(Por Mónica Gómez)
Alicia Schvartzman es productora agroecológica en Basavilbaso, Entre Ríos. Vive allí desde que nació, y es ahí donde nacieron y crecieron sus hijos. Trabaja, siembra, cosecha y cría animales bajo este método desde hace quince años. Tras la pérdida de su padre tuvo que hacerse cargo del establecimiento “La Dorita”, un campo familiar que producía hasta ese momento de forma tradicional. El camino no fue fácil, y la transición fue abrupta pero se siente fiel a la decisión que tomó desde el principio. Al mirar atrás se reafirma con la convicción de que producir sin agrotóxicos es aspirar a una tierra más sana en busca de un consumo sustentable.
Hoy con 58 años y junto a sus hijas Esmeralda Rayén, ya dos adultas, logran la unión en agroecología y el ecofeminismo como una senda trazada en su vida: “Yo siempre milité y mis gurises desde chiquitos anduvieron por detrás”.
Alicia le dió la oportunidad de estudiar, salir, ir a una ciudad y concretar los sueños a todos sus hijos. En ellos estaba el deseo del arraigo, se dieron cuenta de que en sus tierras tenían el alimento que buscaban y como dice su mamá “tomaron distancias y aprendieron el valor de su lugar”. Las tres son activistas en el colectivo socioambiental Basta es Basta y forman un equipo que se propone producir alimentos sanos y de forma rentable. Unidas, pero con tareas específicas, logran una consistencia en este modelo que las individualiza en lo colectivo “Rayén tiene un vivero de nativas. Ella es paisajista pero ha estudiado sobre la flora de nativas y Esmeralda es fotógrafa y también trabaja en el campo «Entre nosotras hacemos los sembrados y a veces para la cosecha pedimos que un amigo nos ayude” Así lo detalla Alicia con satisfacción.
El campo está a unos siete kilómetros al norte de Basavilbaso, departamento Uruguay es una zona donde la mayoría de las producciones que la rodean utilizan agroquímicos, y las localidades aledañas no son ajenas a los problemas ocasionados por las fumigaciones con venenos. Este municipio es un área históricamente rural, dedicado a la siembra de granos y a la agricultura tradicional. Aun así, poco a poco los productores agroecológicos se comunican y forman redes con el fin de consolidar un compartir de experiencias. En busca de un cambio cultural para su provincia.
Tienen una mirada hacia la soberanía alimentaria y eso se proyecta en la producción de trigo con trébol rojo a un costo por hectárea a la mitad de lo que demanda del modo convencional. También cultivan para autoconsumo a escala familiar como papas, cebollas, ajo, tomates y verduras de hoja. De los frutales salen las frutas para dulces y mermeladas que se venden en las ferias o en el pueblo. El producto estrella llega de la mano de Rayén, quien prepara panes con trigo y harinas de legumbres extraídas de su campo.
Cuentan con 80 hectáreas en total pero solo trabajan en pequeñas extensiones formando una producción agrícola diversificada, la cual les da, para alimentarse, para vender y para compartir. La experiencia ganada también se convida a otros: “siempre hay gente que se acerca a charlar o aprender, nunca estamos solas”. Quienes llegan a su granja con un fin educativo y práctico, son los estudiantes del secundario agrotécnica de Basavilbaso quienes se interesan por informarse sobre el cambio.
Desde el grupo del “Colectivo Ambiental Basta es Basta” Basavilbaso instaron a aprobar un proyecto de fomento a la agroecología. «La forma colectiva llega más lejos y abre la conciencia de la gente» Lo resume esta mujer que se reafirma como «una campesina agricultora».
La producción agroecológica es un modelo que fue escalando y ocupando espacios. Promueve la biodiversidad y mediante el manejo racional de los recursos naturales, generan servicios ecosistémicos, evitando el uso de los productos de síntesis química y otros de efecto tóxico reales o potenciales para la salud humana. Por sobre todo proporciona seguridad y soberanía alimentaria y fomentando la promoción y el fortalecimiento de políticas y acciones para el desarrollo de la misma se dará paso a la construcción de un sistema alimentario sostenible. Como conclusión a nuestra charla Alicia repite «no es un camino fácil, pero es en el que estamos y es hacia donde queremos caminar».
