9.6 C
Nueve de Julio
lunes, 13 mayo, 2024

Rincón literario: El paraguas

(Por Marisa Chela) La vida nos tiene preparadas algunas sorpresas, algunos encuentros o desencuentros, algunas sonrisas o alguna lágrima, la vida nos acaricia como la brisa o nos sacude como el viento, sólo hay que saber que así es la vida.

EL PARAGUAS

El cielo estaba cubierto y era señal que la lluvia mojaría su vestido. Esa idea no le gustaba demasiado, lo había elegido para la ocasión y no podía arruinarlo. Por lo tanto subió las escaleras casi corriendo y entró en busca de su paraguas. Cuando lo tomó no pudo resistir quedarse unos instantes en el espontáneo recuerdo. Ese paraguas, justo ese paraguas, Había tres pero ese fue a su mano como un imán. Muchas veces se había preguntado si los hechos son fortuitos por qué la mente acude a los recuerdos. Abrió los ojos y salió de su casa.

La ciudad estaba desierta a esa hora y la disgustaba. Hubiera querido ver centenares de personas caminar y chocarse y molestarse. Ese día era así, contradictorio a otros días. Sentía que las manos le traspiraban y la mirada volvió al paraguas. No quiso pensar.

El edificio era imponente, entró y se anunció. Minutos después esperaba ansiosa la entrevista. Lo había deseado por años. El trabajo y el lugar. Había caminado esa calle una y otra vez dejando su curriculum. Pensó en llamar a su mamá pero su nombre sonó en ese lujoso pasillo y la hizo reaccionar.

–          ¿ Maribel Sadoc ? Pase por favor …

Una hora que más que entrevista fue una charla amena. El señor Gamorena era gentil y amable. Su cabello canoso lo hacía más distinguido. Transmitía una paz que la hizo sentir muy cómoda.

–          Sinceramente sos muy destacada en lo que has estudiado, tu desempeño se acentúa en el diálogo y posees un carisma particular.

–          Gracias Señor Gamorena. Necesito el trabajo y me esmero por eso.

Un “Te llamamos a la brevedad” dio por terminada la entrevista y Maribel salió sabiendo que ese puesto era suyo. Algo la mantuvo tan cómoda. Parecía conocer al Señor Gamorena de toda la vida. Sentía ese encuentro como un encuentro familiar, no parecía una entrevista laboral. Algo los había sensibilizado.

Tomó su piloto y salió a la calle. No llovía y menos mal porque había olvidado su paraguas en la oficina de Gamorena y no tenía ganas de volver porque sabía que volvería.

Pasaron los días y el jueves a las diez de la mañana sonó su teléfono. La voz del señor Gamorena la emocionó y una vez más lo sintió más cerca de lo familiar que desde una gerencia de la empresa más importante del lugar.

–          Buen día Maribel … el puesto es suyo. ¿ Empezamos mañana? Nos espera una ardua tarea de decisiones y trámites.

–          Si, Señor, empezamos mañana- dijo con una alegría sin disimulo.

–          – Dígame … el paraguas gris … ¿Es suyo?

–          No señor, de mi mamá.

Un “Buen día” y “la espero” dio por finalizado el llamado. Lo que no vio Maribel fue la sonrisa del Señor Gamorena, con el  paraguas en la mano y la foto de su mamá. Se parecían mucho. Maribel tenía la misma sonrisa que su mamá. Sabía que la encontraría. Lo sabía.

Maribel sonrió y pensó: “mañana le pido el paraguas, es un recuerdo de mamá y siempre me ha traído suerte. No quiero perderlo”.

La mañana estaba espléndida. La gente caminaba apurada y ella estaba segura que la vida le daba una gran oportunidad. Irguió su cuerpo y sonrió mientras cruzaba la calle.

MACHÉ

Últimas noticias

Un detenido por estafa y varias motos secuestradas, informe policial del fin de semana

La Estación de Policía de Seguridad Comunal Informa que el jueves 9 de mayo, y a raíz de una...

Noticias relacionadas