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jueves, 16 mayo, 2024

Cominicación sustentable en epocas de covid-19

La Red, nosotros y los otros

 

Tiempos complejos. Es necesario, en todo lo posible, dejar de lado las ansiedades. Imprescindible no acelerar los juicios taxativos. A veces, la mejor acción es no tomar ninguna acción. Y por supuesto, como decía el gran Ludwig Von Wittgenstein, “sobre lo que no se sabe, es mejor callar”, recuerda el autor.

Hay que aceptarlo: el mundo pre-pandemia ya estaba en crisis y cambio. El covid-19 amaneció como un potente amplificador de las transformaciones que la sociedad moderna estaba manifestando en el ámbito público. Y de repente, las expuso a plena luz del día. Ante un mundo desierto y de hogares completos con personas confinadas al espacio de lo privado. 

Durante la introspección forzada, esta nueva vida “hacia adentro” reconfiguró la forma de percibirnos y por supuesto modificó nuestro vínculo con el “hacia fuera”, o sea: la manera de comunicarnos con los demás. Las reuniones con familiares y amigos se transformaron en voces metalizadas y cuadritos algo pixelados de usuarios que miran atentamente una cámara. Bienvenidos a la pandemia de las redes sociales, y a dos efectos de amplio espectro.

 **  El primero: ¿qué pasa cuando perdemos la corporalidad en nuestras relaciones interpersonales? Extraviamos lo que se denomina la “dimensión analógica” de nuestra comunicación. O sea, todos aquellos signos y señales que nos permiten decodificar las intenciones del interlocutor. Se trata de los gestos manuales, el movimiento de los ojos, la posición del cuerpo. Las sutiles inflexiones de la voz. Todo ello configura un rico caudal de información que en gran medida desaparece con las comunicaciones a distancia.

Hoy es un desafío para los profesores comprender si sus alumnos están atentos o si entienden los temas durante las clases virtuales. Los jefes y gerentes transpiran para ejercer un liderazgo de videoconferencia. La economía discursiva de las redes nos somete al aspecto digital de la comunicación: el foco está en el contenido. La enunciación queda diluía en un tono homogéneo. La recomendación será: amplificar nuestras capacidades de expresión, para recuperar parte de la información perdida.

Héroes y Estrellas

 **  El segundo efecto: una exorbitante implosión de protagonismo civil en las redes sociales. De repente,  en una suerte de catarsis social, sentimos el renovado brío de expresarnos en toda plataforma disponible a tal efecto. Somos “héroes de cuarentena” y necesitamos decirlo y ser protagonistas de  mensajes esperanzadores y filosofías en 140 caracteres.

Ante el inusitado caudal de podgasts, webinars, vivos de Instagram y presentaciones de Google Hangouts, recordamos la famosa frase del gran Umberto Eco: “demasiada información es ninguna información”. El exceso y el defecto se confunden en la polifonía de contenidos que circulan. 

Sin darnos cuenta, aplicamos la sustentabilidad en diversos aspectos de nuestra vida pero nos olvidamos de lo que más ejercemos: nuestra comunicación personal. Nueva recomendación: ponerse en la piel de los demás. ¿Es el contenido que voy a ofrecer relevante? ¿Estamos agregando información valiosa para la comunidad o solamente contribuimos al ruido social? 

Es la comunicación que necesitamos, pero aún no lo identificamos. Una comunicación sustentable. ¿Cómo lograrlo? Sea específico. Tómese 10 minutos para pensar lo que va a decir, si tiene sentido para la audiencia digital. Encuentre el balance entre lo que quiere decir y lo que prefiere resguardar. 

A veces, la mejor acción es no tomar ninguna acción. Y por supuesto, como decía el gran Ludwig Von Wittgenstein“sobre lo que no se sabe, es mejor callar”.

(Urgente 24)

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