9 Feb 2025
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Nueve de Julio

A cuidar el corazón

(Por Prof. Fernando “Cocó” Maineri)

Entre las enfermedades cardiovasculares, la más frecuente es la de los vasos coronarios. Las arterias coronarias son las encargadas de transportar oxígeno y nutrientes a las paredes del corazón. Otras enfermedades cardiovasculares son la inflamación del pericardio o pericarditis, la del endocardio y las enfermedades vasculares.

Cuando vamos envejeciendo, las arterias coronarias encargadas de proveer al miocardio de oxígeno, van estrechándose como consecuencia de la formación de una placa grasosa a lo largo de la parte interna de sus paredes, lo que ocasiona una progresiva  disminución de la luz de la arteria, que dificulta la circulación de la sangre para llegar y oxigenar el tejido miocárdico. Este proceso es conocido como ateroesclerosis.

La ateroesclerosis puede involucrar no solamente las arterias del corazón  sino también la de los miembros inferiores, provocando un síntoma conocido como claudicación intermitente. Es el caso de aquellas personas que comienzan a caminar y sienten un dolor muy fuerte a nivel de los gemelos, en las pantorrillas, que los hace detenerse. Son los clásicos miradores de vidrieras.

Al comenzar la enfermedad, solo el incremento de la intensidad del movimiento desencadena el dolor, por ejemplo al correr. Pero la sintomatología va en aumento y se presenta también al caminar, dolor que obliga a detenerse.

La ateroesclerosis también puede afectar las arterias del sistema nervioso central, principalmente las del cerebro, provocando lo que se conoce como enfermedad cerebrovascular. Cuando se produce una obstrucción en estas arterias el resultado es un accidente  cerebrovascular (ACV) que puede ocasionar diversas alteraciones, muchas de ellas permanentes, como por ejemplo la dificultad para hablar, diferentes incapacidades motoras, como la parálisis de un hemicuerpo, hemiplejia, y otras alteraciones neurológicas cuya gravedad dependerá de la localización de la arteria obstruida.

Cuando el estrechamiento de una arteria coronaria se torna crítico, el miocardio no recibe sangre suficiente al aumentar su trabajo. Esto ocurre por ejemplo durante el ejercicio físico u otras situaciones que incrementan la frecuencia cardiaca o la tensión arterial, como un estado emocional o el estrés.

La ateroesclerosis coronaria suele asociarse a las personas mayores, sin embargo, el depósito de grasas en las paredes del corazón comienza a edades tempranas de la vida, cuando la mala alimentación y el sedentarismo son la norma. Estos depósitos de grasa pueden aparecer antes de los 20 años, y desarrollarse placas fibrosas en la década de los 20 y transformarse en lesiones complicadas  entre los 40 y 50 años.

La velocidad con que la ateroesclerosis progrese estará dado  principalmente por dos factores: la genética y el estilo de vida. Dentro del primero, influyen los factores hereditarios, y el estilo de vida, se encuentra el hábito de fumar, la alimentación, el sedentarismo y el estrés.

Cuando un ataque cardíaco ocurre a temprana edad, por ejemplo antes de los 50 años, el corazón no se encuentra preparado para tolerar la súbita obstrucción de un vaso o arteria mayor del corazón. El corazón no está preparado con circulación colateral, como sucede en personas más ancianas. En ellas el corazón ha desarrollado una circulación supletoria o colateral para compensar un estrechamiento progresivo y lento de los vasos coronarios a lo largo de los años.

(Primera parte del informe, la segunda parte será publicada el próximo viernes 28/05)

Prof. Fernando “Cocó” Maineri

 

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