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sábado, 27 julio, 2024

La lucha de Esteban y su familia: un pequeño productor de Andresito que resiste frente a las dificultades del sector yerbatero

(Por Mónica Gómez)

Esteban Kirschner y Carla Fernández viven en Misiones, en una pequeña localidad del norte de la provincia muy cercana a Brasil. En ese lugar, donde las costumbres no distinguen límites geográficos, ellos crían a sus hijos Daiana Rocío y Rodrigo Fabián. Esta familia es como muchas en la provincia, pequeños productores de yerba mate y en medio de la incertidumbre cuentan que la lucha constante, debido al difícil escenario que están viviendo en este momento: “tenemos chacra en la zona de Puerto Andresito, muy cerca de la frontera”.

Hoy cuentan con una pequeña producción de yerba mate cedida por sus padres con el propósito de que sea el sustento de su familia: “Tenemos siete hectáreas de yerba plantadas, pero solo cinco están en producción, este es un yerbal muy fallado entonces en medio de los lienzos hice pasturas para el sector ganadero”.

La historia de este pequeño productor de 46 años es la radiografía de la identidad productiva y del amor por su legado. Es hijo de pioneros que llegaron a esa zona desde la localidad de Capioví. “Llegué con 2 años y me crié en esta tierra, y aún vivo en el mismo lugar donde crecí. Gracias a que mi padre me dio para trabajar así pude comenzar de a poco”.

Cuenta que además su familia formó parte de la histórica lucha del Tractorazo en la década del 90 y que frente al panorama que ven en estos tiempos de incertidumbre están muy desanimados por el futuro de la producción: “la preocupación de lo que se vive es muy similar a la que teníamos en los 90. Teníamos que salir a trabajar para poder comer, esos años la padecimos mucho. Dios quiera que en este momento no lleguemos a eso con mi familia”.

Esta semana se dieron a conocer datos sobre las importaciones de yerba y el precio del pago de la materia prima se desplomó, dos preocupaciones que activaron las alarmas del sector y de la provincia, visto que la hoja verde es la producción madre de la provincia y es el motor económico con el que cuentan gran parte de la sociedad que directa o indirectamente es atravesada por esta producción tan compleja: “Si bajan los precios no se va a poder seguir, es muy complicado vivir así. Por una necesidad que tenía tuve que hacer una pequeña cosecha de 3 mil kg y estamos en la expectativa de que llegue a lo que hace meses pedimos que es mínimo $505 pero está complicado. Tenía esperanza, pero con la importación de yerba desde Brasil y Paraguay se nos juega en contra”.

En la época de los Tractores las familias yerbateras se concentraban por zonas para manifestarse, de ahí el surgimiento del INYM y además de muchas asociaciones que hoy logran nuclear las demandas del sector. “En ese momento la gente entendió que se tenía que juntar y pelear por un mismo criterio y se creó el INYM, pero ahora nos quitaron la potestad y se liberó el mercado y nos complica con las importaciones”.

Esteban es uno de los que se criaron dentro de los yerbales y que sienten amor por cada planta, por cada rama con la que comparte su historia, es por ello que le cuesta tanto pensar en desmontar las hectáreas de yerba y dedicarlas exclusivamente a la ganadería: “Dejarlo del todo no voy a poder porque la inversión que hay en cada planta son años de trabajo que nos costó a mi esposa y a mí. Es realmente difícil lograr ampliar la superficie de plantación si la economía de uno no alcanza para invertir. No creo poder tumbarlo todo, pero por ejemplo en este momento estoy haciendo la cosecha yo porque no se puede tercerizar la cosecha con los gastos que requiere. No hay margen”, explica.

En la zona de Andresito la norma de los yerbateros es de medianos a grandes y es la localidad donde más volúmenes de producción se obtienen, entonces Esteban es un pequeño, pequeño entre gigantes porque nunca llegué a los 20 mil kg de cosecha y se nos hace difícil mantenernos con eso hasta fin de año. Tengo algo de ganadería, pero poco debido a las pocas hectáreas con las que contamos, pero estoy tratando de fortalecer esa producción porque se sabe que la yerba algunos años anda bien y en otros no da ni para cosechar. Uno siempre tiene la esperanza de que saldremos adelante con la yerba”, cuenta.

Esteban es miembro desde los orígenes de la Asociación Civil de Productores Yerbateros del Norte (ACPYN) y desde este año pertenece a la Comisión Directiva.

“El productor es una persona que solo quiere trabajar, pero cuando ve que no da más, se empiezan a unir para lograr un buen rumbo. Con ACPYN tratamos de estar unidos a pesar de que actualmente cuesta un poco porque nos logran dividir las diferentes opiniones, pero en la Asociación tenemos un respaldo y una fuerza que nos representa. Desde ese espacio defendemos al sector. Estamos nucleados bajo un marco legal y quienes nos representan siempre tratan de sacar adelante el sector. Obtuvimos beneficios como la compra de guadañas y motosierras, indumentaria para el personal o abono foliar orgánico”, dice.

Además, Esteban comenta que es la primera vez que se une a una asociación y que desde que llegó a este espacio pudo comprender que la unión y la representación legal es una de las herramientas con las que cuentan los pequeños productores para continuar con la lucha.

“La idea es lograr más cosas para el sector y con los años ir mejorando, ese es el motivo para que nos unamos”.

El motor que impulsa día a día a Esteban y Carla a luchar por una fuente de ingreso que los ayude a progresar, resulta ser el futuro de sus dos hijos: “Daiana y Rodrigo estudian en una EFA, que también tiene su gasto y muchas veces no llego ni a pagar la cuota y quedo atrasado entonces les explico a los profesores. Daiana es la más grande y este año terminará quinto y llega la facultad y estamos muy preocupados con mi señora, en cómo haremos para ayudarla para seguir estudiando y como nosotros no tenemos ingreso y para que vaya a estudiar a Posadas, lo único que pudimos hasta ahora averiguar fue un profesorado de maestra jardinera, que es una opción que tenemos en esta ciudad”.

Una de las grandes bendiciones, como él mismo expresa, es su esposa y compañera de vida Carla, quien vive a diario las proezas que tiene que librar Esteban para continuar año a año con la cosecha de la hoja de yerba mate: “Tengo que reconocer que ella lucha contra las dificultades que tenemos en la chacra, como son los caminos y demás cosas, pero siempre a la par conmigo. Cuando no entra ni un peso por la yerba, como ella trabaja de promotora, subsistimos con su sueldo. El colono tiene que valorar mucho a su compañera. Yo tengo una gran mujer y de la misma forma fue mi madre. Gracias a Dios tengo grandes ejemplos, mi padre un trabajador nato, un tipo que se puede decir ‘es mi papá’ y con orgullo, igual que mi madre, espero ser eso para mis hijos algún día”, concluye.

La historia de Esteban refleja la lucha cotidiana de las familias que son pequeños productores de yerba mate de nuestro país, los cuales, a pesar de las dificultades, con su determinación y esperanza, son un testimonio de la fuerza y la resistencia de quienes trabajan la tierra con pasión y dedicación.

En este momento se encuentran en un contexto desafiante para el sector, aun así, las historias de estas familias no carecen de compromiso y sacrificio y se respaldan en la búsqueda de un futuro más próspero para toda una sociedad que lleva la infusión Nacional en las venas.

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