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viernes, 17 mayo, 2024

Amanda de Oliveira, la estudiante que demuestra que se puede producir cebolla en la tierra colorada

(Por Mónica Gómez)

Con 18 años, Amanda de Oliveira cursa su último año en el Instituto de Enseñanza Agropecuaria y Electromecánica N° 9 de Colonia Aurora, paraje El Progreso, Misiones. Como muchos de sus compañeros es hija de productores y en la presentación de su proyecto de finalización de curso decidió, pese a lo difícil que le resulte, producir cebolla en la tierra colorada.

“Mis papás son productores de tabaco y soja, y también tenemos nuestra huerta. Somos 6 hermanos y desde chiquititos ayudamos. Me gusta vivir en la chacra, producir y ayudar a mi familia. Un día estábamos cosechando maíz junto a mi mamá y ella me sugirió que plantara cebolla. A mí me encantó. Así que desde que comencé el colegio en marzo ya tenía la idea en mente”, comenta esta joven que junto a sus 8 compañeros de sexto año tienen la responsabilidad de llevar adelante un proyecto de producción dentro del predio de la institución asesorados por sus profesores y técnicos, poniendo en práctica los conocimientos adquiridos en el aula.

El trabajo en la tierra, así como el agregado de valor a la producción, es una práctica habitual que desarrollan los alumnos que reciben una formación agropecuaria. La currícula está orientada a que puedan realizarlo y es es por ello que se los acompaña en la articulación con distintos organismos como INTA u otros productores.

“Conseguí la semilla a través del INTA: ellos me fueron asesorando junto con el profe de la materia Proyecto, me destinaron un sector del colegio de 600 metros cuadrados y ahí empecé. Si bien en mi casa tenemos una huerta con verduras, no tenía idea sobre la plantación de cebolla y tampoco mucha fe. Decía: no sé si esto va a crecer y hoy miró mi producción  y me parece increíble”, se emociona.

El técnico Eliseo Cornelius de la Oficina de Información Técnica Santa Rita, dependiente de INTA Cerro Azul, fue quien asesoró a la estudiante en este proceso: “Amanda plantó dos variedades de semillas: la Valencianita precoz, que es una cebolla blanca, que se cosechó a finales de septiembre principio de octubre, y la morada INTA, que se cosecha la última semana de noviembre por el corto ciclo de producción que tiene”, explica.

Ella es una joven con una gran motivación, su sonrisa al recordar cuando obtuvo su primera cebolla es una muestra de la pasión con la que vive esta experiencia:

Fue un proceso de mucho trabajo porque es una planta difícil. Al principio la lluvia me llevó todas las semillas, y una vez en tierra me encontré con más dificultades como hongos. En particular tenía miedo que al ser tierra colorada, distinta a la zona de producción tradicional de la cebolla, no pudiera crecer, pero fui trabajando con mis profesores y ahora se ve el fruto”, cuenta.

Esta estudiante reconoce que sus padres Mónica y Marcelino, y su hermano mayor Máximo, fueron de gran ayuda en este ambicioso desafío: “no sabía cuántos plantines iba a necesitar para cubrir el espacio de tierra asignado, entonces planté un montón y más tarde llevé a la chacra los que sobraron y los plantamos con mis papás. Para mí es muy importante ver en mi casa las cebollas y que mis familia vean cómo puedo lograrlo”.

Ella reconoce que este proyecto ha sido de mucho valor para su familia. La satisfacción de una producción que tiene tanto rendimiento y que es posible en estas latitudes produjo una movilización muy importante en su entorno: “Cuando llegaba los viernes a mi casa, ellos vivían este trabajo conmigo. Incluso muchas veces mis papás y mi hermano venían los fines de semana a ayudar, por ejemplo a hacer limpieza. Hoy en día les interesa y reconocieron que otros cultivos son posibles y rentables, así como lo es el tabaco, pero sin tanto impacto ambiental”, comenta con entusiasmo.

Marcelino, su padre expresa la admiración que le provoca la realización de su hija en esta tarea: “si bien hay productores que ya incursionaron con la cebolla, es un proyecto novedoso pero muchas veces la dificultad que atraviesa o necesita el pequeño productor son cosas que no llegan a fondo en las chacras.  Amanda ha puesto todo para realizarlo y estamos muy orgullosos de ella y agradecidos con los profesores”, reconoce, quién también está pensando en incorporar esta producción para el próximo año, ahora que cuentan con la ayuda y el conocimiento de su hija.

La producción de cebolla está presente en la zona de la ruta 14 desde hace 20 años y los técnicos y personal de INTA Misiones llevan adelante un papel fundamental acompañando a los productores desde la obtención de las semillas, el abono, el riego, en las enfermedades y hasta la cosecha: “Es un producto que no requiere químicos, hay que realizar la limpieza con asada y pasarla varias veces para desmalezar la planta. Para la cosecha, hay toda una técnica que Amanda va aprendiendo por etapas. Por ejemplo, a partir de los primeros días de noviembre empieza un volteo de plantas y hay que terminar así el volteo por hectárea. Después se retira con tierra lo más seca posible”, cuenta Eliseo.

Como suma de este trabajo integral, Amanda debe realizar pasantías con productores de su zona con el objetivo de afianzar y nutrirse de esa experiencia: “voy a quedarme una semana con una familia de productores de cebolla, viviendo y compartiendo lo aprendido. En este tiempo voy a conocer todo lo que ellos me pueden aportar para que esta idea sea una apuesta a mi futuro”, se ilusiona.

Y continúa: “mi deseo es seguir alguna carrera relacionada a lo agropecuario, más adelante quiero obtener mi propio pedacito de tierra donde pueda producir y vivir de la chacra. Mi sueño es poder estudiar en la provincia, adquirir los conocimientos y volver a esta zona. En Capioví, a unos 140 km, hay un profesorado de Agronomía y eso me gustaría continuar como carrera”, afirma Amanda.

“Desde INTA tenemos el conocimiento desde de la semilla hasta que la cebolla esté en la bolsa. Ya tuvimos enfermedades en las plantaciones, sabemos cómo controlarlas y que hay que hacer en cada etapa: se trata de un cultivo que ya está probado en la zona. Si vos me preguntás si es posible producir la cebolla que se consume en Misiones yo te digo que sí. No contamos con maquinarias adecuadas para eso, pero sería muy rentable para el productor misionero”, reconoce Eliseo.

Para mí en Misiones se puede producir cebollas, si se trabaja y se fortalece la producción no es necesario que se importe, nos podemos abastecer. En la provincia tenemos todo para plantar nuestros alimentos, productos de muy buena calidad desde las chacras para los misioneros” concluye Amanda.

 

 

 

 

 

 

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