(Por Lic. Magdalena Maineri)
Anteriormente, hemos hecho alusión al duelo en pandemia, a cómo tuvimos que adaptarnos a despedir algún familiar fallecido, las modificaciones en cuanto a la prohibición de los velorios y en cómo podíamos seguir manteniendo presente en el recuerdo, o “despedirlo” de forma simbólica.
Ahora bien, ¿Cuáles son las etapas de duelo? ¿Por qué momentos pasamos a la hora de afrontar la pérdida de un ser querido? En ninguna otra situación como lo es el duelo, el dolor producido es total: es un dolor tanto biológico (ya que pueden aparecer dolores corporales), psicológico (nos duele desde nuestra personalidad), social (porque también afecta un grupo de personas y su desenvolvimiento dentro de un todo), familiar (porque también los duele el dolor de otros por quienes sentimos aprecio), y espiritual (porque a veces, sentimos que nos duele el alma). En la pérdida de un ser amado, nos duele el pasado, el presente y el futuro. Es un proceso normal, ya que todos lo atravesamos a partir de la pérdida de una persona amada. Y la función del mismo, es elaborar el impacto de la pérdida y (re)adaptarse a la vida luego de la superación.
Consta de diferentes etapas:
La negación que es la primera reacción frente a la pérdida. Es una manera de distanciarse emocionalmente del hecho. Es un mecanismo defensivo casi automático del cual “no podemos creer lo que pasó”.
La ira/enojo, que suele manifestarse con las personas más cercanas. Aparecen sentimientos de frustración e impotencia. No encuentra motivos, no hay respuestas a la pérdida.
La negociación donde se comienza a contactar con la realidad de la pérdida al tiempo que se empiezan a explorar qué cosas hacer para revertir la situación. Negociar consigo mismo o con el entorno, entendiendo los pros y contras de la pérdida. Se intenta buscar una solución a la pérdida a pesar de conocerse la imposibilidad de que suceda. Aparece el “qué hubiera pasado si…” Se fantasea con esa posibilidad.
La depresión, se caracteriza por dejar de fantasear con realidades paralelas, dándole lugar a la tristeza profunda, angustia y sensación de vacío a partir de la irreversibilidad de la pérdida.
Por último, la aceptación, donde se asume la perdida como inevitable, entendiendo todo lo que eso conlleva. En este momento, las personas aprenden a vivir con esa ausencia.
Si bien es un proceso largo de transitar, es sumamente necesario. Cada una de las etapas nos ayuda a llegar a la superación para volver lentamente a nuestro equilibrio.
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MP: 55.676
Diplomada en psico-oncología.