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viernes, 26 abril, 2024

El  camino del tacuara, la producción de bambú que genera un sin fin de productos sustentables

(Por Mónica Gómez)

“Se hace camino al andar” me dijo. Su lógica era indiscutible, la vida es paso a paso, decisión por decisión ¿somos artífices o realmente vamos en busca de él? eso se determina con el tiempo, con los años, con las experiencias ganadas y con el recorrer de una vida que vamos  atravesando por las pasiones. Qué podría yo objetar a aquel que ha vivido audazmente en la vertiginosa cuesta de vehemencia, qué podría discutir si veía sus ojos, y en cada una de las líneas que denotan el paso del tiempo, el brillo de una vida gustosa que se reflejaba en ellos. De esa charla entendí que el sendero tomado era el que debía ser tomado, siempre y cuando en ese viaje cargara mi mochila con lindos sueños por concretar.

Fue casi una hora y media el tiempo que me tomé para escuchar a Alberto Vieyra, un bonaerense que hace más de treinta años llegó a San Ignacio, en la provincia de Misiones. Por detrás se podía escuchar la voz de su esposa María, que le soplaba alguna referencia o completaba algún despiste casual que él confundía. Creí percibir en esa charla que, después de  tantos años juntos, un desarraigo de su tierra natal, hijos, andanzas, trabajos y familia construida al andar, compartían esa complicidad de dos apasionados que caminan juntos por azar del amor. Llegaron a la provincia con un bebé de seis meses. Ese clan de  tres se aventuró bajo el deseo de cambio radical de lo que se vivía en la Buenos Aires del 89’. Comenta Alberto que la idea era establecerse en una de las localidades donde pudiera trabajar en relación al turismo, y así fue hasta el día en el que pudo obtener su vivienda y en donde descubrió de la plantación que cubría casi toda la propiedad el invaluable tesoro productivo que tenía a su alcance. En el terreno de su propiedad había una plantación de bambú, la Tacuara, que es el significado en guaraní de las cañas que crecen en América Latina, esos nobles productos le despertaron  su lado creativo y este artesano pudo ser fiel a su deseo de exploración y, tras su curiosidad, se le abrieron un sinfin de objetos por realizar.

La charla técnica de las distintas variedades del bambú, los nombres propios de cada especie, la versatilidad productiva de las cañas y beneficios que conllevaba para el cuidado del ambiente me convencía de que esta pasión no llegó a su vida por simple causalidad, que tal vez si en su chacra hubiera habido otro material, hoy, el mismo Alberto, me estaría hablando de ello con la misma precisión técnica estudiada de la que hoy lo escucho por esta planta. Es todo un erudito, da clases, pertenece al grupo de bambuceros de la provincia y está en contacto con productores de América latina. Estoy convencida que esa materia prima muy accesible, estética, orgánica y resistente, es un descubrimiento fascinante, aun así como él mismo citó “aunque lo tuviera en cantidad, si no supiera qué hacer con él, las cañas no servirían de nada”. Así que su intervención, la búsqueda por conocer este producto, sus aplicaciones y por sobre todo el uso completo para  su mayor aprovechamiento se volvió una cuestión familiar. Alberto no solo es quien hace mates, muebles, juguetes y demás, ya que su uso es infinito. Junto a María, su esposa, comenzaron una producción de alimentos a base de estas cañas de bambú. Para mi sorpresa es un producto que ya es de consumo masivo en otras latitudes del mundo y que, según su especie, pueden ser propias para preparaciones determinadas. El brote de la caña es la que se consume en preparaciones como pickles, en almíbar o escabeches, previo hervor, la conservación y adición de sabor es cuestión de la imaginación de todo un chef. Una variante que esta pareja comercializa como una delicatessen artesanal son los brotes de bambú en almíbar, aunque este sabor gourmet no es la única forma de aprovechar sus propiedades. Las cerveza de caña llega de la mano de María, a mi entender, para terminar de formar parte de la mesa de esta familia y la de muchos que se tienten con un sabor único, totalmente diferente a lo probado.

Indiscutiblemente Alberto y María me tendrán de visitante, cada uno de sus productos son una invitación a degustar, sin dejar de lado los maravillosos objetos que recrean. Esta dupla vive camino a sus sueños, su singular forma de reconocer en una caña un tesoro invaluable los convierte en personas admirables. Contagiar, divulgar y reconocer las maravillas en su entorno, es de lo que yo creo una gran forma de vida.

Tal vez desde donde leas esta historia no te sea posible tener este producto a tu alcance, así que te dejo un sustituto más conocido en el mercado que te va a sorprender por su versatilidad en las preparaciones, los palmitos. La receta de hoy es de:

 

PALMITOS GRATINADOS

Ingredientes:

  • Palmitos, 1 lata
  • Jamón cocido picado, 1 taza
  • Crema de leche, 2 tazas
  • Manteca, 2 cdas
  • Aceite de maíz, 2 cucharadas
  • Sal, pimienta, c/n
  • Yemas de huevo, 3
  • Queso rallado, 4 cdas

Preparación:

Enmantecar una fuente para horno, preferentemente de vidrio, porque la podremos llevar a la mesa. Poner allí los palmitos cortados en rodajitas y, encima, el jamón picado. Luego se le agregan las cucharadas de manteca y de aceite. Mezclamos la crema con los huevos ligeramente batidos y cubrimos. Luego espolvoreamos con queso rallado. Y listo para ir al horno moderado por media hora.

Mónica Gómez

 

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