29 Dic 2025
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Nueve de Julio

El Editorial del Lobo

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Gentile y Naudín sin argumentos, Barroso en silencio

Mientras la ciudad dormía, el Concejo Deliberante decidió que los vecinos pagarán más. No fue una metáfora: el aumento de hasta el 20% de las tasas municipales —incluida la tasa vial— se votó en la madrugada del martes 23 de diciembre, tras una sesión extraordinaria maratónica que se extendió por más de seis horas. Ese dato, lejos de ser anecdótico, define tanto la forma como el fondo de la decisión.

El argumento oficial fue tan breve como impreciso: “equilibrio fiscal”. Pero equilibrio fiscal no es sinónimo de cheque en blanco, ni habilita aumentos automáticos, ni exonera al poder político de explicar qué servicio mejora, cuánto cuesta y por qué debe pagarlo el vecino. Nada de eso ocurrió. No hubo Estudio de costos, ni Informe técnico, tampoco memoria económica y mucho menos detalle del destino concreto del incremento. El 20% apareció como un número cerrado, redondo, más propio de una planilla improvisada que de una política pública seria.

La tasa vial no es un impuesto. Debe existir una contraprestación efectiva, concreta y verificable: mantenimiento de calles, obras viales, señalización, mejoras visibles. Cuando el servicio no se acredita, la tasa pierde su naturaleza jurídica y se transforma en recaudación encubierta, algo expresamente rechazado por la Constitución y por la jurisprudencia bonaerense. La pregunta es simple y todavía no tuvo respuesta: ¿Qué mejora concreta justifica que el vecino pague un 20% más?

Resulta llamativo —y revelador— que en la misma sesión las sanciones a motociclistas se hayan aprobado por unanimidad, mientras que el aumento de tasas solo logró mayoría. Cuando se trata de endurecer multas, hay consenso inmediato. Cuando se trata de meter la mano en el bolsillo del vecino, aparecen las grietas. Una postal clara de prioridades políticas.

No es un detalle menor. La expresión “hasta el 20%” no fija criterios, no establece escalas y no impone límites reales. Deja la aplicación concreta librada a la discrecionalidad del Ejecutivo. El Concejo, en lugar de controlar, delegó. Y cuando el poder legislativo delega sin parámetros, renuncia a su función esencial.

El aumento de la tasa vial no lo paga una abstracción: lo paga el trabajador, el comerciante, el pequeño productor, el vecino común. Es un ajuste regresivo, porque no distingue capacidad contributiva ni uso real del servicio. Es silencioso, porque se votó de madrugada. Y es injusto, porque no se explicó. Decir que este aumento busca “el bienestar de la comunidad” es una frase vacía si no se acompaña de legalidad, transparencia y fundamentos. No hay bienestar cuando se cobra sin justificar, cuando se legisla a espaldas del vecino. El aumento de la tasa vial no fue una decisión inevitable, sino una decisión política. Mal explicada, mal fundamentada y mal comunicada. Y cuando el Estado elige el camino del ajuste sin dar explicaciones, el problema no es solo el monto, sino el mensaje: pagar más es obligatorio, preguntar por qué parece molestar.

En contraste con lo ocurrido a nivel local, la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación oficializó la transferencia de 1.046 millones de pesos en Aportes No Reintegrables para municipios bonaerenses afectados por el desastre agropecuario. En ese marco, Nueve de Julio recibió alrededor de 170 millones de pesos. La medida, formalizada mediante la Resolución 250/2025, dio cumplimiento a un compromiso asumido en noviembre pasado, cuando se anunciaron 1.900 millones de pesos para los distritos afectados. Los fondos, canalizados a través del Fondo Nacional para la Mitigación de Emergencias y Desastres Agropecuarios (FONEDA), tienen un destino claro: asistir a las zonas más golpeadas por el desastre hídrico.

Reflexión final

El aumento de las tasas municipales y la transferencia de fondos de la Nación exponen dos enfoques políticos opuestos. Por un lado, un ajuste financiero decidido de madrugada, sin estudios, sin explicaciones y con impacto directo sobre el vecino. Por el otro, una política de asistencia con recursos identificables, objetivos definidos y cumplimiento efectivo. El contraste es claro: cuando hay voluntad política, los recursos aparecen y se explican. Cuando no, el ajuste se disfraza de equilibrio y se vota en silencio.

Nota de color

El sábado, alrededor de las 7 de la mañana, vecinos que transitaban el centro vieron al ex intendente Mariano Edmundo Barroso ingresar a la Iglesia Catedral. Ojalá sus oraciones tengan buen alcance: no solo para la reflexión personal, sino también para iluminar a su consorte de partido, hoy responsable de aumentos sin explicación, y para que alguien empiece a ordenar el cúmulo de desajustes heredados tras dos mandatos consecutivos entre 2015 y 2023. Porque hay gestiones que se explican con números, y otras que, a esta altura, parecen necesitar algo más que fe.

EL LOBO

 

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