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jueves, 28 marzo, 2024

Perros de la calle

La experiencia en carne propia – en el gemelo de mi pierna derecha más precisamente- del accionar de la patota perruna que suele asolar la avenida Mitre entre Libertad y Robbio. Desafiantes y molestos. ¿Qué se hace? La palabra del Director del Albergue Canino. La inexplicable acción de los liberadores de perros. Y la sensación de estar a un mordisco de un grave problema.
 
(Por Juan Manuel Jara)
 
Anochecer de sábado lluvioso, húmedo y resbaladizo. Transitando en moto por Mitre, me detengo en el semáforo del cruce con Libertad. Un grupo de adolescentes cruza la calle desde la heladería flanqueado por entre tres y cuatro perros callejeros que los escoltan ladrando. Luz Verde. Arranco entre los incesantes ladridos y al doblar por Libertad siento una presión en el gemelo de mi pierna derecha. La llovizna, la calle resbalosa y un auto detrás de mí fueron suficientes motivos para frenar mi impulso natural de detenerme para encarar al perro mordedor al cual nunca ví. Seguí con un ardor en el gemelo y otro interior por la bronca. Al llegar a mi casa, veo la mordida no profunda, pero sí bien marcada, tanto que si yo fuera un personaje de “The Walking Dead” significaría estar a no más de dos capítulos de dejar la serie.
Sobreviví. Vacunas al día. ¡No sé si el perro que me atacó corrió con la misma suerte! Por eso decidí acudir a la autoridad máxima en este tema, al veterinario Felipe Onagoity, director del Albergue Canino Municipal, para consultarlo sobre que se hace con estos perros que diariamente hacen su ronda, y mucha fue la sorpresa cuando explicó que “a los perros del centro, que son cinco o seis, los conozco. Esos perros, que están vacunados, fueron agarrados tres veces y encerrados en el albergue canino. Lo que pasó es que se enteraron asociaciones protectoras y los largaron las tres veces que los encerré”. Pará, pará, pará…rebobinemos.
Semanario Extra: ¿Perdón? ¿Los liberaron?
Felipe Onagoity: Si, se metieron en el albergue de noche, sin mi autorización claro, y los soltaron, las tres veces.
De no creer. Al escuchar lo que comentó Onagoity, la mordida pareció dolerme un poco más. Es loable la tarea de aquellos que se dedican al cuidado de los animales. Muchos hacen un trabajo muy lindo y serio. Pero como en todo, están los que se pasan de rosca y, como en este caso, aparecen los fundamentalistas caninos, los talibanes perrunos. Y también parece que existe un “Osama Bin Ladren”.
SE: ¿Tenes identificados quienes liberaron los perros?
FO: Si, conozco a todos y sé quién es la persona que los largó, pero bueno, no puedo hacer nada porque no los agarré con las manos en la masa.
Ante la insistencia por conocer la identidad de este sujeto, Felipe prefiere guardarse el nombre del libertador de perros, pero no desconoce la importancia y las consecuencias del imprudente accionar de este personaje: “Yo sé que es un gran problema en la vía pública, para la gente y para los chicos más que nada, si muerden a un nene ahí sí va a haber un problema más grave. No hago la vista gorda. Soy ciudadano de acá, y el problema lo conozco mejor que nadie porque estoy todos los días recibiendo llamados de gente que se queja de los perros callejeros”.
La preocupación de Onagoity es fundada y valedera. Es de sentido común. La acción irresponsable es de personas como el “liberador de perros nocturno”, que evidentemente no miden las consecuencias. Esos perros sueltos son un peligro para cualquier transeúnte (incluso hay paragolpes de autos con los dientes marcados) atacan y muerden. Doy fe de eso y me la aguanté, pero ¿qué van a decir cuando muerdan a una criatura, a una señora que transita en bicicleta, o alguno se caiga y tenga una consecuencia aún mayor que la mordedura? Cuidar a los animales es una cosa, la idiotez es otra. Cada cosa en su lugar. Y claro que el perro no tiene la culpa. De hecho, lo que hace es algo natural y lo explica Felipe: “El perro ataca el movimiento de las ruedas. Y si una persona va en moto o en bici y le tira una patada se pone peor, más agresivo todavía. Ahí es cuando viene la mordedura. La rueda los vuelve locos. Si vos parás la bici, bajás y lo llamás es probable que el perro se acerque y no te va a atacar”.
La pregunta para estos fanáticos es: ¿por qué no les consiguen un hogar a esos perros en lugar de liberarlos a la calle a vagar? No, claro, eso es mucho trabajo, y además así no hay que hacerse responsable de esos perros. “Nadie se hace cargo”, acota Onagoity, “todas las asociaciones quieren ver a los perros en la calle, pero cuando pasa un accidente, una mordedura, o le pasa algo al perro, el perro no es de nadie”.
SE: ¿Ustedes han dado perros en adopción?
FO: En 2015, cuando nos hicimos cargo del Albergue, dimos un montón de perros en adopción. Había 173 y ahora hay 35. Fue un gran trabajo hecho por una asociación protectora (NdeR, ANDEPA), y la verdad es que fueron ellos los que hicieron todo. Yo les brindé todas las herramientas del municipio.
SE: Teniendo en cuenta lo que contaste, que esos perros están vacunados, que los encerraste tres veces y otras tantas los liberaron ¿qué resta por hacer?
FO: Con estos perros de la calle es un tema que me desborda. Ya no sé como tomarlo, como solucionarlo, porque la solución es agarrarlos y encerrarlos, pero pasa lo que viene pasando. Yo puse todo el empeño. Ya no sé qué más hacer. Estoy en contra de la eutanasia, a favor de la vida, la única arma que yo tengo es castrarlos para que no se sigan reproduciendo.
Lamentablemente, los perros siguen en la calle y hasta que no se mueran van a seguir allí. Habrá que agarrarlos por cuarta vez, ya no se qué hacer en el albergue, si poner cámaras de seguridad, la verdad que es un tema que a veces me desborda.
SE: ¿Adónde puede recurrir si alguien tiene un inconveniente con algún perro callejero?
FO: Puede ir a la Municipalidad y pedir hablar conmigo, llamar a castraciones al 15407450, y ante una emergencia está defensa civil en el 61-0047. Siempre que sea un perro de la calle.
Frustración es lo que transmite el director del Albergue, porque es cierto que la suya es un área cuyo trabajo es referente para otras localidades de la provincia. Más de 5.400 castraciones en dos años, más de mil perros vacunados contra rabia, campañas de desparasitación y antisárnicas. Y a veces, un tema como el de los perros de la calle parece empalidecer toda esa labor.
Cuidar un perro es atenderlo, alimentarlo. Soltarlo a la calle librado a su suerte es una idiotez. Pero es bueno conocer la historia completa. Y también que se conozca la identidad del irresponsable (o los irresponsables) que liberan los perros de la perrera. Porque lejos de hacerles un bien, los exponen y un día va a pasar algo verdaderamente grave, sea con una persona o incluso con uno de esos perros. Por supuesto, va a ser tarde.
 
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