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Nueve de Julio
domingo, 19 mayo, 2024

Detección temprana de la violencia

(Por Marina Suárez, Técnica en criminalística y criminología)

Muchas veces sucede que ciertos actos violentos son reprochables ante la moralidad y la cultura en la que vivimos, quiere decir en el contexto en el que suceden las mismas, es necesario ante un caso de violencia o conducta disruptiva un análisis para saber frente a que nos encontramos y que es lo debe mejorarse, el porqué de la situación y como sucedió determinado hecho.

Por ejemplo; ante un hecho de violencia de género, los indicios de la persona violenta suelen comenzar en el noviazgo, dando distintas señales de alerta como puede ser un “tirón de pelos”; “un golpe en la cara”; empujar, apretar los brazos; es importante la contención y de que sean creídos los dichos de quienes padecen estas situaciones, las cuales generalmente no son oídas; de esta forma se genera un aislamiento aun mayor y quien sufre violencia cree que lo merece ya que su autoestima baja y no da importancia a lo que sucede, creyendo que es lo correcto. También es importante tener en cuenta que se puede dar en cualquier clase social, edad, raza, porque siempre se las estigmatiza a las clases bajas quienes pueden tener mayor nivel de conflicto. Es de gran importancia ya que se ha comprobado que el ámbito educativo es el escenario esencial para avanzar en la prevención de la violencia de género y para configurar un verdadero modelo educativo igualitario y se entiende como la vía más segura para romper modelos, normas, valores, estereotipos y prácticas discriminatorias respecto al género. Con frecuencia tendemos a pensar que la violencia de género es solo cosa de adultos, sin embargo hay datos que reflejan una realidad totalmente diferente. La violencia en la adolescencia y en la juventud es tan severa o más que la que se presenta en la vida adulta y con frecuencia es en el noviazgo cuando va forjándose una relación que se transformara en dramática años mas tarde. La conducta violenta es una conducta aprendida en edad muy temprana y construida a lo largo de la vida. Esta conducta se refuerza y sostiene por un sistema de creencias sociales que permiten determinadas conductas “masculinas” y exige conductas femeninas “adecuadas”. Teniendo en cuenta que las relaciones de pareja son importantes en cualquier ciclo vital, lo es más aun en esta etapa de la adolescencia donde los sentimientos son más intensos, donde se despierta a las relaciones amorosas y donde se idealiza al amor, esto hace que esta etapa de la vida sea más proclive a tolerar determinados situaciones abusivas o que construyan una relación asfixiante, relación que puede perdurar en el tiempo en tanto no se perciba como abusiva. Muchos y muchas jóvenes parten de creencias previas sobre las relaciones de pareja que son erróneas, actúan de una manera análoga a sus referentes, entre los que destacan a su familia, entorno social, y los medios de comunicación; ya sea televisión, cine, series, música, revistas juveniles, redes sociales, entre otros; que les transmiten un concepto idealizado del amor y les hacen asumir ciertos roles y normalizar la violencia. Un alto porcentaje de jóvenes piensan que se puede hacer sufrir a quien se quiere en “nombre del amor”.

Se ha mencionado parte de lo que sucede en los adolescentes, en los noviazgos, como pueden llegar a realizarse determinadas conductas violentas, y cuanto se podría prevenir con la intervención del sistema educativo, estableciendo  la contención hacia los jóvenes para detectar la violencia en los noviazgos y evitar problemas a futuro, como así también es importante la enseñanza de los valores de igualdad para una convivencia más sana de todos ellos que conviven diariamente en distintos ámbitos de la sociedad; muchas conductas son evitables, solo es cuestión de trabajar interdisciplinariamente para la evitación de las mismas.

Marina Suárez, Técnica en criminalística y criminología

 

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