el misterio del zaguán, fue creciendo también, porque yo esperaba las cartas del chico que me gustaba, y mi cara era de felicidad porque yo ya sabía el contenido porque las escribía por la noche cuando todos dormían. Al otro día mandaba a mi hermanito a tirar la carta por el zaguán y todo era más real y emocionante.

¡No me digan que no era lindo!

Hoy el zaguan permanece en desuso, un poco olvidado. Gracias a papá, que era muy conservador, nunca se colocó timbre, entonces un gran tiempo, siguió cumpliendo su función.  Pero luego se fue el correo, y vinieron los celulares para escribir el famoso: “estoy afuera” y ya no se enteran todos que viene visita, sino que uno sale corriendo y los demás preguntan:

  • ¿Adónde vas?

A veces, el receptor, contesta, otras ni se entera y todos callan.

Los tiempos han cambiado querido zaguán, si yo te contara …

 

EL ZAGUÁN

Refugio de noches traviesas,

Fuiste testigo de escapadas, encuentros amorosos y llegadas a deshora.

Nunca te quejaste cuando por las noches la llave robada no pedía permiso.

Jamás delataste la penitencia de ese novio indisciplinado implorando perdón.

Tu llamador se quedaba en silencio para no descubrir secretos o tal vez era un curioso y disimulado testimonio.

Impune de toda culpa,

hoy permanecés en desuso

como esperando que la nostalgia acuda a tu sitio.

Zaguán de noches traviesas,

cuántas historias escondés bajo tu saco gris, que aún,

viejo y gastado permanece perspicaz ante otras travesuras.

Los tiempos han cambiado y ante el olvido

te burlas del timbre inexperto, de entradas inseguras

y de alarmas que no gritan.

Los tiempos han cambiado y las cartas no caen al piso del comedor

porque ya no hay pluma que escriba sentidas palabras con tinta y amor.

Los tiempos han cambiado pero cada tanto te miro y recuerdo, antiguo zaguán.

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